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A fondo
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Logros y retos de Kamala Harris hacia la Casa Blanca

La nueva candidata habrá de ser muy cuidadosa con su asociación con Biden, cuya gestión desaprueban muchos en EE UU

Kamala Harris
La vicepresidenta de EE UU, Kamala Harris, el 30 de julio en Atlanta (Georgia).Dustin Chambers (REUTERS)

En una semana, Kamala Harris ha recaudado 200 millones de dólares, conseguido 170.000 nuevos voluntarios para trabajar en su campaña y mejorado sus índices de preferencia. Y, más importante, ha resucitado al Partido Demócrata, ahora motivado, esperanzado y unido en torno a ella.

Para comprender el fuerte valor de lo anteriormente dicho, habría, como en las películas, que poner el rótulo One week before… (una semana antes). La semana previa fue septimana horribilis, horrible para los demócratas. Trump encabezaba las encuestas de estimación de voto, superando a Biden (+6%). La terrible imagen de este en el debate televisado dio a Trump munición electoral y causó profundo desánimo entre demócratas. El frustrado atentado contra el republicano y su desafiante actitud con la cara ensangrentada y el puño en alto le dieron aire de invencibilidad. La convención republicana, en que Trump fue elegido candidato y presentó a su vicepresidente (J. D. Vance) fue un paseo triunfal que le aupó aún más en las encuestas.

La depresión en que se sumieron los demócratas, condenados a apechugar con Biden, solo tuvo parangón con la que vivieron con Jimmy Carter en 1980, frente a Ronald Reagan. Carter y Biden, bienintencionados… pero condenados al fracaso. Ambos, presidentes de un solo mandato. Carter, porque perdió las elecciones a favor de Reagan. Biden, porque se vio obligado a renunciar cuando los líderes demócratas y los financiadores de su campaña electoral, le pidieron –privadamente y en público– que dimitiera como candidato: George Clooney, mediante carta en el NYT, y Barack Obama, con una filtración a medios. Y líderes demócratas, Pelosi, Schumer…. Cuando Biden anunció que no se presentaba a la reelección –como hizo, también en televisión, “LBJ” Johnson en 1968– y que apoyaba a su vicepresidenta, Kamala Harris, como candidata, los signos del zodíaco sonrieron al unísono para los demócratas.

Harris heredó de Biden su organización y financiación de la campaña electoral. No es que los demócratas hicieron de la necesidad virtud, sino que forzaron la realidad para cambiarla y conseguir un nuevo terreno de juego, con más posibilidad de ganar las elecciones presidenciales y la necesaria renovación de senadores y congresistas. Esa posibilidad ha dado rienda suelta al optimismo desbordado en las filas demócratas y potenciales votantes, y en medios de comunicación (CNN, MSNBC, NYT, Washington Post, Bloomberg, etc.) que están apoyando a Harris todo lo que pueden.

Kamala tiene los pies en la tierra en infinita mayor medida que sus seguidores: es consciente de los retos y limitaciones que tiene por delante. Los expertos demócratas piensan igual. Una cosa es transmitir optimismo, motivación, memes y carcajadas en TikTok –como hacen comentaristas demócratas– y, otra, perder la objetividad. Por esto, Kamala repite sin cesar: “Somos el underdog” (el tapado). Literalmente, la candidatura con menos posibilidades de ser elegida, al menos hoy. Kamala sabe que debe actuar de esta manera porque no confunde los deseos con los datos. Y estos dicen que Trump continúa liderando las encuestas. Supera a Kamala por 2 puntos porcentuales (+2%) –media aritmética de 35 encuestas analizadas por el NYT en la última semana de julio–. Es verdad que esa ganancia está contemplada en el margen de error de la mayoría de los sondeos. En otras palabras: la carrera electoral, hoy, es impredecible y la proyección de resultados de cara al 5 de noviembre muestra que ambos candidatos estarían muy empatados en voto popular.

Pero el sistema electoral norteamericano es indirecto: los votantes eligen a unos delegados y, para ser presidente, el/la candidata necesita conseguir 270 delegados. Aquí, gana Trump a día de hoy, con 312 (potenciales) delegados, versus 226 para Harris. ¿Por qué? Porque Trump supera en 5 puntos (+5%) a Harris en los “battleground states” (Estados bisagra): Wisconsin, Arizona, Georgia, Míchigan, Pennsylvania, Carolina del Norte y Nevada. De hecho, Trump escogió a Vance como vicepresidente para apuntalar su ventaja en esos estados. Kamala tiene que ganar el voto de la clase trabajadora blanca.

La demócrata tiene a su favor el voto femenino, de las minorías (afroamericana, asiática y latina), de los jóvenes y de todas las familias demócratas. También Hollywood y las élites progresistas de las dos costas, que financian la campaña electoral. Aun así, “Kamala tiene que construir su imagen para darse a conocer al pueblo americano”, ha dicho Jamal Simmons, exdirector de comunicación de Harris, en CNN.

Harris tiene una sólida trayectoria profesional como fiscal, como senadora y como vicepresidenta. Ha de dar a conocer sus logros. De los últimos cuatro años, Kamala podrá hacer propios lo conseguido por la administración Biden, la que más proyectos legislativos ha logrado desde Lyndon Johnson (1964-68). También en lo económico: el PIB creció un 2,8% en el segundo trimestre de 2024, y el empleo, que no deja de incorporar 200.000 trabajadores de media mensual desde 2021, está en máximos históricos.

Sin embargo, Kamala habrá de ser muy cuidadosa en su asociación con Biden, porque el 56% de los americanos desaprueba su gestión y el 66% dice que el país va en la dirección equivocada. Harris es fuerte en cuestiones sociales, ambientales y de inmigración; su visión es radicalmente opuesta a la de Trump.

La suerte no está echada. Antes de la dimisión de Biden, el título de la película era Crónica de una muerte anunciada. Hoy, dos títulos parecerían pertinentes: The Audacity of Hope (La audacia de la esperanza, título de una obra de Barack Obama), y/o Becoming (Mi historia, libro de Michelle Obama). Harris aún debe elegir vicepresidente. A pesar de las actuales reticencias de Trump, posiblemente habrá debate televisado.

La carrera electoral está abierta hasta el 5 de noviembre.

Jorge Díaz Cardiel es socio director de Advice Strategic Consultants, autor de ‘El Nuevo Deal de Biden-Harris’

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