El superviviente del 11S que defiende a Trump en Wall Street
Howard Lutnick, gran partidario del bitcoin, levantó la firma financiera Cantor Fitzgerald de las cenizas tras el atentado y suena para formar parte del hipotético Ejecutivo del republicano
El 11 de septiembre de 2001, el CEO de la firma financiera Cantor Fitzgerald, Howard Lutnick, cambió su rutina mañanera. En lugar de acudir a primera hora a su despacho en la planta 105 de una de las torres del World Trade Center, en Manhattan, acompañó a su hijo a su primer día de guardería. Una pequeña alteración que le salvó la vida: 658 de los empleados de la empresa murieron aquel día, cuando dos aviones secuestrados por miembros del grupo terrorista Al Qaeda impactaron contra las torres gemelas. Entre las víctimas, el hermano menor de Lutnick, Gary, y su mejor amigo y padrino de sus hijos. 48 horas después del atentado, cuando un agitado mercado de bonos volvió a abrir, con él lo hizo Cantor Fitzgerald.
La vida de Lutnick (Jericho, Nueva York, 63 años) no puede entenderse sin el 11S. Ya sea por cómo logró sacar adelante una firma financiera que había perdido un cuarto de sus empleados de un día para otro, como por su labor filantrópica o sus inclinaciones políticas. El empresario es el gran valedor de Donald Trump en Wall Street, donde a lo largo de 40 años se ha abierto paso a codazos entre banqueros de postín, que, igual que le ocurrió al expresidente de EE UU en Manhattan, nunca lo han acogido como a uno más. Y, en otro gesto de alejamiento de las élites financieras, es uno de los grandes defensores del bitcoin en la Gran Manzana.
Hijo de un profesor de Historia y de una artista, nació y se crio en una pequeña población de apenas 14.000 habitantes. Su madre, Jane, murió cuando él estaba en su último año de instituto. Su padre, Solomon, lo hizo cuando acababa de matricularse en la Universidad de Haverford, en Pensilvania. Al enterarse, el rector le ofreció una beca completa al joven Lutnick, mayor de tres hermanos, para que completase sus estudios, cuenta el escritor Tom Barbash en su ensayo sobre Cantor Fitzgerald y el 11S. Lutnick no lo olvidó: es el máximo donante de la historia de la universidad, cuya biblioteca lleva su nombre. Cuando se graduó en Económicas en 1983, comenzó su andanza en Cantor Fitzgerald.
Su ascenso en la empresa especializada en intermediación de deuda pública fue rápido. Al poco de entrar, se convirtió en aprendiz del fundador, Bernard Gerald Cantor; menos de una década después, ya era el CEO. En 1996, cuando su mentor estaba en su lecho de muerte, Lutnick luchó en los tribunales contra su mujer, Iris, por el control de la empresa, lo que le acabó valiendo que le prohibiera el acceso al funeral, según el New York Times.
Poco querido en los círculos financieros, el CEO es conocido por ser un trabajador incansable. Ni el cáncer que superó en 2021 lo ha frenado. Según cuentan varios de sus empleados a Bloomberg, suele volver a la oficina después de cenar, y espera que sus ejecutivos estén disponibles a esa hora. El directivo, dicen, tiene un carácter fuerte y extremadamente detallista.
Son esos rasgos los que le permitieron reconstruir la empresa. Tras haber perdido a dos tercios de sus empleados en Nueva York, la firma reaccionó rápidamente y recondujo sus operaciones hacia la oficina de Londres, gracias a su sistema de negociación electrónica, eSpeed. No sin esfuerzos: a los pocos días, decidió cortar los pagos a los empleados que habían fallecido, algo que indignó a las familias. Lutnick argumentó: “Simplemente no hay dinero”.
Pero supo darle la vuelta: prometió que daría a los parientes el 25% de sus beneficios en los siguientes cinco años, y que pagaría su seguro médico durante 10 años. Y, aunque la promesa fue recibida con pesimismo –el mercado daba por hecho que no iba a haber tales ganancias–, acabó cumpliendo. La firma se aprovechó de las emisiones del Tesoro en 2002 y 2003 para volver al redil, y entre la matriz y eSpeed acabaron ganando 150 millones de dólares de media en el quinquenio siguiente.
23 años después, Cantor Fitzgerald emplea a 13.000 personas, y ofrece todo tipo de servicios financieros. Lutnick, que tiene cuatro hijos, sigue al pie del cañón, y aspira a dar el salto a la política. Aunque ha sido donante del Partido Demócrata, participa activamente en la campaña de Trump, y ha recaudado unos 11 millones en el último año, según Bloomberg.
Su relación con el expresidente, que comenzó en 2008 cuando participó en The Apprentice, el programa de televisión del que por entonces no era más que un excéntrico millonario, le ha servido también para reforzar sus intereses en el bitcoin. El grupo, defiende, posee “un montón” de estas criptomonedas, de las que es el mayor defensor en Wall Street, y planea lanzar un negocio de financiación. Trump, que llegó a afirmar cuando era presidente que los criptos apoyaban su valor “en el aire”, lanzó esta semana su propia firma de criptodivisas, y ve en el sector un filón electoral.
Lutnick ha sido elegido por el republicano como uno de los encargados de supervisar la transición del Ejecutivo si vence en noviembre. Además, su nombre suena para formar parte del equipo de Gobierno. Con las encuestas más apretadas que nunca, ocurra lo que ocurra, el empresario tiene una ventaja vital: para alguien que ha renacido de sus cenizas, una derrota electoral no es gran cosa.
Una familia dedicada a las víctimas de los desastres
Ayuda a las víctimas. La hermana de Howard Lutnick, Edie, también trabajaba en Cantor, y se libró por suerte del atentado. Es la presidenta del fondo creado para auxiliar a las familias. La mujer de Howard, Allison, es la directora de operaciones de la entidad, que ayuda ahora a víctimas de todo tipo de desastres.