La gestión empresarial y sus retos en tiempos de hipercomplejidad tributaria
Las nuevas iniciativas regulatorias obligan a las compañías a adoptar medidas de gobernanza que les permitan sobrevivir y adaptarse
Uno de los retos clave del management empresarial en la actualidad, es el de una buena gobernanza fiscal, que reduzca las áreas de riesgo y controversia fiscal de las empresas y ofrezca certeza y consistencia como palanca estratégica de creación valor y reputacional a largo plazo para los diversos stakeholders de las empresas (clientes, trabajadores, accionistas y sociedad), una gestión de la función fiscal directamente conectada con la necesaria respuesta en tiempo real a cambios geopolíticos, económicos y de política fiscal en un contexto global que sufre alteraciones de manera acelerada y disruptiva. Por ello, el management, entendido en la actualidad como la gestión de la incertidumbre, debe de incorporar la buena gobernanza fiscal como factor clave de la planificación estratégica.
Realmente, hasta hace relativamente poco tiempo, la clave del crecimiento de una empresa, era lograr una inercia vender–facturar–cobrar que se consolidase en una exitosa cultura empresarial basada en la rentabilidad. Hoy en día, la sociedad exige empresas consistentes que, siendo por supuesto rentables y generadoras de valor corporativo, generen también valor social y busquen un equilibrio entre sus diversos stakeholders. Ahí es donde tiene especial relevancia el concepto tan mediático de la contribución fiscal empresarial.
Por ello, cada vez tiene mayor relevancia implantar sistemas de buena gobernanza fiscal en un ecosistema globalizado que tiende a una hipercomplejidad y a excesos de producción normativa (no siempre previsibles) en el ámbito tributario. Dentro de este ecosistema tributario, hemos tenido en los últimos años grandes cambios, por ejemplo, en materia de imposición directa (de la mano del Proyecto BEP de la OCDE, con Pilar I y su búsqueda de mayores potestades fiscales para las jurisdicciones de mercado y Pilar II con la imposición mínima global), en imposición indirecta (con una creciente digitalización y con sistemas de reportes y facturación casi en tiempo real) o en materia de fiscalidad medioambiental (con Impuesto al Plástico o el mecanismo de ajuste en frontera por carbono CBAM). Son iniciativas que obligan a las empresas a adoptar medidas de gobernanza que les permitan sobrevivir y adaptarse a un ecosistema tributario en constante transformación a nivel global y con mayores exigencias de reporte y transparencia por sus diversos grupos de interés. De esta manera, hemos comprobado cómo el blindaje de la soberanía fiscal y el mayor proteccionismo de los países, la digitalización de la economía, cambios en hábitos de consumo o en las conciencias sociales han incorporado cambios muy significativos en el ecosistema fiscal con el cual las empresas deben convivir y desarrollar sus planes estratégicos en una economía cada vez más global e interconectada.
Esta necesidad de gobernanza fiscal transciende a la existencia de políticas fiscales corporativas, manuales internos y procedimientos de reportes, y exige su efectiva ejecución y seguimiento periódico, y su adaptación y alineación con los objetivos del resto de áreas de negocio y de la propia estrategia global de la empresa, al buscar la consistencia del relato fiscal de la empresa y la materialización efectiva de la contribución fiscal como evidencia de la creación de valor social. En la actualidad las Administraciones tributarias ya valoran a aquellas empresas que pueden acreditar la implantación de sistemas de gestión y control de riesgo y reducción de la controversia fiscal, y lo deseable es que en el futuro puedan recibir de las Administraciones un trato acorde a su nivel de robustez, transparencia y colaboración, acreditable a través de su gobernanza fiscal, que se deberá asentar en la implantación efectiva de sistemas de prevención y reducción del riesgo fiscal basados en la búsqueda de la mayor certeza posible en el ámbito tributario.
No obstante, para este ambicioso objetivo de buena gobernanza fiscal en un ecosistema tributario cada vez más complejo, el management necesita contar con asesoramiento que incorpore tanto la eficiencia y escalabilidad de la inteligencia artificial como otros factores diferenciales que son claves a la hora de adoptar decisiones que impacten en la buena gobernanza fiscal.
De esta manera, con la implantación de una gobernanza fiscal adecuada basada en personas, políticas y controles específicos, se podrá gestionar el riesgo fiscal y conseguir a través de medidas preventivas, una reducción de la controversia tributaria, y con ello adaptar la gestión de la gobernanza fiscal a las continuas reformas y a los cambios de criterio de las Administraciones. Con ello, no solamente se reduce significativamente la percepción de la función fiscal como una de las áreas de riesgo en las agendas de los órganos de administración, sino que las empresas también podrán generar mayor valor corporativo y social y lograr el necesario equilibrio entre rentabilidad y objetivos ESG, ya que interactúan en un ecosistema global en el cual los stakeholders demandan empresas más consistentes en sus políticas fiscales y que respeten las nuevas tendencias que configuran la hoja de ruta de la transformación fiscal a nivel global.
Marcos Piñeiro Sanroman es socio del Departamento Fiscal de EY Abogados en Galicia
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