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Editorial
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El riesgo de mercado que entraña Le Pen, lejos de estar conjurado

Cabe esperar que los inversores sigan nerviosos, al menos, hasta el domingo

CINCO DÍAS
Jordan Bardella
Jordan Bardella, presidente de Agrupacion Nacional, en París, el lunes.Benoit Tessier (REUTERS)

El viejo refrán de comprar con el rumor y vender con la noticia invita a tomarse con distancia las reacciones de los mercados a fenómenos más o menos esperados. La Bolsa cotizó ayer con subidas la primera vuelta de las elecciones francesas, un ascenso bajo cuya sombra cabría argumentar que los resultados han sido mejores de lo esperado. Pero, y aquí vuelve el viejo refrán, el mercado ya había respondido con un fuerte castigo a los activos franceses (también a los italianos, y en menor medida a los españoles y de otros países de la UE) a la apresurada convocatoria de Emmanuel Macron tras su derrota en las elecciones europeas. El gambito no surtió efecto: la favorita era Marine Le Pen y la favorita ha ganado. El resultado, con todo, no garantiza una mayoría absoluta de su partido: las proyecciones del resultado de anteayer dejarían a Le Pen a una decena de escaños de los ansiados 289 que forzarían a Macron a cohabitar.

Estas proyecciones no tienen en cuenta a los candidatos que, pasando a segunda vuelta, renuncien a ella para concentrar el voto contrario a la extrema derecha. Ha sido la política habitual en comicios anteriores, y ha servido para parar los pies a la extrema derecha, pero el impacto hoy es incierto, por la ventaja de Le Pen y porque la elevada participación en la primera vuelta dificulta extrapolar experiencias pasadas.

El mercado tiene, pues, al menos tres capas de incertidumbre: en qué medida los movimientos contrarios a Le Pen unirán fuerzas, qué resultado depararán estos movimientos y qué posturas adoptará, si gobierna, el partido de Le Pen. O, en similares términos, la coalición de izquierdas. La reacción al alza, el alivio, ante el resultado del domingo no es tanto en positivo (por lo que ha pasado) como en negativo: la extrema derecha no tiene el Gobierno de Francia garantizado.

Cabe esperar que los inversores sigan nerviosos, al menos, hasta el domingo. No tanto por compromiso democrático, sino por puro pragmatismo: el auge de las fuerzas de extrema derecha es, a juzgar por su retórica, una amenaza para la Unión Europea y a la zona euro. En 2012 se pudo testar cómo digiere el mercado el riesgo de disgregación del proyecto europeo. Y los años 2016 en adelante han mostrado lo que ocurre cuando los votantes, en este caso británicos, se echan en brazos del nacionalismo populista. Está por ver si la extrema derecha hace lo que dice, pero, de momento, Le Pen sigue siendo un factor de riesgo.

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