Trump y el club de los presidentes
Más pronto que tarde, el actual mandatario necesitará la ayuda de Clinton, Bush, Obama o Biden

A la memoria de mi padre, Aniceto, incansable lector.
“El problema era él (Biden): no quería irse”, dijo Barack Obama a Donald Trump durante el funeral de Jimmy Carter. “Lo sé, lo sé”, respondió Trump. Obama continuó: “Deberíamos vernos”. “Sí, podemos organizar algo”, contestó Trump. “¿Vas a estar por aquí? (Washington)”, inquirió Obama. “No, mañana me voy al golf” (Mar-a-Lago, Palm Beach, Florida), replicó Trump. Este concluyó: “Organizamos algo seguro (para vernos)”.
Esta conversación entre Barack Obama, una persona extraordinariamente racional, y Donald Trump, su némesis, temperamentalmente parecido a un volcán en erupción, sería una historia de ciencia ficción, de no haber tenido realmente lugar en la Catedral Nacional de Washington, antes de empezar el funeral de Estado por Jimmy Carter, el 9 de enero. Hubo testigos y la conversación fue grabada. Según una creencia popular, los políticos –de cualquier ideología– se insultan en público y son amigos en privado.
Observando la campaña electoral de 2024, tras la que Trump fue elegido 47º presidente de EE UU, muchos piensan que el cinismo determina/condiciona las relaciones entre políticos. Obama y Trump se atacaron ferozmente durante la campaña. ¿A qué viene ahora esta conversación, que pareciese tener lugar entre dos amigos? “¿Los políticos se odian en público y se quieren en privado?”: en este caso, no. Hay otra cosa…
Trump y Obama están unidos por un vínculo más fuerte que la sangre: pertenecen al club más exclusivo del mundo, cuyos miembros, en cada momento de la historia, no supera los dedos de una mano. Son miembros del “club de los presidentes”. En el funeral por Carter, estuvieron presentes Bill Clinton, George W. Bush, Barack Obama, Joe Biden y Donald Trump. Si todos ellos no fueran miembros de ese club, no se entendería, ni la conversación entre Barack y Donald, ni la amable carta que Biden dejó a Trump, como es costumbre entre presidente saliente y entrante. Obama escribe en su libro Una tierra prometida que “solo quien ha sido presidente, es capaz de entender a quien es presidente”. Las palabras de Obama parecieran indicar que la pertenencia a ese club tiene más valor que ser miembro de un club social, un club de tenis, un club de fútbol… ¿Qué significa pertenecer a ese club?
En El club de los presidentes: dentro de la fraternidad más exclusiva del mundo, de Nancy Gibbs y Michael Duffy (periodistas de Time que publicaron este libro en 2012, al final del primer mandato de Obama), hay historia y pistas: todos ocuparon el Despacho Oval, comparten secretos y quieren eternizar su legado. Eisenhower (Ike) creó el club en el siglo XX, aunque sus orígenes se remontan a la fundación del país y sus cuatro primeros presidentes, todos freemasons: George Washington; John Adams; Thomas Jefferson y James Madison, que abarcaron el período 1789-1817. Adams y Jefferson no se soportaban, lo cual no impidió que redactaran, junto a Benjamin Franklin, la Declaración de Independencia (1776), por ejemplo.
El peso de la presidencia, tras la Segunda Guerra Mundial, en el contexto de la Guerra Fría con la Unión Soviética y la constante amenaza de una hecatombe nuclear, llevó a los presidentes a colaborar y ayudarse mutuamente. Truman recurrió a Herbert Hoover para que le ayudara a salvar Europa; Kennedy (JFK) recurrió a Ike en la crisis de los misiles de Cuba; Johnson, deprimido por el curso de la guerra de Vietnam, pidió consejo y consuelo a Eisenhower; Nixon buscó la ayuda de Johnson para ser reelegido en 1972; Ford y Carter se odiaban, hasta que se dieron cuenta de lo que tenían en común y decidieron ayudarse y se convirtieron en íntimos amigos; Reagan y Clinton confiaron en Nixon como emisario ante Rusia; Bush Junior puso a Clinton y a su padre a trabajar juntos: de despreciar a Clinton, Bush padre consideró al demócrata un hijo más, hasta su muerte. En el tributo a Bush padre en su funeral, Clinton dijo que “él era la oveja negra de la familia Bush”. Pero miembro de la familia, al fin y al cabo. Obama y Bill Clinton tuvieron una relación tormentosa, hasta los acuerdos para que Hillary fuese secretaria de Estado con Obama y este la apoyara en su campaña electoral de 2016, frente a Trump.
En 2020, Kate Andersen Brower, periodista de The New York Times, publicó Team of Five: The Presidents Club in the Age of Trump (Equipo de cinco: el club de los presidentes en la era de Trump), Carter, Bush padre, Clinton, Bush hijo y Obama compusieron el club de los expresidentes durante la primera presidencia de Trump, quien pidió consejo a Obama cuando lo necesitó.
El actual dirigente ha empezado su segundo mandato con 128 órdenes ejecutivas, firmadas en menos de 60 días, desde que juró el cargo. Los problemas se le acumulan: la confianza de los consumidores cae; los mercados de valores están en negativo; la inflación apenas baja, y sí caen los índices de favorabilidad y aprobación de la gestión del presidente. Bancos de inversión manejan escenarios de probabilidad de recesión, aunque siempre por debajo del 50%. Los aranceles son objeto de debate, no ya en Europa, China, Canadá y México, sino por parte de empresarios y consumidores norteamericanos, que sufren el aumento de los costes y los precios, respectivamente. La redefinición del orden mundial que acabaría con la multipolaridad para dejar el poder global en manos de, solamente, algunas potencias económicas, tecnológicas y militares (EE UU, China, Rusia… ¿Europa?) plantea retos de gran calado, para los que hoy no hay respuesta, sino experiencia histórica.
Más pronto que tarde, Trump necesitará la ayuda de los miembros del exclusivo club de expresidentes.
Jorge Díaz Cardiel es socio director de Advice Strategic Consultants. Autor de ‘Hillary vs Trump’; ‘Trump, año uno’; ‘Trump, año de trueno y complacencia’