La crisis de Portugal amenaza el resurgir del crecimiento
Una rápida resolución tranquilizaría a los inversores extranjeros y a sus socios de la UE
Es posible que Portugal tenga que guardar luto por su auge de una década. La dimisión del primer ministro António Costa por acusaciones de corrupción amenaza con socavar la capacidad del país para seguir repitiendo su éxito económico desde su rescate de 2011, ayudado por políticas fiscales favorables a las empresas. Una rápida resolución de la crisis política tranquilizaría a los inversores extranjeros y a sus socios de la Unión Europea.
“La dignidad de las funciones de primer ministro no es compatible con ninguna sospecha sobre su integridad, su buena conducta y menos aún con la sospecha de la práctica de cualquier acto delictivo”, declaró Costa a la prensa tras informar al presidente, Marcelo Rebelo de Sousa, de su decisión de dimitir. La fiscalía informó de que había nombrado sospechoso formal al ministro de Infraestructuras, João Galamba, y detenido al jefe de gabinete de Costa.
Los fiscales alegan que se produjeron irregularidades por parte de funcionarios del gobernante Partido Socialista de Costa en la gestión de importantes proyectos de extracción de litio e hidrógeno. No deja de ser irónico que las empresas portuguesas se hayan visto favorecidas en el proceso, ya que el país ha basado su éxito económico en el fomento de la inversión extranjera directa, con una entrada neta del 3,6% del PIB el año pasado, según el Banco Mundial.
Sin embargo, esa fue solo una parte de la razón del fuerte crecimiento de la economía portuguesa desde que salió de una debilitante crisis de deuda gracias a un rescate de 78.000 millones de euros del Fondo Monetario Internacional y sus homólogos de la zona euro. Ha hecho buen uso del dinero. La contención fiscal, con el déficit presupuestario prácticamente equilibrado este año, le ha permitido reducir la deuda pública del 135% del PIB en 2020, el año de la pandemia, al 108% este año, según el FMI. Y el flujo de ingresos por turismo también ha contribuido a los buenos resultados de la economía, con un aumento del PIB per cápita del 15% desde 2011, frente al 11% de los países de la zona euro.
Los rendimientos de la deuda soberana portuguesa, del 3,4% en el bono a 10 años, son ahora inferiores a los de España. No se movieron al conocerse la dimisión de Costa, lo que indica confianza en que su sucesor no se desviará de la senda de la prudencia fiscal. Existe un consenso entre los principales partidos políticos portugueses, incluidos los socialdemócratas de la oposición conservadora, en que no debería hacerlo. Corresponde ahora al presidente decidir si se justifican nuevas elecciones, o si el herido Partido Socialista puede seguir en el poder con su actual mayoría parlamentaria.
El riesgo es que el escándalo o un estancamiento político duradero provoquen el retraso de proyectos ecológicos clave. Los inversores y la Comisión Europea, que concede unos 22.000 millones de euros a Portugal en el marco de su plan de recuperación, necesitarán pruebas de que la podredumbre no es generalizada. Un primer paso sería que Lisboa reabriera los proyectos controvertidos y dejara claro que estarán abiertos a la competencia extranjera. Solo entonces una crisis política de envergadura se convertiría en un pequeño contratiempo en la historia de crecimiento de Portugal.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías
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