El incierto efecto de la guerra de los chips y las bajas al alza de los trabajadores activos
El conflicto industrial EE UU-China es un obstáculo a corto plazo, pero ¿a largo?
China y Estados Unidos parecen estar de acuerdo en una cosa: no quieren que las empresas de uno y otro país se compren y vendan chips. Washington estudia volver a endurecer los controles a la exportación de semiconductores al gigante asiático, lo cual castigó ayer en Bolsa a Nvidia, proveedor de tecnológicas chinas como Tencent o Alibaba; y Pekín acaba de vetar los dispositivos de la estadounidense Micron. El CEO de Nvidia, Jensen Huang, ha advertido de que si EE UU restringe aún más la venta de chips a China (y sigue presionando a terceros para que se sumen al bloqueo), este los desarrollará por su cuenta. La aceleración de la industria china del coche eléctrico allí es un indicador claro de la capacidad para innovar de un país que en otro tiempo era más dado a imitar los avances ajenos. Pero esta revolución es también una muestra de que el creciente aislacionismo internacional estimula la competencia, y eso puede redundar a medio o largo plazo en una mejora general. Quizás acabe materializándose aquello de que no hay mal que por bien no venga.
Cada vez hay menos trabajadores activos... y cada vez sufren más bajas
En España hay un evidente problema de ausencias laborales, como prefieren algunos expertos –con buenos motivos –llamar al absentismo laboral (este último concepto prefieren dejarlo para las bajas injustificadas). Las ausencias se deben en su gran mayoría a enfermedades, que están al alza. Habría que analizar a fondo las razones: quizá se deba simplemente a que la población es cada vez más vieja, pero en cualquier caso es un asunto que va más allá del ámbito laboral. Lo que está claro es que hay cada vez menos trabajadores activos, y que los que hay, cada vez tienen más bajas laborales.
La crisis no debe impedir que se construyan las obras necesarias, como las hídricas
La crisis y los precios no hacen mella en la afición de los españoles, ya moderada por los golpes del tiempo, a hacer construcciones de dudosa necesidad, como el estadio que pretende elevar la Federación de Fútbol. Mientras, escasea la inversión en otras infraestructuras menos glamurosas, como las hídricas. Así lo cree, y en tiempos de sequía pertinaz y galopante hay motivos para estar de acuerdo, la patronal de la construcción Seopan.
La forma exacta de llevarlo a cabo ya requiere más análisis. Las empresas reclaman, una vez más, que los contratos se actualicen por la subida de los costes; y, sobre todo, que el Gobierno no se conforme, prácticamente, con canalizar los fondos europeos de recuperación, y agregue su propio presupuesto.
La frase del día
Está bien combatir la inflación con contundencia, pero la simplista receta del BCE de subir los tipos no parece a ojos de muchos la forma más adecuada. Esta inflación no se debe a un crecimiento demasiado rápido, sino a factores como la crisis energética
Giorgia Meloni, primera ministra de Italia
¿Fin de las llamadas spam? No tan pronto, no tan pronto
Hay normas imposibles de creer hasta que no se hagan realidad. Es el caso de la prohibición, dizque definitiva, de las llamadas spam, es decir, las que importunan al común para venderle una nueva compañía móvil o eléctrica, garantizándole ingentes descuentos y envidiables condiciones. Se supone que a las empresas les sale rentable, porque si no, habrían dejado de hacerlo; y debe de haber algunos clientes, muy pocos, que se dejan seducir. Pero para la gran mayoría es una molestia insoportable.
De hecho, las llamadas hechas por robots o con grabaciones seguirán siendo legales; y la OCU advierte de que al no poder saberse quién llama en el 67% de los casos, en la práctica será imposible aplicar las sanciones. Así que quizá todo cambie para que todo siga igual.
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