Claves: quién puede tirar la primera piedra en energía, y la recuperación salarial que llega tarde, mal y nunca
En la transición verde, nadie es perfecto
Teresa Ribera, vicepresidenta tercera del Gobierno, aseguró ayer que es “absolutamente neutra” en el conflicto entre Iberdrola y Repsol en torno al presunto ecopostureo de la segunda, un día después de haber publicado un ambiguo tuit en el que señalaba la importancia de que el asunto haya llegado a los tribunales. Los precedentes de Ribera, acusando a la petrolera de “negacionista” y “retardista”, dan a entender que suscribe la denuncia de la eléctrica. Sea como fuere, sería más productivo para todos buscar los puntos en común, que son muchos, que las diferencias. Es verdad que hay greenwashing, y que las empresas tienden a inflar sus credenciales ecológicas, pero es difícil encontrar quién puede tirar la primera piedra en el sector. El propio Gobierno se ha enfrentado a eléctricas como Iberdrola, fijando un impuesto temporal a sus ingresos, por considerar que se han disparado al hilo de la crisis energética. Es más: el sustantivo ecopostureo bien podría usarse para el Ejecutivo, que acusa a otros de retardismo, mientras aprueba en Europa un retraso de la prohibición de los vehículos de combustión, a fin de proteger el empleo de la industria.
Ouigo e Iryo tienen pulmón público... exactamente igual que Renfe
Renfe habla del pulmón público de Ouigo e Iryo como si la propia operadora española fuera una pequeña empresa privada que se ha abierto camino en un mercado ultracompetitivo, y no otra compañía del Estado, que ha disfrutado de décadas de monopolio. La liberalización del transporte de pasajeros ha afectado duramente a los márgenes de la ferroviaria española: del 20% al 10%-12%, según S&P. Es de desear que la guerra de precios se vaya suavizando una vez las nuevas compañías hayan ganado presencia en el mercado, pero Renfe debe acostumbrarse a que ya no está sola.
La recuperación salarial llega a España tarde, mal y nunca
La inflación llegó antes a España que a la mayoría de los países europeos, y empezó también antes a desacelerarse, mientras que los salarios de los españoles han ido en sentido contrario: por detrás. Así que era ya hora de que ganaran un poco de terreno respecto a los de los vecinos. En el cuarto trimestre del año pasado, crecieron en este país un 4,2%, un poco más que el 3,8% de la UE, según los datos de Eurostat.
Precisamente, la devaluación salarial real de los españoles es lo que ha ayudado a mantener el empleo en niveles aceptables en términos históricos, y a sostener la competitividad de la producción del país. Pero a los ciudadanos cada vez les cuesta más pagar por los productos y los servicios.
La frase del día
“Me salen rentables las polémicas por cosas como cobrar por ir al baño en el avión, siempre que no sean temas de seguridad. El tartazo que me dieron el año pasado dio la vuelta al mundo e hizo que las reservas aumentaran durante los siguientes tres o cuatro días”
Michael O’Leary, CEO de Ryanair
¿Las personas conflictivas nacen, o se hacen en las redes sociales?
¿La persona conflictiva nace, o se hace? Quizá sea un debate como el del huevo y la gallina, pero un estudio publicado en Nature sugiere que no son los algoritmos de las redes sociales los que provocan la toxicidad de sus conversaciones, sino que viene de serie con sus usuarios. En realidad, da un poco igual: las plataformas explotan las malas actitudes para enganchar a los cibernautas a sus plataformas. Los investigadores del estudio citado creen que se podría combatir esta actitud, pero la cuestión es si a las redes les conviene. Ahí está Twitter, ahora X, que lleva años sobreviviendo sin salir rentable, pero que sirve a sus dueños para que se propaguen todo tipo de ideas, aunque sea difícil discernirlas entre un mar de ataques pasivo-agresivos.
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