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Análisis
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

¿Realmente se pueden integrar criterios ESG al invertir en deuda soberana?

Para abordar esta cuestión, es esencial adoptar un enfoque que vaya más allá de las métricas tradicionales

Sakorn Sukkasemsakorn (Getty Images)

A pesar de su considerable tamaño, el mercado de deuda soberana ha sido objeto de estudios bajo criterios medioambientales, sociales y de gobernanza (ESG) menos sistemáticos que otras clases de activos de inversión. Esto se debe en parte a que los inversores no entienden del todo cómo integrar las cuestiones ESG en el análisis de la deuda soberana. Sin embargo, existe un creciente interés por ello, con un número cada vez mayor de publicaciones académicas y profesionales que analizan cómo dichos factores pueden afectar a las valoraciones.

Desde el punto de vista del impacto, el análisis ESG soberano puede ayudar a los inversores a alinear sus carteras con sus propios valores y objetivos sostenibles. Esto es especialmente relevante en el caso de la deuda soberana, en la que los bonos etiquetados (es decir, bonos verdes, bonos sociales, etc.), que podrían ser utilizados por los inversores para financiar la transición energética de un país o los objetivos de desarrollo sostenible (ODS), son solo una fracción de la deuda corporativa. Este es particularmente el caso de la deuda soberana de los mercados emergentes, donde la emisión de bonos públicos etiquetados no es tan frecuente como en la Unión Europea. La evaluación de los criterios ESG de la deuda soberana permite a los inversores resolver este problema y determinar por sí mismos qué países necesitan financiación para el desarrollo sostenible y cuáles son capaces de alcanzar los objetivos correspondientes o están ya en el buen camino para ello.

La integración de los factores ESG en el análisis de la inversión en deuda soberana también puede proporcionar a los inversores una comprensión más completa de los riesgos y oportunidades asociados a sus inversiones, lo que, a su vez, puede repercutir en la solvencia de los propios emisores.

Por ejemplo, la buena gobernanza se considera el criterio ESG más importante para la deuda soberana y se ha incorporado ampliamente a los modelos de calificación crediticia y a las valoraciones. Los inversores pueden buscar medir la estabilidad política de un país, la eficacia gubernamental y reguladora, la solidez institucional, los niveles de corrupción y el Estado de Derecho.

Los parámetros medioambientales y sociales, como la pérdida de biodiversidad, la escasez y gestión del agua, la mitigación y adaptación al cambio climático, la dependencia de la tercera edad y la seguridad alimentaria, son igualmente importantes. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), la vulnerabilidad o resistencia de un país al cambio climático puede tener un efecto directo en su solvencia crediticia, sus costes de endeudamiento y, en última instancia, la probabilidad de que incumpla el pago de su deuda soberana. Las investigaciones del FMI han descubierto que un aumento de 10 puntos porcentuales en la vulnerabilidad al cambio climático se asocia con un incremento de más de 150 puntos básicos en los diferenciales de la deuda pública a largo plazo de las economías en desarrollo. En cambio, una mejora de 10 puntos porcentuales en la resistencia al cambio climático está vinculada a una disminución de 37,5 puntos básicos en los diferenciales de los bonos. Por último, la debilidad de las estructuras sociales también puede exponer a los países a impactos económicos repentinos y a rebajas de la calificación crediticia, como se vio tras la pandemia de la Covid-19.

Al evaluar el perfil y las tendencias ESG de un país, los inversores pueden obtener información adicional sobre su viabilidad financiera a largo plazo. La integración de los factores ESG en el análisis de la inversión en deuda soberana requiere el acceso a fuentes de datos fiables y a marcos analíticos sólidos. Esto no siempre es así, y no existe consenso sobre el marco ESG apropiado a la hora de desarrollar estrategias de inversión en deuda soberana. Sin embargo, recientes informes han sacado a la luz varios retos que deben abordarse para que la inversión ESG en deuda soberana sea más eficaz a la hora de detectar riesgos y conducir a resultados positivos.

Una de las cuestiones más críticas es el sesgo arraigado de los ingresos, que los inversores de los mercados emergentes han señalado como una de sus principales preocupaciones sobre la inversión soberana ESG. Un estudio del Banco Mundial en el que se comparaban las puntuaciones soberanas en materia ESG de varios proveedores de datos reveló que están muy correlacionadas y que aproximadamente el 90% de la puntuación puede explicarse por la renta nacional de un país. En otras palabras, cuánto más rico y desarrollado es un país, más alta es su calificación ESG. Así pues, aunque los países de mercados emergentes son los más necesitados de las inversiones necesarias para cumplir sus ODS para 2030, sus puntuaciones agregadas ESG no ofrecen una imagen completa de su potencial de transformación o de sus riesgos relativos, dado su nivel de desarrollo.

En definitiva, la integración de factores ESG en las inversiones en deuda soberana emerge como una necesidad crítica en el panorama financiero actual, con una importancia creciente para los inversores. No obstante, este importante desafío que se plantea a través del sesgo arraigado por los ingresos es crucial, especialmente en los mercados emergentes. Para abordar esta cuestión, es esencial adoptar un enfoque que vaya más allá de las métricas tradicionales. Los marcos utilizados no deben centrarse únicamente en comparar las puntuaciones ESG de los países, sino que deben contextualizarse considerando el rendimiento ESG relativo, en comparación con lo esperado según su nivel de desarrollo y en comparación con otros países con unos niveles de renta comparables. Para ello, es esencial acceder a fuentes de datos fiables y lograr así inversiones más efectivas y alineadas con los principios sostenibles, realizar una revisión exhaustiva de criterios de exclusión (por conflicto o no cumplir con tratados internacionales, etc.), elaborar análisis detallados del impulso de las tendencias o hacer una evaluación rigurosa de los resultados económicos.

En última instancia, la integración ESG en la inversión en deuda soberana se posiciona como un componente clave para la toma de decisiones informada y responsable en el contexto financiero global.

Daniel Wild es responsable de sostenibilidad en J. Safra Sarasin Sustainable AM

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