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Las claves
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Lo más parecido a la felicidad, la ley del embudo de las pensiones y una esperanza verde

Viajar de Madrid a Elche por 9 euros en 2 horas y 20 minutos se acerca a la alegría plena

CINCO DÍAS
Ouigo
Un tren de alta velocidad de Ouigo en la estación madrileña de Atocha.Pablo Monge Fernandez

En contrapartida al encarecimiento de los billetes de avión, está ocurriendo justo lo contrario con el tren, tras la esperada liberalización del tráfico de pasajeros. El beneficio que supone para las arcas públicas, a través de Adif, que se ha multiplicado por cuatro en un año, obliga una vez más al inútil pensamiento de por qué no se ejecutó antes.

Pero esa liberalización está lejos de ser completa, aunque ya abarque los tres principales corredores (Madrid con Barcelona, Levante y Sur), y la segunda fase del proceso se abordará de forma más individualizada. El incremento de la competencia viene a remendar el principal fallo del desarrollo de la alta velocidad en España: la eliminación de los trenes regionales, lentos pero asequibles, y que ha dejado muchos recorridos en manos del monopolio de los autobuses (y de Blablacar, para quien quiera arriesgarse a conversaciones imprevisibles con extraños). La felicidad es difícil de definir, pero que se pueda viajar de Madrid a Elche en tren por 9 euros (aunque sea solo en la etapa promocional), y en solo 2 horas y 20 minutos, debe de acercársele mucho.

El Gobierno aplica la ley del embudo a las cuentas del sistema de pensiones

El Gobierno aplica al sistema de pensiones la ley del embudo: los ingresos sí se atribuyen al Régimen General de la Seguridad Social, pero los gastos se reparten entre varios pagadores, entre ellos los Presupuestos Generales. Así se consigue que el déficit parezca menor del que es en realidad: hasta el 3,3% del PIB de este año, frente al 0,5% que señala el Ministerio de Inclusión y Seguridad Social. Quizás sirva para que se autoengañen los propios gestores, que a base de repetir mantras optimistas pueden terminar creyéndoselos. Mientras, el modelo va adelgazando más y más por la base, y engordando por la cúspide.

España, un ejemplo que da esperanza de cara a la transición verde

Una manera fácil, aunque destinada al desastre, de reducir la contaminación es disminuir la actividad económica (la pandemia fue un experimento involuntario). Lo difícil es crecer, o al menos mantenerse (a ciertas edades basta con eso) emitiendo menos gases de efecto invernadero. España lo consiguió en el primer trimestre (respecto al mismo periodo de 2022): aún está remontando del desplome por el Covid, más acusado que en los países vecinos, y su mix energético es más renovable. No se pueden sacar conclusiones definitivas de un plazo tan corto, y está por ver cómo sobrellevará la industria española y europea esta transición verde, pero el ejemplo español da esperanzas para confiar en que la economía puede ser más limpia sin tener por ello que quedarse confinada.

La frase del día

Tomamos la posición [de no invitar a Ucrania]al G20 porque es una organización de crecimiento y desarrollo y queremos que el foco sea ese. No es el Consejo de Seguridad de la ONU, su objetivo no es resolver conflictos

Subrahmanyam Jaishankar, ministro de Exteriores indio

El plus por cumplir la jornada no depende de cuánto dure esta, dicen los jueces

Pagar un plus por cumplir la jornada laboral, más en concreto por no tener más de una ausencia al mes, suena algo exótico (y más típico de países como Grecia, aunque España tampoco queda tan lejos), pero una vez aceptada esa posición de partida, el debate está en si deben cobrar la misma cantidad absoluta los empleados con jornada completa que los que la tienen reducida por cuidado de familiares, y, ya puestos, los que la tienen parcial. Según Aena y Enaire, no, pero según la Audiencia Nacional, que es la que decide, sí. Aduce además que, dado que la reducción de jornada la piden más mujeres que hombres, habría discriminación por sexo, si no apriorística, sí práctica. Es una cuestión interpretativa en última instancia, y para interpretar, precisamente, están los jueces.

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