El genio de los chips que quiere comerle la tostada a Nvidia
Jim Keller, CEO de Testorrent, aspira a competir con el gigante de los semiconductores desde la startup, que ha recibido el interés de inversores como Jeff Bezos
Detrás de muchos gestos simples y cotidianos, como mirar el móvil tras levantarse, o más aún, programar el despertador, hay un sinfín de genios que con sus innovaciones cambiaron el mundo. Para el escritor chileno Benjamín Labatut, “vivimos en el mundo de John Von Neumann”, el padre de la computación. Y, aunque esa afirmación no se pueda hacer sin atrevimiento sobre Jim Keller, es muy posible que en algún momento se haya cruzado con un producto que lleve incorporadas sus ideas, ya sea un iPhone, un coche Tesla o una consola de videojuegos. Este genio de los chips, todo un referente en el sector, aspira a competir con la todopoderosa Nvidia como CEO de Testorrent, una startup de semiconductores que ha atraído la atención de inversores como el fundador de Amazon, Jeff Bezos.
Keller, de 66 años, nació en Nueva Jersey y se crio junto a sus cinco hermanos en un barrio residencial a las afueras de Philadelphia. Su padre era ingeniero mecánico en General Electric y su madre, ama de casa. Ni su curriculum educativo ni sus primeros años apuntaban, en principio, a lo que acabaría siendo: no supo leer hasta los 10 años, por su dislexia. Estudió en Penn State, porque una chica que le gustaba iba a ir allí y porque el MIT, meca tecnológica y paso previo casi obligatorio para los ingenieros del sector, parecía “demasiado difícil”, reconoce en una entrevista a Fortune. Allí se especializó en Ingeniería Eléctrica. El criterio fue elegir “algo científico, pero hacer dinero”, aunque también intentó sacarse un máster en Filosofía, sin éxito.
Tras una breve experiencia laboral y unas cuantas entrevistas “aquí y allá”, empezó su particular periplo por la industria de los semiconductores. Su primera parada no pudo ser mejor: Digital Equipment Corporation (DEC), un titán tecnológico que contaba con un factor clave para el desarrollo de Keller como el arquitecto de chips más conocido del mundo: que, a diferencia de la mayoría de firmas que los diseñan, DEC también los construía. En sus 16 años allí –su periodo más largo en un trabajo, con diferencia– participó en varios modelos de Alpha, los chips más potentes del mundo por entonces.
De compañía en compañía
DEC era la líder del sector, pero un competidor amenazaba con acabar con su ventaja: Intel, a la que, paradójicamente, le pasaría lo mismo muchos años después con Nvidia. Con la empresa a la baja, Keller dio el salto en 1998 a AMD, otra de las punteras del sector. En ese momento comienza un camino de éxitos y de saltos: dos años en AMD (adonde volverá más de una década después y donde desarrollará varios modelos rompedores) para pasar a SiByte, donde apenas dura un año. Luego Broadcom (cuatro años), vicepresidente de Palo Alto Semiconductor (otros cuatro), vicepresidente de Apple de 2008 a 2012, vicepresidente de Tesla de 2016 a 2018 e, incluso, vicepresidente sénior de Intel, la firma que acabó con la empresa que le dio su primera oportunidad. Así hasta llegar a Tenstorrent, la startup que pretende hacer lo propio con Nvidia (o, al menos, comerle part tostada).
Aunque reconoce haber aprendido de todas sus experiencias, Keller distingue dos categorías: de las que sacó lecciones valiosas y en las que necesitaban lecciones de él. “Cuando fui a Apple y Tesla, no lo hice para cambiar nada allí. Fui para cambiar yo. Hacen cosas que nadie hace en el mundo”, reconoce. Su fichaje por la que era entonces una prometedora startup de coches eléctricos se fraguó en una entrevista con Elon Musk, su fundador: este había intentado integrar semiconductores de Intel y Nvidia, pero no estaba contento, y Keller le convenció de que podrían diseñar un chip que pudiera soportar la conducción autónoma 10 veces más rápido que la competencia. “Conduciremos un coche en 18 meses”, le dijo. Y así lo hicieron.
El ejecutivo, casado (su mujer, Bonnie, es hermana del polémico divulgador Jordan Peterson) y con dos hijos, presume de ser un avidísimo lector. “Pero nunca escritor”, reconoce en una entrevista para el Computer History Museum. Sus intereses son eclécticos, y en los encuentros entre gurús de los chips es raro escucharle hablar de tecnología, y mucho más común verle conversando sobre budismo o física. También es deportista y, siempre que puede, se escapa para practicar windsurf. Incluso cuando vivía en Boston y tenía que hacer largos viajes hasta Hawái.
“Es el Forrest Gump de nuestra industria”, comenta a Fortune Fred Weber, antiguo ejecutivo de AMD: “Siempre está cerca de las cosas interesantes y marcando la diferencia”. Keller explica así sus continuos saltos, inusuales en el sector: “Soy ingeniero de ingenieros. A los ingenieros les gusta trabajar. Yo quiero quitarme las tonterías de en medio y tener problemas claros e interesantes que resolver”. Esa mentalidad se refleja en los tamaños de los equipos con los que trabaja –cuanto más pequeños, mejor– y explica por qué acabaría saliendo de Intel. En una reunión llegó a tener que debatir con 50 personas un tema simple: “Si esto hubiese pasado en Tesla, Elon [Musk] habría matado a todo el mundo”.
Ya en un equipo más pequeño, el arquitecto tecnológico busca ahora volver a revolucionar los microchips y apunta a su mayor ballena, Nvidia. Su estrategia en Tenstorrent es un reflejo de su carrera: primero, porque, dicen, está estudiando como nadie los avances de la IA para poder desarrollar un producto que sea capaz de sostenerla. Y, segundo, por un acercamiento alternativo, que pasa por reducir costes: “No puedes vencer a Nvidia si usas HBM (una interfaz de memoria de alto rendimiento)”, porque Nvidia es la que más HBM compra y tiene ventaja en costes”, afirma Keller a Bloomberg: “Pero nunca podrán bajar el precio de la forma en que la HBM está integrada en sus productos”. El reto es enorme pero, por lo pronto, tiene la confianza de los inversores (y una valoración de 2.600 millones de dólares).
A toda velocidad
Adrenalina. Keller es conocido por su gusto por la velocidad. Conduce coches de alta potencia y pilota avionetas. En Apple, preocupados por el medioambiente, le dejaron un coche híbrido y consiguió que le pusieran una multa por exceso de velocidad. Sus compañeros colgaron una placa de su despacho donde ponía: “Corredor de Prius”, por el híbrido de Toyota.