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La tribuna de los fondos
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

¿Simplemente otro agosto volátil o hay algo más?

Lo ocurrido hasta ahora no merece más etiqueta que la de una simple corrección, pero puede haber dejado mar de fondo

Pantallas de la Bolsa de Japón.
Pantallas de la Bolsa de Japón.

Que agosto suele ser malo para los mercados es un mito más que una realidad, pero para qué vamos a racionalizar, tirando de estadística, después de este arranque apoteósico. Sus tres primeras sesiones provocaron un revolcón en los mercados, acapararon titulares, desataron nuevas narrativas y sobresaltaron a más de un veraneante. Desde entonces, las cosas se han ido calmando, aunque hemos tenido jornadas rabiosas. Lo más llamativo ha sido la literatura que ha adornado y sigue adornando el devenir de la actualidad.

Una de las ventajas que tenemos en Abante es que coinvertimos con algunos de los mejores gestores del mundo. Personas y equipos que tienen que interpretar el entorno y las noticias y tomar decisiones de inversión. En momentos de zozobra, todo el mundo se ve obligado a dar una opinión. En una de estas comunicaciones, un experimentado gestor hablaba de “un momento de locura de verano”, y desde Gavekal, una de nuestras lecturas diarias favoritas, titulaban humildemente uno de sus artículos Más preguntas que respuestas.

En plena celebración de los Juegos Olímpicos, a modo de metáfora, se me venía a la cabeza la extraña, en palabras de los expertos comentaristas, final de barra fija de gimnasia masculina, plagada de caídas, alguna de ellas estrepitosa, o para los que no hayan seguido el día a día de los mercados, esa foto viral del tirador turco, ganador de la medalla de plata, impertérrito y con la mano en el bolsillo.

Lo cierto es que es difícil discernir si lo ocurrido ha sido solo un susto, en un momento donde la complacencia era alta y los volúmenes y la liquidez bajos, o si, de fondo, hay algo más preocupante.

Los mercados llevaban subiendo, casi sin descanso, desde finales de octubre de 2023. El S&P 500 llegaron a marcar 33 máximos históricos en el primer semestre de 2024. Los mercados de crédito también han acompañado. En el podio, de nuevo, la tecnología, aupada por los semiconductores y la excitación alrededor de la inteligencia artificial. La consecuencia, una enorme dispersión sectorial y algo insólito: un altísimo grado de concentración (el mayor de la historia) de los índices en unos pocos grandes valores.

A mediados de julio, se inició una fuerte rotación sectorial. Las grandes tecnológicas comenzaron a sufrir y tomaron el relevo los sectores más value y las pequeñas compañías, que estaban muy rezagadas. El detonante fue un mejor dato de inflación en EE UU, que reactivó las expectativas de bajadas de tipos por parte de la Fed. Adicionalmente, el mercado anticipó una aplastante victoria republicana, tras el debate entre Trump y un débil Biden y el frustrado magnicidio en plena campaña.

En la segunda mitad de julio, coincidiendo con el estreno de la temporada de resultados empresariales, vimos un fuerte incremento de la volatilidad, con días de fuertes caídas de las tecnológicas (Nvidia llegó a perder cerca de un 25% desde sus máximos), seguidas de grandes subidas. Lo más interesante es que los analistas empiezan a escudriñar el gasto en IA y se preguntan cuándo se van a monetizar las ingentes cantidades de dinero que se están invirtiendo y quiénes serán los ganadores. El abandono de Biden en favor de Kamala Harris, que ha sido capaz de dar la vuelta a las encuestas, y el aumento de las tensiones en Oriente Próximo también añadieron incertidumbre.

A pesar de la rotación, julio tuvo un buen cierre, y entonces, llegó agosto. En sus tres primeras sesiones, el S&P 500 bajaba un 6%, el Nasdaq, un 8%, y las pequeñas compañías, casi un 10%. Los más castigados, los semiconductores, perdían casi un 25% desde sus máximos. Europa cedía más del 6%, lastrada por los bancos, que superaban el 10% de caída. Japón se llevó la peor parte, con una histórica caída superior al 12% en la sesión del lunes 5. Un 20% abajo en tres días. También vimos el indicador de volatilidad, VIX, superar niveles de 65, una lectura muy extrema, solo comparable al de la covid o a la caída de Lehman en 2008.

¿Cómo se explica este cambio de humor del mercado? No existe una explicación única, sino una conjunción de factores técnicos, fundamentales y de sentimiento. El 31 de julio, el Banco de Japón decidió, por sorpresa, subir los tipos de interés del 0,1% al 0,25%, lo que provocó una fuerte apreciación del yen (más del 12% desde sus mínimos contra el dólar) que desencadenó el cierre masivo de posiciones en el carry trade favorito de muchos operadores del mercado (endeudarse en yenes a tipos bajísimos para transformarlos en dólares e invertirlos en el mercado de acciones de EE UU). Las estrategias cuantitativas y los fondos sistemáticos, en momentos de alta volatilidad, también contribuyen a amplificar los movimientos de corto plazo.

La publicación de datos de actividad manufacturera y de empleo peores de lo esperado en EE UU hizo que resurgieran las voces de un escenario de recesión a la vista, y con ello, un fuerte movimiento en el mercado de bonos. El mercado llegó incluso a vaticinar que la Fed bajaría de golpe 50 puntos básicos en su reunión de septiembre o, incluso, realizar una intervención de urgencia, lo que se llevó las tires de los bonos soberanos fuertemente hacia abajo, hasta 70 puntos básicos de caída, por ejemplo, en el caso del bono estadounidense a 10 años.

Algunos resultados empresariales añadieron algo de nerviosismo, con varios de los siete magníficos decepcionando, lo cual era fácil que ocurriera si tenemos en cuenta que alguna estaba priced for perfection. También hubo señales de que el consumidor está empezando a cerrar la cartera. McDonald’s, Airbnb y Ryanair, representativas del gasto de un ciudadano medio, apuntan a que sus ventas se están desacelerando.

Tras esas tres primeras jornadas convulsas, los mercados se fueron calmando. En una gran parte del mercado, lo ocurrido hasta ahora no merece más etiqueta que una simple y normal corrección. La duda es si ha dejado algo de mar de fondo. La respuesta es imposible de dar ahora mismo. Los datos macro y los resultados empresariales de los próximos trimestres nos darán más luz sobre la fortaleza o no de la economía. Mientras, nuestro mejor consejo es olvidarse del ruido, centrarse en los fundamentales de las inversiones, construir carteras robustas que nos permitan permanecer invertidos a pesar de los avatares del mercado, controlar las emociones y, en la medida de lo posible, disfrutar del verano.

Marta Campello es socia y gestora de fondos en Abante

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