La carrera de Milán o Londres por retener valores falla el tiro
Permitir el derecho de voto múltiple, como va a hacer Italia, no resuelve el problema de liquidez y el de burocracia
Italia se está esforzando por hacer más atractivo su mercado de valores. La primera ministra, Giorgia Meloni, se une a su homólogo británico, Rishi Sunak, para suavizar las normas de cotización de su país en un intento de frenar el éxodo de salidas a Bolsa de sus empresas. Al igual que pasa en Reino Unido, es posible que factores de mayor calado mantengan la fuga.
Meloni responde a una tendencia preocupante. En los últimos años, algunas empresas importantes han trasladado su domicilio social al extranjero. Entre ellas, Exor, el vehículo de inversión de la familia Agnelli, que se trasladó a Ámsterdam. La marca de moda Ermenegildo Zegna, por su parte, eligió Nueva York, con la esperanza de obtener una mayor valoración al otro lado del Atlántico. El día 7, el fabricante de camiones y tractores CNH Industrial, valorado en 13.000 millones de euros, anunció que abandonaría su cotización en Milán, Bolsa cuyas acciones tienen un descuento del 50% respecto a los valores mundiales, y se limitaría a cotizar en el mercado estadounidense, más líquido.
Este éxodo, unido a la escasez de nuevas OPV, hace que Milán corra el riesgo de convertirse en un páramo. En 2021, cuando alcanzó un máximo de 800.000 millones de euros, la capitalización total de la Bolsa de Milán era solo de 0,5 veces el PIB de Italia, la proporción más baja de las principales plazas europeas, frente a 1,5 veces en París y 1,7 veces en Ámsterdam, según datos del Ministerio de Economía italiano.
Para mejorar el atractivo de Milán, el Gobierno de Meloni tiene previsto permitir a los fundadores de empresas multiplicar sus derechos de voto hasta por 10 veces en el periodo previo a la cotización efectiva. La actual normativa italiana prohíbe a las firmas cotizadas emitir acciones con voto múltiple, salvo en forma de acciones de lealtad que confieren doble derecho de voto a los inversores que las posean desde hace al menos 24 meses.
Las empresas que se apresuran a cotizar en Países Bajos se sienten sin duda atraídas por su laxitud respecto a las empresas con acciones de doble voto. La adopción de normas similares puede tentar a algunas de las muchas compañías familiares que forman la columna vertebral de la economía italiana a considerar la posibilidad de debutar en el mercado local. Italia no es el primer país que sigue este camino: Gran Bretaña propuso en mayo conceder acciones con derecho de voto ilimitado a los consejeros de las empresas durante un máximo de 10 años.
Pero el atractivo de un mercado de valores depende de múltiples factores. Los participantes en el mercado se quejan de que la burocracia y el miedo a las disputas legales ralentizan las salidas a Bolsa en Italia. En última instancia, las empresas saldrán al parqué donde haya más liquidez, lo cual favorece a Bolsas como la de Nueva York. Además, Italia, al igual que Gran Bretaña, azotada por el Brexit, se enfrenta a problemas estructurales de mayor envergadura. Las dudas sobre la sostenibilidad de la elevada deuda pública de Roma elevan el coste de capital de las empresas cotizadas, deprimiendo sus valoraciones y haciendo que el mercado de Bolsa sea menos atractivo.
Lo ideal sería que las numerosas Bolsas nacionales de Europa se fusionaran. Se crearía así un mercado más amplio y líquido que rivalizaría con el de Nueva York, y menos influido por las preocupaciones internas de cada país. Hasta entonces, es probable que los tejemanejes de los políticos en materia de gobernanza arrojen resultados modestos.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías
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