Las claves del día: el giro que puede traer Trump... para que todo siga más o menos igual
Con Kamala Harris también se preveía un entorno más amigable con los activos virtuales, dado que la industria había puesto sus donaciones en las dos cestas
El retorno de Donald Trump promete cambiarlo todo, para que todo siga más o menos igual. Por ejemplo, Ursula Von der Leyen sugirió el viernes que la UE podría comprar más gas a Estados Unidos, como forma de negociar en la guerra arancelaria. En realidad, Bruselas no tiene poder para controlar eso, pero sería una forma de poner envoltorio político a una realidad que va al alza, a medida que Europa va desenganchándose (muy poco a poco) del combustible ruso. Del mismo modo, el mercado de las criptos, y el de la inversión sostenible, pueden vivir importantes cambios regulatorios, como señaló ayer Rodrigo Buenaventura, presidente de la CNMV, respecto al segundo de los mencionados. Lo cierto es que con Kamala Harris también se preveía un entorno más amigable con los activos virtuales, dado que la industria había puesto sus donaciones en las dos cestas. Y en cuanto al giro antiecológico de Trump, el programa de proyectos potenciados por la ley IRA de Joe Biden es tan generoso con tantos territorios de EE UU, muchos de ellos republicanos, que no tendría por qué haber un giro tan profundo como se teme.
La espantada de las aseguradoras o el brazo torcido del Estado
El sistema de protección sanitaria de los funcionarios se tambalea, con unas aseguradoras empeñadas en forzar el brazo del Estado para conseguir una mayor retribución por sus servicios. La última en dar la espantada es Mapfre, que dejará de dar cobertura a la mutualidad de la Administración de Justicia. Mapfre se une así a Adelas, Asisa y DKV, que decidieron la semana pasada no acudir al convenio de Muface, en un movimiento que apunta a lograr que el Estado dé su brazo a torcer. A largo, sin embargo, habría que revisar un sistema que destina millones de euros a la sanidad privada en un país que presume de sus servicios públicos.
Las autopistas nunca son gratis, aunque no sean de peaje
Nada es gratis. Que nuevas autopistas pasen a estar libres de peaje no significa que los españoles vayan a dejar de pagar por ellas, sino que lo harán todos, y no solo los que las usen. Mantenerlas y mejorarlas cuesta dinero, como bien están comprobando últimamente los usuarios del ferrocarril. Contrasta el escaso porcentaje de vías españolas que están tarificadas, menos de un 20%, con el 100% de Portugal o el 79% de Francia. Y choca la tendencia a reducirlo con el empeño del Gobierno (compartido por la UE en general) por la movilidad sostenible, y por hacer que el que contamine, pague. El plan de implantar un peaje blando, que vuelve de vez en cuando a la palestra, está ahora en el cajón. Hasta que una llamada de Bruselas en torno a los Presupuestos o una nueva crisis vuelvan a desempolvarlo.
La frase
Harris sacó menos votos porque, si tú abandonas a la clase trabajadora, la clase trabajadora te abandona a ti. Hay una elitización de izquierdas que dicen representar a las clases trabajadoras, pero no han visto un trabajador en su vidaAntonio Maíllo
No es que seamos corruptos, solo somos pillos
Durante un año, varios investigadores italianos estuvieron haciendo controles aleatorios a los clientes de un supermercado que utilizaban el autopago, y vieron que los mayores fraudes se producían cuando aparecía un escándalo de corrupción en los medios. Una corrupción vengativa, aunque ellos lo definieron como contagiosa. En España, un país que no es puntero en microchips, pero que de corrupción sabe un rato, a este tipo de actitudes lo hemos llamado durante demasiado tiempo, y por desgracia, pillería. Una forma de estar en el mundo bendecida por el Lazarillo de Tormes. La corrupción, decía el economista Miguel Anxo Bastos, es inevitable en una sociedad, pero lo suyo es que haya la menor posible. Y ya puestos, algo menos burda de lo que nos tienen acostumbrados.