Claves: reducir la jornada...¿un estrés?, y el truco para que las Bolsas vayan como un cohete
Si hay que trabajar, se trabaja, pero trabajar pa’ na’ es tontería.
Si hay que trabajar, se trabaja, pero trabajar pa’ na’ es tontería. Es un poco la idea que subyace en las múltiples ideas que proliferan sobre la reducción de jornada en número de horas, y la concentración de la jornada en cuatro días semanales, con o sin limitación de horas. Que sean más o menos aplicables depende mucho del sector: en la atención al público se tiende precisamente a lo contrario, a los horarios sin límite; aunque siempre se puede contratar a más gente, claro está. Otro aspecto es el salario: si la productividad se mantiene, las empresas no tendrán problemas en conservar los sueldos, pero si no es así, habrán de hacer encajes de bolillos para no despedir a nadie.
Alberto Núñez Feijóo acaba de sugerir jornadas de más de nueve horas, pero durante cuatro días. La patronal ya se ha distanciado de la idea, que, en el fondo, genera más estrés: estrés en los días de trabajo, y estrés en el resto, en los que los ciudadanos se autoforzarán a vivir intensas experiencias de ocio que compensen su dedicación laboral. Para algunas personas, de hecho, el problema, si se reduce la jornada, será encontrar qué hacer con tanto tiempo libre.
El truco para que las Bolsas vayan como un cohete
La Bolsa china va, como diría el presidente del Gobierno, como un cohete. Ayer registró su mayor subida diaria desde 2008, después de haber marcado su mejor semana desde la crisis financiera. Todo gracias a un truco infalible: incentivos públicos en forma de regulaciones y liquidez.
La semana pasada el Ejecutivo chino anunció una serie de medidas que favorecían las recompras de acciones –un movimiento que siempre genera el apetito inversor–, acompañadas de una inyección de ingente liquidez en los parqués. El mercado es libre, pero a su manera. Y en algunos sitios más que otros.
El tren avanza a alta velocidad, pero no sin pisar algunos baches
Aprovechen los billetes de tren baratos mientras puedan. El abaratamiento de los precios del transporte ferroviario ha disparado el tráfico de viajeros por este medio, pero esconde una situación financiera insostenible para las tres operadoras: Renfe, Ouigo e Iryo. La segunda argumenta que su modelo sí es viable a partir de un 90% de ocupación, y que ya lo está consiguiendo; el Gobierno, mientras, la acusa de dumping, pero no parece que nadie esté en condiciones de tirar la primera piedra. Renfe está adoptando las costumbres de sus rivales, como relajar su autoexigencia de compensación por retrasos, lo cual está redundando en quejas de los usuarios. Pero nadie da duros a cuatro pesetas. El tren avanza a alta velocidad, pero no sin pisar baches.
La frase
Me preocupa el apalancamiento en capas que está usando el capital riesgo para devolver efectivo a los inversores. Recurren a formas de endeudamiento cada vez más complejas y opacas. Los reguladores deberían insistir en una mayor transparenciaDavid Hunt, CEO de la gestora de activos PGIM
¿Ir en coche particular al trabajo? Con lo a gusto que se va en metro
Es evidente que los coches ocupan mucho espacio público en proporción a la cantidad de gente que transportan; es mucho más eficaz el metro, como comprueban cada día los viajeros que lo llenan como sardinas en lata. Dice Pere Navarro, el veterano director de la DGT, que, en la hora punta de la mañana, ya no caben más coches en Madrid y Barcelona. La duda es cómo van a trasladarse esos usuarios, si no es en su vehículo privado, puesto que el transporte público ya está más que saturado. Navarro pide que vayan dos personas, al menos, en cada coche; en ese aspecto, los más concienciados son quienes cuentan con chófer particular. Otros se empeñan en ir solos en sus contaminantes vehículos de segunda mano, que compran por la débil razón de que no les llega el sueldo.