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La tribuna de los fondos
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Afrontando la incertidumbre: cómo invertir en fondos de inversión y salir ganando

Para conseguir que los ahorros mantengan su poder adquisitivo, no hay más remedio que asumir cierta inseguridad

Ucrania y Rusia
Un 'trader' en la Bolsa de Nueva York.Allie Joseph (AP)

Imaginando el futuro de sus ahorros dentro de diez años, suponga que le ofrecen elegir entre dos opciones. En la primera, perderá poder adquisitivo con certeza, con una disminución de entre un 2% y un 22%. En más de la mitad de las ocasiones, la pérdida superará el 10%. En la segunda opción, la probabilidad de que su capacidad de compra disminuya es solo del 4%. Con esta opción, además de ganar poder adquisitivo en el 96% de los casos, la pérdida máxima es solo del 15%. En cuanto al aumento de su capacidad de compra, exclusivo de esta opción, las ganancias reales superan el 35% con una probabilidad del 80%, y en treinta de cada cien veces, su dinero duplica su valor adquisitivo. ¿Cuál elige?

Estas dos opciones se basan en datos de los 152 periodos de 120 meses (10 años) comprendidos entre enero del 2002 y julio de 2024. Los datos para la primera opción son la rentabilidad media de fondos monetarios acumulada en periodos de diez años, menos la inflación española de esos periodos.

Según la estadística inferencial, rama que se ocupa de hacer predicciones basándose en una muestra de datos representativa, podemos afirmar que quienes se mantengan invertidos en fondos monetarios (o depósitos) durante diez años perderán capacidad de compra. Al tener acceso a todos los datos de fondos, a través de Morningstar Direct, y del IPC español (INE) podemos inferir probabilidades con un nivel de confianza muy elevado. En este caso, además, la hipótesis de que invirtiendo en fondos monetarios se pierde capacidad de compra al cabo de diez años es un suceso con muy poca variabilidad, pues se ha dado siempre en este siglo. Y eso antes de impuestos, cuyo efecto no se ha detraído en el cálculo de probabilidades de disminución de valor adquisitivo.

En la segunda opción, los datos se corresponden con la rentabilidad real acumulada en diez años de la media de fondos de la categoría de Renta Variable Global de capitalización flexible, es decir, pueden invertir en compañías de todo el mundo, ya sean grandes o pequeñas. He elegido esta categoría porque, a mi juicio, es la que ofrece mayor diversificación. Si bien las grandes compañías americanas han sido las claras ganadoras desde 2008, no fue así en el periodo anterior. Por eso, pensando en ahorradores cuyo objetivo es preservar su poder de compra dentro de diez años, me parece fundamental diversificar entre países, sectores, estilos y tamaños de compañías. Pero en todas las categorías de fondos de renta variable, cuyas referencias sean índices amplios no limitados a un país, sector o estilo, la probabilidad de pérdida real al cabo de diez años es inferior al 5%.

Cuando se trata de invertir, nuestra mente a menudo nos juega malas pasadas. Los seres humanos no somos naturalmente buenos para evaluar probabilidades, y esto se debe en gran parte a sesgos cognitivos que nos afectan a todos. Estos sesgos pueden distorsionar nuestra percepción del riesgo y llevarnos a tomar decisiones poco eficientes.

Uno de los sesgos más comunes es el sesgo de disponibilidad. Asignamos probabilidades con los datos que encontramos fácilmente a nuestra disposición. Después de un año en el que la Bolsa ha tenido un rendimiento negativo, es fácil caer en la trampa de sobrestimar la probabilidad de que ocurra otro año bajista. Este sesgo ocurre porque los eventos recientes o emocionalmente impactantes, como el año 2022, están frescos en nuestra memoria y, por lo tanto, parecen más probables de lo que realmente son. Sin embargo, los datos históricos muestran que los años de pérdidas en los mercados son relativamente escasos y que haya dos años seguidos con pérdidas es extremadamente improbable y, aun así, a la mayoría de los inversores les cuesta invertir tras un mal año de mercados.

Además, las personas tendemos a buscar y favorecer la información que confirma nuestras creencias preexistentes, lo que se conoce como sesgo de confirmación. Si un inversor cree que la Bolsa está cara, es probable que se enfoque solo en noticias o análisis que respalden esta visión, ignorando cualquier evidencia de que las valoraciones puedan ser sostenibles en el tiempo. Adicionalmente, tendemos a asignar probabilidades basándonos en nuestra experiencia personal, que puede ser extremadamente limitada y nada representativa de la realidad.

Las emociones también juegan un papel crucial en cómo percibimos el riesgo. Los eventos que provocan una fuerte reacción emocional, como las grandes caídas del mercado, suelen ser sobreestimados en términos de probabilidad futura. Mientras tanto, riesgos más sutiles, pero igualmente peligrosos, como la inflación, tienden a ser subestimados o incluso ignorados. Este desequilibrio puede llevarnos a sobrevalorar la seguridad de inversiones como los fondos monetarios, a pesar de que los datos indican claramente que, a largo plazo, es muy probable que estas inversiones supongan una pérdida de poder adquisitivo.

Superar estos sesgos cognitivos y emocionales es clave para tomar decisiones de inversión más eficientes. Al reconocer estos pensamientos, los inversores pueden adoptar un enfoque más racional basado en datos y probabilidades, en lugar de dejarse llevar por percepciones distorsionadas o por el miedo a riesgos improbables. Para ayudarle le sugiero que pida ayuda a un asesor profesional.


Marta Díaz-Bajo es socia directora de estrategia de atl Capital.

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