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Editorial
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Las grietas del mercado hipotecario

La amortización de los préstamos de vivienda es una respuesta al alcance de las familias que disponen de ahorro, pero no supone una opción para hogares endeudados y vulnerables

CINCO DÍAS
inmobiliaria
Una mujer mira la oferta de viviendas en una inmobiliaria.LUIS TEJIDO (EFE)

El endurecimiento de la política monetaria del BCE no está dando los resultados esperados en materia de inflación, pero sí ha provocado efectos secundarios en otros ámbitos, como el del tráfico hipotecario. La veloz subida del euríbor, índice al que están referenciadas la mayoría de las hipotecas a interés variable, ha disparado las cuotas de los préstamos unos 300 euros de media al mes y descalabrado el esfuerzo financiero que planificaron realizar miles de familias cuando tomaron la decisión de suscribir sus contratos. Como consecuencia de ese estrés monetario, no solo se ha hundido la firma de créditos nuevos sobre viviendas, sino también se han multiplicado las cancelaciones registrales de hipotecas. Según los datos del INE, los préstamos para adquirir casas cayeron más de un 18% en abril respecto al mismo mes del año pasado, hasta un total de 27.053, lo que supone la cifra más baja desde diciembre de 2020. El número de amortizaciones suma ya tres meses consecutivos por encima del de nuevas suscripciones, gracias a unos ahorros que muchos hogares prefieren dedicar a la cancelación del préstamo que a mantener en depósitos con baja remuneración. A ello se suma otro incentivo, el hecho de que la banca no puede cobrar comisiones por amortizar una hipoteca variable antes de tiempo hasta fin de año.

Tanto el hundimiento de los nuevos créditos como la cancelación creciente de los actuales constituyen grietas en el mercado que es fundamental vigilar por su potencial para actuar como antesala de una crisis de impagos en el sector. La amortización de los préstamos hipotecarios es una respuesta al alcance de familias que disponen de ahorro y pueden permitirse emplearlo en liberarse del lastre de unas cuotas cada vez más caras, pero no supone una opción para hogares muy endeudados y económicamente vulnerables. El peso financiero que soportan actualmente las familias españolas para adquirir una vivienda ha aumentado hasta alcanzar tasas no registradas desde 2009, una situación que no va a mejorar a medio plazo, a la vista de la hoja de ruta del BCE y del tozudo comportamiento de la inflación.

La morosidad en el sector financiero mantiene afortunadamente niveles moderados, pero existe un riesgo real de que el mercado hipotecario comience a registrar un aumento de impagos en los próximos meses, cuya gravedad dependerá de la evolución de los tipos de interés y de la fortaleza del empleo. La banca opera hoy con unos niveles de solvencia y capitalización confortables, pero no sucede lo mismo con una clase media que ha perdido poder adquisitivo de forma sustancial y hace frente cada vez con más dificultades a sus compromisos de pago.

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