El gas ruso en Europa va poco a poco al cero
Desde un punto de vista económico, el bloque no necesitará volver a conectarlo; desde el político, es poco probable que quiera hacerlo
El cierre a finales de año de un gasoducto ucraniano clave marca el fin simbólico de la dependencia energética de Europa respecto a Rusia. Y la vaga posibilidad de un alto el fuego suscitada por Donald Trump no cambiará mucho la ecuación energética de la UE. Desde un punto de vista económico, no necesitará volver a conectar el gas ruso. Desde el político, es poco probable que quiera hacerlo.
El gas bombeado a Europa a través de Ucrania durante casi un siglo dejará de fluir a finales de año, cuando expiren los cinco años del contrato de Kiev con Moscú. Ucrania se ha negado a negociar con Rusia las nuevas condiciones del tránsito durante la guerra. Según Bruegel, en 2023 representó el 4% de los 3.250 teravatios-hora (TWh) de importaciones de gas de la UE, mientras el total de entradas rusas, incluidas las de otros gasoductos y las del gas natural licuado (GNL), ascendió a 463 TWh, es decir, el 14%. En 2021, era el 42%.
Los cambios estructurales que se han dado desde el comienzo de la guerra han remodelado el mercado del gas, y Moscú ha perdido la doble ventaja competitiva de precio y certidumbre que tuvo durante décadas. Iniciativas como REPowerEU (2022) para desarrollar la energía verde surgieron porque la sorprendente invasión de Ucrania demostró tardíamente a Europa que Rusia ya no era un socio fiable. Mientras, la industria rusa del GNL, afectada por las sanciones, se enfrenta a unos yacimientos siberianos difíciles de explorar y a barreras de transporte que pueden disminuir su competitividad.
Las capacidades europeas de almacenamiento están ya al 95% y ayudarán a hacer frente a la desconexión de Ucrania en los próximos meses. Más allá de 2025, las entregas adicionales de GNL procederán de EE UU, Asia o el norte de África. Todo ello en un contexto general de caída de las importaciones de gas de la UE, porque ha reducido su consumo y ha aumentado el de renovables. Así, tiene medios para hacer frente al impacto desproporcionado del cierre del gasoducto sobre Austria, Hungría y Eslovaquia, que obtienen por ahí el 65% de su demanda de gas. Los europeos parecen en camino de alcanzar su objetivo no vinculante de dejar de depender del gas ruso, para 2027. Tras tanto esfuerzo, no tendrían ningún incentivo para volver a un socio tan poco fiable, aunque les ofrezca grandes descuentos.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías