Joe Lewis: en boca de indiscreto no caben secretos
El magnate británico está acusado de revelar información privilegiada y de hacer ganar millones de dólares a sus allegados
En Nueva York, un hombre enchaquetado de 86 años, con los flancos cubiertos y pupila contraída por los flashes de las cámaras, se escondía detrás de sus gafas de sol el pasado 27 de julio. 300 millones de dólares de fianza y un “no culpable” han sido suficientes para que Joe Lewis (Londres, 1937), vinculado al Tottenham Hotspur de fútbol, haya sido liberado. Pero el británico, residente en aguas bahameñas para evitar impuestos, ha perdido su pasaporte. Ahora deberá elegir entre sus propiedades de Florida, Georgia o Nueva York, donde tendrá que esperar a que escampe.
19 cargos por fraude de valores y conspiración y la orquestación de lo que el fiscal federal del distrito del sur de Nueva York define como “una descarada trama de uso de información privilegiada” son las acusaciones con las que se mueve el juzgado de la ciudad.
La imputación, publicada por Bloomberg, recoge que Lewis habría transmitido información confidencial sobre organizaciones en las que tenía intereses Tavistock Group, sociedad de inversión que capitanea, con más de 200 activos en 13 países.
Los beneficiados, su entonces pareja sentimental, Carolyn Carter, y los pilotos de su jet privado, Patrick O’Connor y Bryan Waugh, habrían ganado millones de dólares gracias a las (sospechosamente acertadas) recomendaciones sobre inversión de Lewis. Lo que el abogado de la acusación define como “error flagrante” puede ser algo más complicado, que quizás su fortuna, estimada en más de 6.000 millones de dólares según Forbes, no podrá aliviar.
Con dos hijos, parejas sentimentales considerablemente más jóvenes y una vida de lujos, Lewis es conocido por ser uno de los siete magnates más ricos del Reino Unido. Pero, aun siendo mentor para muchos, figura muy polémica para otros y poseedor de una colección de arte valorada en 1.000 millones de dólares, sus orígenes son otra historia.
Nacido en una familia judía en el East End londinense, también crecería ahí (en todos los sentidos): pasó de cobrar seis libras a la semana como camarero en el negocio familiar después de abandonar la escuela a expandir el pequeño emprendimiento, convirtiéndolo en una cadena de pubs temáticos que vendería en 1979 por 60 millones de dólares.
Ganancias que, además, supo rentabilizar. Comienza ahí el juego por el que realmente ganó fama mundial, el de las inversiones. Igual que George Soros, hizo su fortuna a costa del Miércoles negro, episodio en el que el Gobierno conservador británico se vio obligado a retirar la libra esterlina del mecanismo europeo de cambio en 1992. También se benefició de la venta en corto del peso mexicano previa a su devaluación en 1994. Eso sí, no siempre le ha salido bien la jugada: la compra inoportuna de una participación en Bear Stearns le costó unos 1.000 millones de dólares tras su quiebra en 2008.
Pero pese a su ostentosa fortuna, Lewis es, a ojos de su hija, un hombre tímido. Es más, el británico ha llegado a asegurar al New York Times que uno de los premios del éxito es el disfrute de este, en silencio. Un silencio que él no ha sabido guardar. Su imputación por operar en Bolsa con información privilegiada lo pone en el punto de mira de una trama de corrupción corporativa que incumbe al perfil de mayor peso en lo que llevamos de año.
“El Jefe”, que así lo llamaban O’Connor y Waugh, despojaba a las operaciones bursátiles de toda adrenalina porque parecía jugar sobre seguro: llegó a prestar a sus empleados medio millón de dólares para que invirtieran en Mirati Therapeutics, una compañía estadounidense de oncología que, después de conocerse el éxito de sus ensayos clínicos, se dispararía un 16,7% en Bolsa.
Espléndido es tal vez un término acertado para describir al multimillonario. Además de recomendaciones bursátiles, es conocido por obsequiar a su expareja con transferencias en efectivo por un valor aproximado de cien mil dólares al año. Cabe decir que los consejos de inversión que ofrecía a sus pilotos eran a modo compensatorio, por la ausencia de un plan de pensiones para ellos.
Ahora, dada la situación a la que se enfrenta, Lewis deberá andar con pies de plomo: son muchos los que acechan para sacar tajada de su caída. El magnate es conocido por su relación con el Tottenham Hotspur, aunque no haya sido activo en sus quehaceres. En octubre, de hecho, dejó de ser parte del fideicomiso familiar, dueño de 70,12% de Enic, filial de Tavistock que a su vez es propietaria del equipo del 86,58% del club de fútbol.
La polémica de los últimos días ha traído las primeras pujas (aunque no formales) por el equipo. Entre los posibles compradores hay caras muy conocidas, como la del cantante y productor musical estadounidense Jay-Z, para quien es “alcanzable” la adquisición, a sabiendas de que el valor de mercado de los Spurs ronda los 2.800 millones de dólares.
Quizás el club no sea la joya de la corona de la Premier League, ni tan siquiera permanece bajo control del inversor, pero la posición de Lewis comienza a cuestionarse igualmente, vaticinando lo que puede llegar a ser un daño irreversible. Eso sí, en 2008 supo recomponerse. 15 años han pasado y la pregunta de si podrá volver a hacerlo queda en el aire.
Polémica en Argentina
Es propietario de 12.000 hectáreas de la Patagonia (Argentina), incluyendo una residencia que impide el acceso libre al lago Escondido, por lo cual ha sido llevado a los tribunales.
Su residencia ha sido lugar de encuentro de poderosos como jueces, políticos y directivos de medios.
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