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Breakingviews
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La partida empieza, no acaba, para Activision

Aunque fracase su compra por parte de Microsoft, contará con un amplio botín para fusiones o recomprar acciones

Presentación de ActiVision Blizzard en una feria de videojuegos, en Colonia.
Presentación de ActiVision Blizzard en una feria de videojuegos, en Colonia.

Activision Blizzard se enfrenta a un futuro sin refuerzos. Los antimonopolio británicos vetaron la venta a Microsoft por 69.000 millones de dólares, después de que sus homólogos estadounidenses –la Comisión Federal de Comercio– interpusieran una demanda para detenerla, y la operación podría verse asediada también en Europa (Bruselas prevé emitir su decisión antes del 22 de mayo). El desarrollador de software dirigido por Satya Nadella promete contraatacar, pero incluso si el acuerdo fracasa, la empresa responsable de Call of Duty tendrá potencia de fuego para librar una guerra en solitario.

Microsoft ha valorado Activision en 95 dólares por acción, una prima del 45% respecto a su precio de enero de 2022. Amazon y Google, que cuentan con mucho dinero, también se han aventurado en este mercado de rápido crecimiento, pero la oposición de las autoridades reguladoras les impide luchar por Activision. Para Netflix, de 160.000 millones de dólares, y que también alberga grandes ambiciones en el sector de los videojuegos, una adquisición de esta envergadura supondría un revulsivo estratégico.

Estos factores ayudan a explicar por qué la Autoridad de Competencia y Mercados británica asustó a los inversores. Las acciones de Activision cayeron un 10%, hasta unos 77 dólares la unidad. Sin embargo, hay buenas razones para pensar que podría aspirar a más.

Según Refinitiv, los analistas esperan que Activision genere este año unos beneficios de 4 dólares por acción. Si se divide por la diferencia con sus rivales Electronic Arts y Take-Two Interactive Software, que cotizan a 22 veces, las acciones de Activision valdrían 88 dólares para los gestores de fondos con una visión a más largo plazo, a diferencia de los fondos de cobertura y arbitraje que han entrado en el mercado.

El jefe Bobby Kotick dispondría de mucho dinero. Si a esto se añaden los 3.000 millones de dólares que Microsoft pagaría por la separación, la suma superaría los 15.000 millones, más que en EA o Take-Two. Activision también cuenta con una notable propiedad intelectual y una sólida presencia en el sector móvil, concretamente a través del desarrollador de Candy Crush, King Digital Entertainment,, que compró en 2016 por 5.900 millones de dólares. El enorme botín podría utilizarse para otras adquisiciones o recompras de acciones.

Además, los nuevos lanzamientos de Activision parecen prometedores. Tras el fuerte estreno de Overwatch 2 a finales del año pasado, los jugadores esperan con impaciencia Diablo 4 y un nuevo Call of Duty. La gratuidad de otros juegos para los nuevos jugadores ampliaría la posibilidad de generar ingresos de forma más rentable mediante compras dentro del juego, de skins (pieles, es decir, apariencias de sus avatares) o armas.

El negocio de los videojuegos, cada vez más despiadado, será más difícil de navegar sin un goliat que sirva de cobertura. Hay una razón: volver al lucrativo mercado chino tras el fracaso de la ruptura de su acuerdo de licencias con NetEase podría ser complicado. Aun así, es fácil imaginar a una Activision independiente contraatacando.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

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