En la fiebre del oro también se vendieron palas
La apuesta por una actividad dispara también la demanda de los recursos para desempeñarla. Un buen ejemplo son los chips
Cuando a mediados del siglo XIX comenzaron a circular rumores de que había oro en California, más de 300.000 personas decidieron probar suerte y convertirse en mineros de facto. Solo unos pocos consiguieron hacer fortuna: Samuel Brannan fue uno de ellos; pero no se dedicó a la minería, sino a vender picos y palas para los mineros. Las fiebres actuales son de una índole distinta. Múltiples compañías se han lanzado al desarrollo de aplicaciones de inteligencia artificial (IA), minería de criptomonedas o diseño de espacios virtuales hiperrealistas.
Como en la fiebre del oro, detrás de una frenética actividad están los recursos que permiten su desempeño. Es aquí en donde se puede indagar para identificar los picos y las palas de nuestro tiempo.
Un candidato obvio son los fabricantes de chips avanzados. El mercado de semiconductores es muy competitivo, pero hay una compañía que sobresale: TSMC (Taiwan Semiconductor Manufacturing Company). Sus plantas operan al límite de la tecnología actual y fabrican para Apple, Qualcomm, Nvidea o AMD, entre otros. TSMC cotiza en Bolsa y ha perdido hasta un 22% de su valor desde 2021. Una razón obvia es la caída generalizada de las empresas tecnológicas durante este periodo. Pero hay otra que podría estar relacionada con una especie de desglobalización programada.
“El libre comercio está prácticamente muerto”. Eso dijo Morris Chang, fundador de TSMC, cuando el pasado mes de diciembre inauguró su última megafab en Taiwán. Chang tiene más de 90 años y hacía referencia a que su compañía se ve forzada por los Gobiernos de países amigos a tener que abrir nuevas fábricas en contra de su criterio empresarial, víctima directa de la política de friendshoring. A pesar de las generosas ayudas que recibe (subsidios, incentivos fiscales, etc.), Chang piensa que sus costes aumentarán, el know how se filtrará y sus beneficios se reducirán. Actualmente, TSMC está erigiendo fábricas en EE UU y Japón, además de un potencial proyecto en Alemania. Cada fábrica cuesta más de 20.000 millones de dólares, una cifra similar a la capitalización de Telefónica o Endesa en Bolsa.
Hay más fabricantes de semiconductores aventajados, como Samsung Electronics o Intel. El primero está más especializado en memorias, pero desarrolla una actividad heterogénea; el segundo se ha quedado atrás, aunque ambas podrían beneficiarse de las ayudas gubernamentales y repuntar.
Si se descarta TSMC, los siguientes candidatos para un inversor son los suministradores de procesadores avanzados. En este apartado brilla la americana Nvidea. Inició su actividad con los juegos de ordenador, suministrando procesadores gráficos o GPU (graphics processing unit), pero después también se ha especializado en aplicaciones de proceso en paralelo, gráficos avanzados y gestión de volúmenes masivos de datos. Con esta atractiva oferta subyacen en casi todas las tendencias (fiebres) y su mercado se ha ampliado sensiblemente: diseño y simulación, criptomonedas, modelos de predicción meteorológica, instrumentos financieros sofisticados, análisis de datos en redes sociales, coches autónomos, reconocimiento de objetos, investigación biomédica o el metaverso, por nombrar algunos.
La IA es la aplicación que sobresale en Nvidea. Requiere de aprendizaje automático y gran capacidad de procesado paralelo de datos y alta escalabilidad. Sus últimas versiones de GPU integran varios miles de núcleos frente a las pocas decenas que tienen las CPU convencionales más potentes. Dentro de este campo, un ejemplo de éxito reciente es la inteligencia artificial generativa, con aplicaciones tan populares como ChatGPT, Bard o DALL-E.
Pero más allá de los chips, uno de los aciertos de Nvidea ha sido crear una potente plataforma de software orientada a la IA, para después evolucionarla con la incorporación de entornos de programación verticales para distintos dominios. Ofrecen la complejidad como una funcionalidad accesible (en ocasiones con unos pocos clics). Esto abre la puerta a multitud de programadores procedentes de distintos ámbitos (más de un millón utilizan sus recursos).
Otro mercado consolidado para Nvidea es el de las criptomonedas. Aquí la analogía con la minería es total. A medida que aumenta el número de bitcóins en circulación, la tarea de los mineros es más ardua, compitiendo entre ellos para obtener nuevas combinaciones numéricas y conseguir bitcóins en el proceso. Pero no solo está bitcóin, hay más criptomonedas que operan con tecnología blockchain y la mayoría requieren de un proceso relativamente intenso.
Para poner la cereza al pastel, la compañía californiana ya es un actor de primera línea en la simulación de los futuros ordenadores cuánticos. Según la consultora Omdia, Nvidea controla cerca del 80% del mercado de procesadores de IA; todo un oligopolio. Sin embargo, no está exento de amenazas. Su competidor inmediato es la americana AMD (Advanced Micro Devices), que reaccionó lentamente frente a estas oportunidades, aunque ya ofrece productos para IA. No obstante, es tal el liderazgo de Nvidea en este mercado, que incluso Microsoft se ha lanzado a cooperar con AMD, con tal de aflorar nuevos chips alternativos a los de Nvidea. También tienen chips especializados Alphabet y Amazon, pero en un entorno más limitado.
Las acciones de Nvidea cotizan en el Nasdaq y han recuperado los niveles prepandemia. En lo que va de año, sus títulos han aumentado un 148%, frente a un incremento del 8% del S&P 500 y el 12% del Euro Stoxx 50. Aunque su precio puede estar sobrevalorado, Nvidea es el líder indiscutible, con gran proyección a futuro y márgenes operativos atractivos. Además, la compañía está en una posición financiera como para comprar empresas que le puedan interesar por el camino (con el permiso del regulador del mercado). Por su parte, los títulos de AMD han aumentado un 31% desde el inicio del año,
Obviamente, estas compañías tienen un riesgo país (Taiwán), por lo menos durante tres años, para después quedar mitigado con las nuevas fábricas deslocalizadas de TSMC.
En el siglo XIX hubo más compañías que se beneficiaron de la fiebre del oro. Por ejemplo, Levi Strauss fue un proveedor de pantalones y mantas en aquella época. Ahora ocurre algo similar y la empresa ASML (Países Bajos), un proveedor de maquinaria muy especializada para la fabricación de semiconductores, también está sacando partido a la sombra de otro discreto oligopolio.
Xavier Alcober Fanjul es ingeniero consultor
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