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Análisis
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El futuro de la energía solar en España

El país tiene la energía más barata de la historia en el momento más necesario y en medio de un desarrollo fotovoltaico masivo en todo el mundo

Energías renovables
OSCAR DEL POZO ( AFP / GETTY IMAGES )

Existe cierto nerviosismo en el sector energético y financiero español sobre la futura rentabilidad de la energía solar en nuestro país. Se habla constantemente de fagocitación entre productores solares y de una curva solar tan prolífica que hundirá el precio durante las horas de sol, que combinada con una futura relajación de los precios del gas natural puede llevar a un hundimiento de la rentabilidad de los parques solares. Este tipo de comentarios, a veces explicitados por grandes utilities del sector, ponen en alerta a entidades bancarias e inversores, dificultan la venta de PPA solares y siembran un manto de duda sobre nuestro sector energético más pujante.

Soy extremadamente escéptico con estas perspectivas, que no es la primera vez en mi vida que escucho. Pocas semanas después del inicio de los confinamientos, algunos prestigiosos analistas energéticos dijeron que, con el hundimiento del precio en los mercados eléctricos, el autoconsumo dejaría de ser rentable. La realidad es que quien se instaló un sistema de autoconsumo en la primavera de 2020 ya lo ha amortizado gracias al enorme incremento de precios eléctricos que se produjo año y medio después, así que cuidado con estas afirmaciones.

Para discernir cuestiones como esta siempre hay que atender a los principios más básicos. La energía solar fotovoltaica es la forma más barata de generar electricidad en España, con bastante diferencia sobre la segunda, que es la energía eólica. No solo lo es en España, lo es también en parte importante de los países del mundo. La Agencia Internacional de la Energía ya la definió en 2021 como la fuente de generación de electricidad más barata de la historia. Después de un convulso 2022 a nivel de inflación y suministro, el precio de los módulos solares ha continuado bajando y está actualmente en su precio mínimo histórico. La enorme capacidad de fabricación que tiene China, muy superior incluso a las mejores expectativas de instalación durante los próximos años, parece garantizar un precio estructuralmente descendente. De hecho, hace unos días el director del think tank australiano Climate Energy Finance indicaba que veríamos en unos meses un precio del panel que no esperaban hasta 2030.

Cuando hay algo que es tan barato y tan potencialmente disruptivo como la energía solar fotovoltaica, la creación de las estructuras para su aprovechamiento es algo inevitable y simplemente es cuestión de tiempo. El mundo va a aprovechar ese enorme potencial de generación eléctrica concentrado en las horas solares, ya que representa una oportunidad que no se puede dejar pasar. El almacenamiento, la electrificación, la mejora de la red eléctrica y las interconexiones entre países o la producción de hidrógeno verde se desplegarán sencillamente porque tenemos ese incentivo irresistible para que suceda.

Probablemente, la primera solución de que se implantará de forma masiva y a una velocidad que hoy no prevemos serán las baterías. El último informe de Bloomberg New Energy Finance (BNEF) sobre los precios de las celdas de batería confirma que se ha vuelto a la senda de descenso de costes interrumpida en 2022, con un coste de celda un 7% inferior al de 2021. Y el precio de la celda sigue bajando por razones productivas muy similares a las que operan en el caso del panel solar. En este momento el coste de una instalación de baterías de gran tamaño en España está por debajo de los 200 euros/kWh y todo apunta a que descenderá más en los próximos meses.

Ya hay 6,5 GW de proyectos de baterías con permiso de acceso a la red eléctrica concedido y varios GW más con el permiso solicitado, a la espera del desarrollo de los mercados de capacidad y del momento económico óptimo para hacerlo. Las proyecciones de instalación a nivel mundial para este 2023 están en 42 GW, que suponen más del doble de la capacidad instalada en 2022. El crecimiento exponencial de las baterías estacionarias recuerda al de la energía solar fotovoltaica en los últimos años, en este caso aprovechando las dinámicas industriales que ha propiciado la movilidad eléctrica que, sin ninguna duda, van a continuar.

La aparición de nuevas baterías basadas en el sodio en vez de en el litio es otro factor potencialmente disruptivo. Con densidades energéticas aceptables, son baterías que pueden ser un 30 o 40% más baratas que las de litio si alcanzan las escalas de fabricación adecuadas. Su uso generalizado en automoción puede ser algo más sensible, pero son perfectas para su uso como batería estacionaria. Empresas como BYD, CATL o Northvolt tienen distintos proyectos a gran escala que pueden situar a esta tecnología como el emblema del almacenamiento barato en cuestión de pocos años.

Los 128 proyectos de hidrógeno verde que actualmente hay planificados en España, que llegarían a sumar más de 10 GW de capacidad, los 2,5 GW de nuevas centrales de bombeo con permiso de acceso, el aumento de la interconexión con Francia por el Golfo de Vizcaya, el aumento de los vehículos enchufables y las bombas de calor para climatización y algunos proyectos de electrificación en la industria nos ofrecen distintas vías adicionales para el aprovechamiento de esta energía solar, que cuanto más se desarrolle más incentivo producirá para su aprovechamiento. El problema puede ser de desacompañamiento temporal entre la generación y el almacenamiento necesario, pero nunca de fagocitación perpetua.

Durante este año el mercado eléctrico ibérico ha estado sobre los 90 euros/MWh con un apuntamiento fotovoltaico que no llega al 20%. Son precios extraordinariamente rentables para cualquier planta solar. Para que una planta solar no fuese económicamente viable, debería darse un cúmulo de situaciones poco probable que, de suceder, paralizaría la inversión en generación y dispararía la instalación de almacenamiento, reduciendo fuertemente el apuntamiento en poco tiempo. Tan solo un precio del gas muy bajo que no se prevé, acompañado de un precio muy bajo de derechos de emisión que parece imposible, junto con la inexistencia de mecanismos de capacidad sumados a dificultades regulatorias para el desarrollo del almacenamiento, podría llevar a ese temido escenario de colapso fotovoltaico.

Francamente, eso es algo que tiene muy pocas posibilidades de suceder. Tenemos la energía más barata de la historia en el momento más necesario, en medio de un desarrollo fotovoltaico masivo a nivel mundial. Apostar por la energía solar es apostar a caballo ganador, a pesar de los agoreros.

Pedro Fresco es especialista en mercados energéticos y colaborador de Agenda Pública

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