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Editorial
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Un Gobierno estable tras el 23-J

La economía, la sociedad y los mercados —que son los que inyectan dinero en España— necesitan que se imponga el rigor y el barullo cese

CINCO DÍAS
Elecciones generales 23J
Un residente español vota en el Consulado General de España, en Santo Domingo (República Dominicana).Orlando Barría (EFE)

Las últimas elecciones generales en España se celebraron en un entorno y ante un horizonte muy diferente del actual. Desde aquel noviembre de 2019, el mundo ha vivido en continuo sobresalto y se ha replanteado un buen puñado de certezas, principalmente, pero no solo, económicas. Una pandemia de una magnitud no vista en 100 años sometió a la economía a un coma inducido en 2020 y situó a los Gobiernos en un territorio inexplorado; posteriormente, el embotellamiento en las cadenas de suministros puso en jaque el complicado retorno de la actividad; la invasión de Ucrania por parte de Rusia en 2022 se tradujo en un grave choque energético y alimentó la peor escalada inflacionista en cuatro décadas. Ello forzó a los bancos centrales a responder con una brusca subida de los tipos de interés, la más agresiva de la historia en el caso de la zona euro.

España ha resistido bien esta sucesión de embates. Le ha costado más que a los países de su entorno recuperar el nivel de actividad previo a la pandemia, probablemente por el elevado peso en el PIB del turismo y los servicios, pero ha esquivado con holgura la recesión que se temía para este año, el mercado laboral ha mostrado fortaleza —bastante inesperada para un país que destruía empleo con saña en las crisis— y la inflación ha bajado del 2%, el objetivo oficial, antes que el resto de socios del euro.

El futuro más próximo, con todo, plantea importantes desafíos: la restrictiva política monetaria empieza a enfriar la economía y endurecer el crédito de empresas y familias; Bruselas, muy comprensiva con las necesidad de gasto de los Gobierno en un escenario como el de los últimos tres años, volverá a activar las reglas fiscales en 2024; y la guerra en Ucrania sigue abierta y con posibilidades de provocar cualquier otro shock dañino. De fondo, se mantienen los retos de la transición climática y de un comercio mundial donde proliferan los giros proteccionistas.

Los ciudadanos acuden a las urnas este domingo, 23 de julio, después de una campaña electoral zafia y plagada de malas artes donde apenas ha abordado todos estos temas de fondo. Y, cuando lo ha hecho, han quedado eclipsados por el ruido de los sables. No puede España permitirse algo diferente de un Gobierno estable, sereno y centrado en las políticas que potencien el crecimiento y protejan el bienestar de las familias, clave para la salud económica y social de cualquier país. La economía, la sociedad y los mercados —que son los que inyectan dinero en España— necesitan que se imponga el rigor y ese barullo cese.

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