La manipulación de los tipos de interés o cómo criar las ovejas más caras del mundo
Para alimentar esa deuda ilimitada y aparentemente sin consecuencias con la que nos llenamos los bolsillos los ciudadanos es muy conveniente tener un banco central que no sea independiente, que destruya la moneda y que manipule el precio del dinero
Uno de los eufemismos más famosos de la historia lo pronunció el emperador Hirohito al anunciar la rendición de Japón en la Segunda Guerra Mundial tras los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki: “La guerra no se ha desarrollado necesariamente en beneficio de Japón”.
Otro de los mejores eufemismos jamás escritos es el mandato oficial del Banco Central Europeo, “mantener la estabilidad de precios”, definido como un aumento anual del IPC del 2% a medio plazo. Las últimas tres palabras de esta definición se añadieron recientemente, pero no se definió de qué plazo estamos hablando (¿5, 10, 15, 20 años?). En el año 2020 la Reserva Federal modificó su objetivo de inflación a “un 2% a largo plazo”. Inmediatamente, el BCE hizo lo mismo, como he mencionado anteriormente. Este cambio en el lenguaje aparentemente trivial e inofensivo fue muy importante, ya que clasifica como tolerables altas tasas de inflación por un período de tiempo indefinido e ilimitado permitiendo una más rápida destrucción monetaria.
Un aumento anual del 2% en los precios implica destruir el 50% del poder adquisitivo de los ciudadanos cada generación. Un objetivo absurdo en sí mismo e increíblemente peligroso. Como dijo Friedrich Hayek, Premio Nobel de Economía en 1974, “no es ninguna exageración decir que la historia es principalmente una historia de inflación, inflación generada por los gobiernos para el beneficio de los gobiernos” (el aumento de precios calculado por el IPC no es la inflación sino la consecuencia de la inflación, que consiste en el aumento de la masa monetaria y el crédito en circulación).
Desde la introducción del euro hace casi un cuarto de siglo, un período de tiempo lo suficientemente largo como para sacar conclusiones, la moneda ha perdido un 86% de su valor frente al oro a un ritmo del 9% al año. Llámenme ingenuo, pero yo no veo estabilidad por ninguna parte. El mandato del BCE estaría mejor definido como lo que es, “destrucción monetaria”. Y en ese sentido hay que alabar al banco central, ya que está haciendo un excelente trabajo convirtiendo la moneda en confeti. Me recuerda al sitcom The Big Bang Theory, en el que Sheldon se ríe de su amigo Howard porque es sólo un ingeniero de la NASA y no un astrofísico. Howard, enfadado, le indica que no respeta su trabajo a lo que Sheldon responde: “No hombre. Haces un gran trabajo. Lo que pasa es que no creo que tu trabajo merezca la pena hacerse”.
En el sistema político actual los votantes recompensamos a aquellos políticos que nos prometen una cornucopia de riquezas ilimitadas. Pero en la vida no hay nada gratis. Frederic Bastiat definía al Estado como “ese gran espejismo en el que todo el mundo quiere vivir a costa de los demás. Todo el mundo quiere vivir a expensas del estado y se olvida de que el estado vive a expensas de todos los demás”. Esa supuesta opulencia se financia con confiscación (impuestos medios del 65%), destrucción monetaria (la inflación no es más que el precio que los votantes pagamos por todas las riquezas y dádivas que los políticos nos convencieron de que serían gratis) y con emisiones masivas de deuda.
Para esa deuda ilimitada y aparentemente sin consecuencias con la que nos llenamos los bolsillos los ciudadanos es muy conveniente tener un banco central que no sea independiente, que destruya la moneda y que manipule groseramente los tipos de interés.
Los tipos de interés son el precio más importante de la economía y, como todos los precios, envían señales al mercado. Cuando los burócratas y los políticos manipulan la oferta monetaria y controlan los tipos de interés se envían las señales equivocadas que llevan a todo tipo de imputaciones erróneas del capital y que tienen consecuencias gravísimas. A los votantes les encanta el dinero gratis y los políticos, para seguir siendo votados, lo generan en cantidades ingentes. Asimismo, los tipos de interés bajos permiten al gobierno (y a los ciudadanos) endeudarse cada vez más.
La falsificación monetaria realizada por el banco central que emite pagarés de algo que no existe es el combustible que genera, entre otras cosas, el aumento del precio de la cesta de la compra o el aumento de los precios inmobiliarios (que, no nos olvidemos, no son fenómenos divinos o desastres atmosféricos sino algo que los ciudadanos hemos votado y elegido).
Y es que, cada acción e intervención tiene una consecuencia. En 1974, el equipo de beisbol de los Cleveland Indians, deseosos de atraer público a un estadio realmente lúgubre, hicieron una promoción de cervezas a 10 centavos. Al poco de empezar el partido los espectadores vagaban por el campo presentándose a los jugadores. El problema de verdad, que causó siete ingresados en urgencias y nueve detenidos, fue el precio equivocado y ridículamente barato de una sustancia casi tan intoxicante como el crédito barato e ilimitado.
Así que cuando vean que los precios inmobiliarios vuelven a estar en máximos históricos (aunque, en términos reales, ajustados por la inflación, los precios están al mismo nivel que en el 2013) piensen en las consecuencias del dinero (y la cerveza) barato.
Por mi parte, recién llegado de la Galicia más enxebre de la que soy originario (imagínense As Bestas), no se me olvidan las 33.000 hectáreas quemadas en mi zona hace dos años (el incendio más grande de la historia de Galicia, que ya es decir) y las ovejas más caras del mundo que se encuentran en un municipio cercano. Las ovejas y cabras bombero (de las que hablaré otro día) son una idea muy interesante para combatir incendios. Sin embargo, en algunos casos, para poder cobrar las subvenciones estatales y europeas y con el fin de poder alimentar a los animalitos a algunos paisanos locales les resulta más conveniente poner fuego al monte, lo que conlleva (además de la subvención) un coste por oveja de unos 250.000 euros (no es broma) debido a las labores de extinción a lo largo de los años (heridos, hidroaviones, etc.). Nos salen caras las chuletas.
Y es que, como decía mi abuelo, “filliño, polo pan baila o can”, “outra vaca no millo”. Traducción: hijo mío, por comer pan baila el perro. Otra vaca en el maíz. Sentido: por el interés de lograr algo se hace lo que sea y se añade otro problema a una situación ya desafortunada.