El secreto del milagro económico, y el bisturí de la publicidad de inversión
El aguante de la producción en Occidente bebe de la caída de los salarios reales
Se rascan la cabeza los expertos para entender cómo puede estar aguantando tan bien el empleo, a ambos lados del Atlántico, y en particular en España, dada la precaria situación de la economía y la inflación rampante: en realidad, no hay más misterio que la caída de los salarios en términos reales. Es la pérdida de rentas de los hogares la que está salvando los indicadores macroeconómicos; y el consumo aguanta porque los ciudadanos están tirando aún de los ahorros pandémicos, en los que los sueldos se mantuvieron pese al desplome de la productividad (entonces fueron las empresas, en muchos casos, las que soportaron en mayor medida la carga económica de la crisis).
La inflación, pues, supone un ajuste de los ingresos de los distintos grupos sociales, que se siguen repartiendo de forma inopinada, en beneficio desproporcionado de las clases pasivas (pensiones). Mientras, el partido/plataforma Sumar, de Yolanda Díaz, propone una “herencia universal” para los que cumplen 18 años, financiada con una subida de impuestos a los ricos. Imaginación fiscal –o fantasía, según se mire– para un sistema con muchas grietas.
La demanda alivia de sus problemas a las aerolíneas
No todo son malas noticias para las empresas de transporte aéreo: la subida del precio del combustible, las mejoras salariales de los empleados y la deuda arrastrada de la pandemia persisten, pero a cambio están consiguiendo recuperar con creces la demanda de vuelos previa a la pandemia. O al menos así lo indican las previsiones para la temporada estival, en la mayoría de las compañías que operan en España. Eso, en un contexto de alta y pertinaz inflación, que repercute en los bolsillos de los consumidores, los cuales, sin embargo, mantienen su atracción por surcar los cielos.
Prohibir los anuncios de productos de inversión requiere bisturí
¿Son radicalmente distintos los CFD de otros productos derivados de inversión, o incluso de opciones como las ofertas públicas de venta, en las que también se pueden sufrir grandes pérdidas de capital? Es una cuestión casi filosófica, abierta por la CNMV, que quiere restringir la publicidad de productos complejos en general dirigida a pequeños inversores, así como los patrocinios. BME, por su parte, quiere prohibir todos los anuncios de CFD. Otros actores del mercado defienden que también hay mucho riesgo en ciertos fondos, o en las OPV. Puede ocurrir, de hecho, que restringir solo la promoción de ciertos productos provoque la falsa idea de que los que sí están tolerados son seguros. Un asunto delicado, en el que habrá que usar bisturí.
La flexibilidad nunca sobra en la drástica transición del motor
El segundo Perte del motor viene a resolver algunos de los defectos presentes en el anterior, como los estrictos plazos exigidos para acometer las inversiones. Eso permitirá que la demanda de ayudas sobrepase con creces a la oferta, pero siempre es mejor eso que lo que sucedió con el primero, de cuyos fondos quedó un 75% sin asignar.
Hay cuestiones sin aclarar, como si los vehículos híbridos podrán acogerse al programa; aunque los puristas del coche eléctrico son reacios, parece razonable apostar por una tecnología que facilitará la transición a la nueva automoción verde a muchos usuarios, temerosos de quedarse plantados en medio de la nada a falta de electrolineras. La flexibilidad nunca sobra en un cambio tan drástico.
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