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Las claves
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Quién paga el impuesto a la banca y la inefectiva lista de morosos

El tributo extraordinario es una forma de redistribuir el dinero de casi todos

CINCO DÍAS
El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, este jueves durante la Cumbre del PP Europeo, en la sede del PP Europeo en Bruselas.
El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, este jueves durante la Cumbre del PP Europeo, en la sede del PP Europeo en Bruselas.David Mudarra (EFE/PP)

Alberto Núñez Feijóo admite que la reforma laboral a la que se opuso su partido cuando lo dirigía Pablo Casado es en realidad una reformita respecto a la que aplicó el Gobierno de Mariano Rajoy, y que si sale elegido presidente no la tocará, en principio; del mismo modo, tampoco se espera ya que acabe con el impuesto temporal a la banca fijado por Pedro Sánchez, y que el líder conservador criticó hace solo un año, cuando ya estaba al frente del PP, porque acabarían pagándolo “los ciudadanos”. El sector teme incluso que se establezca de forma permanente, quizás afectando a más entidades, aunque confía en que al menos baje la factura.

Es difícil determinar si el tributo ha influido algo en que los bancos españoles estén racaneando tanto con los tipos de depósito: pero el augurio de Feijóo no tenía nada de descabellado. En la práctica, los clientes de los bancos (o sea, casi todo el mundo) estarían financiando un dinero que acaba en los Presupuestos Generales. En la medida en que ese dinero se use bien, el impuesto habrá valido la pena.

La asimetría del impacto de la política monetaria ahoga a los hipotecarios

Si el efecto de las subidas de los tipos de interés en los precios y en la inversión puede tardar un año en notarse, en el euríbor y por tanto en las hipotecas es mucho más rápido, incluso por anticipado.

Es la asimetría del impacto de la política monetaria, una particular ley del embudo que ahoga a los ciudadanos que están endeudados a tipo variable y que a la vez deben afrontar la subida del coste de la vida, mientras sus sueldos se quedan rezagados respecto a ambos indicadores. Ellos son los primeros que deben recortar en gastos no absolutamente imprescindibles. Mientras, los bancos centrales no muestran intención de relajarse.

La lista de morosos de Hacienda no parece demasiado efectiva

Entra el exjefe de los árbitros de fútbol Enríquez Negreira y sale el exjugador Samuel Eto’o. Parece la narración de un partido, pero es la lista de morosos de Hacienda, que cada año dispara el morbo por saber qué famosos ciudadanos incumplen sus obligaciones fiscales. La capitana del equipo bien podría ser la presentadora Patricia Conde, una veterana de la relación.

El hecho de que los personajes y empresas citados sigan desarrollando su actividad sin grandes sobresaltos (a no ser que hayan ido a la cárcel, como el exvicepresidente del Gobierno Rodrigo Rato, que sale de la lista) indica que el efecto del señalamiento público es más bien limitado. En España, deber dinero a Hacienda no conlleva un repudio social generalizado.

La frase del día

China tiene seis billones de dólares en reservas de divisas, la mitad de ellas ocultas, y eso es un nuevo tipo de riesgo para la economía mundial

Brad Setser, execonomista del departamento del Tesoro de EE UU

La okupación de la vivienda principal es tan improbable como inquietante

Es muy raro que a uno le okupen la vivienda principal, pero el perjuicio que supone ganar esa infausta lotería (o la pedrea de la segunda vivienda) es tan grande, que es comprensible que el temor social sea desproporcionado en relación con la probabilidad de que ocurra. Eso lo están aprovechando las aseguradoras, que están ofreciendo pólizas para cubrir ante posibles invasiones del hogar. Los expertos afirman que les resultarán muy rentables.

España es uno de los países más seguros del mundo, pero no conviene desdeñar la inquietud de los ciudadanos en torno a la seguridad de sus propiedades. A eso se le suma la justificada fobia a la burocracia, por mínima que sea, que requiere cualquier trámite administrativo, incluso el de denunciar que te han dejado sin casa.

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