El imperfecto trotamundos busca el momento perfecto para la OPV de Golden Goose
Silvio Campara, CEO, de la firma de moda de lujo, da marcha atrás en sus planes de salir a Bolsa por la incertidumbre política y la volatilidad de los mercados
Ha sido una de las noticias de la semana, y puede que lo sea también del mes. El miércoles, la marca de moda –especialmente calzado– de lujo Golden Goose dio marcha atrás a sus planes para salir a Bolsa. Justo después de anunciar el precio de salida de sus acciones, unos 9,75 euros por título, la firma se descolgó con un comunicado en el que paraba toda la maquinaria.
“El deterioro significativo de las condiciones del mercado tras las elecciones al Parlamento Europeo de este mes y la convocatoria de comicios en Francia han impactado al desempeño de los mercados, explicaba Golden Goose en su escrito. Con su ahora abortado estreno del próximo día 21 en la Bolsa de Milán, la empresa esperaba recaudar cerca de 600 millones de euros y recibir una valoración de unos 1.700 millones. Ahora, Golden Goose se limita a decir que volverá a evaluar la decisión “a su debido tiempo”. El fondo de inversión Permira es dueña de la firma tras adquirirla hace cuatro años por 1.300 millones de euros a otro fondo, Carlyle.
En el frenazo, además de la propia Permira, ha tenido mucho que ver Silvio Campara (Italia, 1979), CEO de Golden Goose desde 2018. Casado, según su Facebook, con la también empresaria del mundo de la moda Giovanna Mezzasalma, se le atribuye el mérito de haber convertido una empresa de nicho en un gigante que en 2023 tuvo ingresos por valor de 587 millones de euros, un 18% más que el año anterior, y un ebitda ajustado de 200 millones, un 19% más que en 2022. Y este año no ha empezado mal. En el primer trimestre, la empresa registró 148 millones de euros de ingresos, un 12% más que en el mismo periodo de hace un año, y un ebitda ajustado de 54 millones, un 17% más que un año antes.
Tras estudiar el grado de Economía y Dirección en Moda y Diseño en la privada Universidad Luigi Bocconi (Milán), Campara empezó muy pronto a dar vueltas por el mundo. En 2004, dio comienzo a su carrera profesional trabajando como coordinador de eventos en la firma de moda británica Alexander McQueen. De ahí dio el salto en 2006 a Armani, donde, explica Golden Goose, diseñó y estructuró el sistema minorista de la empresa en Asia y Australia.
La experiencia le obligó a pasar años moviéndose entre sitios tan dispares como Japón y Hong Kong, algo de lo que daba cuenta allá por 2008 en su cuenta de Facebook. Así, mientras que a mediados de septiembre Campara reconocía estar en Tokio, apenas unos días después anunciaba a sus seguidores que se trasladaba a Hong Kong: “Ciudadano de Hong Kong, pero muy italiano en mi interior”, decía. Unas semanas después, volvía de nuevo a Tokio mientras, entre viaje y viaje, buscaba días en los que pasar tiempo en Milán.
Tanto viaje dio vuelo a la carrera de Campara, que en 2009 empezó a trabajar en fondos de inversión como gestor especializado en operaciones de compras corporativas, en las que un determinado equipo directivo adquiere una empresa tras recibir un respaldo inversor externo. Durante ese tiempo, estableció una larga y provechosa colaboración con Style Capital, donde lideró la expansión de la empresa de ropa Sundek –de California–, ejerciendo como director de marca y exportaciones. Finalmente, aterrizó en 2013 en Golden Goose como director comercial para darle un nuevo impulso. En 2018, su buen hacer lo convirtió en CEO.
Campara, explican los analistas, ha encontrado la manera de conectar con los valores de las nuevas generaciones de consumidores de lujo apelando a la tradición, la sostenibilidad y el carácter artesano que impregnan las creaciones de Golden Goose, lo que les confiere un estudiadísimo aspecto de prendas imperfectas y descuidadas. Pero que nadie se engañe: el precio de las zapatillas aparentemente desgastadas de la marca –que viste a la rutilante estrella del momento, la cantante Taylor Swift– con frecuencia supera los 500 euros.
El diseño de su calzado es toda una filosofía: “El mayor error que me llevó a ser el Silvio de hoy fue creer que existía la perfección. La vida no es una representación teatral, es un viaje”, argumenta el propio Campara en la web de Golden Goose. Siguiendo este pensamiento, la empresa estrenó recientemente en Milán un taller en el que, a cambio de unos 100 euros, pueden hacer reparaciones de zapatillas a medida.
Esta semana, sin embargo, Permira, la dueña de Golden Goose, ha dejado por el momento aparcado el sentido de aventura de la firma en todo lo relacionado con la salida a Bolsa. Por el retrovisor contempla un volátil mercado que ya les había llevado a apostar por el extremo inferior de la horquilla de precios para las acciones de Golden Goose y, sobre todo, el ejemplo de Dr. Martens, un fabricante de botas cuyas acciones han perdido un 78% de su valor desde que salieron a cotizar. Con los inversores no hay imperfección que valga.
Amante de la artesanía
Una de las apuestas más importantes para Campara en los últimos años es la tienda de Milán en la que Golden Goose ha empleado a jóvenes artesanos con los que repara zapatillas. “Son capaces de producir cosas únicas con sus manos. La artesanía crea afecto”, confiesa al New York Times.
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