El punto medio virtuoso del mercado hipotecario
La prudencia de la banca con los préstamos evidencia hasta qué punto la guerra contra la inflación de Fráncfort ha afectado al crédito, pero constituye también una prueba de madurez
El endurecimiento de las condiciones de financiación de la banca y la mordida de la inflación en la renta familiar de los hogares españoles ha propiciado un progresivo descenso en la concesión de hipotecas, tras un año 2022 en el que el mercado vivió un mayor dinamismo de operaciones. Un retroceso que se debe, en parte, al debilitamiento de la propia demanda, pero también a la exigente política de riesgos que la banca aplica a la hora de conceder los créditos, y que pasa por examinar cuidadosamente la solvencia de los clientes.
Lejos quedan ya los años en los que el sector financiero concedía sin problemas y, como se comprobó después, con exceso de alegría préstamos por el 80% del valor de tasación de la vivienda. Según los datos del Banco de España, hoy la práctica habitual es que el crédito hipotecario no supere el 60% del precio de la casa, lo que constituye el nivel más bajo desde el verano del 2015. Además, solo un 6,6% del total de los préstamos financian más del 80% del valor de la vivienda, la línea roja que fijaron los reguladores tras el estallido de la burbuja inmobiliaria.
La sobriedad y la prudencia de la banca a la hora de conceder préstamos evidencia hasta qué punto la guerra contra la inflación de Fráncfort ha pasado factura al mercado del crédito, pero constituye también una prueba de la madurez que ha alcanzado el mercado hipotecario español y de la capacidad de las entidades para aprender de los errores del pasado.
Desde el final de la pandemia, el BCE y el Banco de España han insistido de forma reiterada en la importancia de aumentar las provisiones y en el riesgo que supone el exceso de confianza. La banca, que ha hecho sus deberes y ha desempañado un papel fundamental durante esa crisis, mantiene unos niveles de mora en límites más que manejables, además de contar con unos balances saneados, que fueron especialmente reforzados durante el azote del Covid 19, y de un negocio bien alimentado por márgenes generosos, derivados de la política monetaria del BCE.
Todo ello permite plantear la necesidad de buscar un punto medio virtuoso entre una política crediticia de alto riesgo y una restricción de los préstamos que dificulte todavía más el ya difícil acceso a la vivienda que existe en España, un país donde la cultura de la propiedad sigue estando profundamente arraigada y donde el alquiler es todavía una opción secundaria y no exenta de problemas.
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