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Análisis
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Trump toma la delantera y Harris pasa al ataque

El voto de los varones negros y latinos puede dar la victoria al republicano, mientras la demócrata intenta contentar a todas las partes

Kamala Harris, con Barack Obama, el día 24 en un mítin en Clarkston (Georgia, EE UU).
Kamala Harris, con Barack Obama, el día 24 en un mítin en Clarkston (Georgia, EE UU).Joe Raedle (Getty Images)

Taylor Swift apoya a Donald Trump. Barack Obama dice que los que intentaron asesinar a Trump “son idiotas por haber fallado”. Kamala Harris fue trabajadora del sexo en los años ochenta. Todo lo anterior es falso, pero ha sido visto/escuchado por millones de personas en las redes sociales, fruto de falsedades creadas con inteligencia artificial generativa (GenAI).

La democratización de la GenAI y el acceso a las redes sociales por la mayoría de la población hacen que estos casos de desinformación sean fenómenos de masas. Una encuesta reciente de Pew Research Center a potenciales votantes demócratas y republicanos dice que el 57% cree que “la inteligencia artificial se usa para propagar falsedades e influir en la campaña electoral”. Tienen razón: Trump ha sido objeto de 12.384 deepfake videos, seguido por Elon Musk (Tesla, X) con 9.500 deepfakes. En séptima posición está Kamala Harris, con 113. El balance es –evidentemente– más positivo para los demócratas: Harris heredó el aparato electoral de Obama, con consultores de la talla de David Plouffe, primero en utilizar Twitter en una campaña electoral (2008) y Jim Messina, director de campaña del expresidente demócrata en 2012. La operativa de Trump no tiene la sofisticación tecnológica que sí tiene la de Harris.

Los dos aspirantes a la Casa Blanca encaran la fase final de la campaña empatados en las encuestas. El tracking electoral de CNN muestra que esta elección es la más ajustada desde 1972 (George McGovern versus Richard Nixon, que ganó este con el 60,7% del voto). También ahora –como entonces–, a pesar del empate, se aprecia una revitalización en la candidatura republicana. Una encuesta del Wall Street Journal (día 24) pone a Trump 2 puntos porcentuales por encima de Harris. En sí mismo, este dato no es significativo: está dentro del margen de error, y Harris adelantó a Trump con el mismo porcentaje en octubre. El problema para la vicepresidenta es que –como le dicen sus asesores y avisan desde CNN y New York Times– las encuestas coinciden y, a 12 días de las elecciones, un cambio de tendencia a favor de Trump es preocupante.

¿Está Trump haciendo algo? No. El republicano no ha cambiado fondo ni forma. “Inmigración”, “inflación”, “criminalidad” son sus reclamos. Son las principales preocupaciones de los norteamericanos y, en todas, Trump supera a Harris. Tan solo en “aborto” gana Harris a Trump.

Sin embargo, las encuestas avisan de que esta campaña electoral está derivando en una lucha de sexos. Las mujeres se decantan por Harris: el 53%. También la apoya el 36% de los hombres. Trump recibe el apoyo del 53% de los varones y el 37% de las mujeres. El apoyo de los hombres (“que se sienten ninguneados por Harris”, escribe Nicole Russell en USA Today) trasciende color y clase social: hombres afroamericanos y latinos de todas las edades, también jóvenes y GenZ, apoyan a Trump: entre el 15% y el 30% en el caso afroamericano, dependiendo del Estado, y el 39% del voto masculino latino. Consciente de este problema, Obama se encaró con un grupo de hombres negros: “Hay brothers que no quieren a una mujer negra presidenta”. Barack les llamó misóginos ante las cámaras. La bronca le volvió a Obama como un bumerán porque, en las encuestas, los/las afroamericanos/as dicen que “su voto no pertenece a nadie” y que “la gente de color no vota en masa”.

Desde CNN avisan a Harris de que debe hablar más de sí misma y darse a conocer, en vez de atacar tanto a Trump. En un encuentro celebrado en Pensilvania (CNN, día 23), con votantes indecisos de ambos partidos, Kamala intentó “nadar y guardar la ropa”, defendiendo posiciones aparentemente de centro, pero que, en realidad, intentaban contentar a todas las partes, en cuestiones tan esenciales como la inmigración (Kamala quiere seguir construyendo el muro de Trump y Anderson Cooper, de CNN, le preguntó insistentemente por ello), la guerra de Oriente Próximo (equidistancia entre apoyar a Israel y defender a los judíos de la creciente ola de antisemitismo en América, versus la defensa de los derechos humanos de los palestinos y su aspiración a la solución de dos Estados) o el cambio climático (permitir e incentivar el fracking e invertir en energías limpias).

Republicanos renombrados han sido tabla de salvación para Harris estas jornadas. Liz Cheney (hija del vicepresidente Dick Cheney, uno de los hombres más odiados de América, pero que ahora votará a Harris) hace campaña a favor de Kamala, participa en sus actos electorales y pide el voto de las mujeres republicanas para Harris.

400 republicanos de prestigio apoyan públicamente a Harris. El último, John Kelly, general de cuatro estrellas del Cuerpo de Marines y exjefe de gabinete de Trump, aseveró al New York Times que Trump le dijo que envidiaba a los generales que tenía Hitler. Kelly definió a Trump como fascista. Esto ha dado munición a Harris contra Trump, al definirle en CNN y otros medios como “dictador”, “fascista”, “inestable”, “desquiciado”…

¿Es este el camino a la victoria de Harris? David Axelrod, principal asesor de Barack Obama y el experto político demócrata más prestigioso, piensa que no: “La clave para vencer no está en insultar a Trump, sino en que Kamala conecte personalmente con el electorado, como hacía Bill Clinton” (CNN, día 24).

Mientras, Trump y Elon Musk pueden seguir bailando al son de Stayin’ alive (Bee Gees), aunque sea deepfake: lo han visto millones de personas. Trump no solo adelanta electoralmente a Kamala en voto popular y en colegio electoral: también gana por la mínima en los battleground states. Si Trump gana Pensilvania, volverá a la Casa Blanca.

Jorge Díaz Cardiel es socio director de Advice Strategic Consultants, autor de ‘El New Deal de Biden-Harris’


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