La nueva estrategia frente a China: ‘decoupling’, no; ‘derisking,’ sí
Alemania se posiciona junto a Von der Leyen y en contra de la ambigüedad de Macron: desacoplarse de Pekín es inviable, pero reducir riesgos es necesario
Decoupling, no; derisking, sí. Es lo que defiende Ursula von der Leyen, la presidenta de la Comisión Europea, ante la ambigüedad del presidente francés Macron frente a China. Desacoplarse completamente de China es inviable; pero reducir riesgos (derisking, como lo expresa Von der Leyen) es la nueva estrategia alemana y europea. Von der Leyen quiere convertir la UE en un contrapeso geopolítico poderoso frente a las ambiciones de poder global de Pekín, y reducir dependencias. Argumenta que “Pekín busca un cambio sistemático del orden internacional, en cuyo centro estaría China.”
Pero un contrapoder europeo solo puede funcionar si Europa está unida. Alemania lo está debatiendo y lanza una advertencia: la división del mundo en bloques rivales va a costar crecimiento, bienestar y será un freno para el comercio y las nuevas tecnologías. Es más, el economista jefe del FMI, el francés Pierre-Olivier Gourichas, avisa que “tendrá costes inmensos para todos.” Esa es también la tesis de la economía alemana y del Gobierno, que quiere fortalecer su industria frente a China. Sobre todo, los liberales del FDF y los Verdes, han criticado la ambigüedad de Macron en su viaje a China y su exigencia de que la UE asuma mayor autonomía y se distancie del conflicto entre EEUU y China por Taiwán. La nueva política de seguridad nacional de Berlín no está todavía completamente definida. El Gobierno está en ello. Se sabe que incluirá la nueva estrategia política y económica frente a China y las medidas para reducir dependencias. La oposición conservadora pide un centro competente de las relaciones con China para controlar interdependencias estratégicas.
El Gobierno alemán endureció ya en otoño las condiciones para garantizar las inversiones de empresas alemanas en países extranjeros que implican riesgos. “En este momento estamos elaborando una lista de países que consideramos viables para que nuestras empresas inviertan”, declara a Cinco Días la ministra para Europa y Clima Anna Lührmann. Berlín está trabajando en una estrategia de diversificación para las garantías de los créditos de exportación. También va a mejorar las condiciones de los instrumentos de garantía para negocios climáticamente relevantes. “Ya estamos observando cómo muchas empresas alemanas se están reorientando en sus exportaciones y en sus inversiones hacia nuevos mercados y cómo cada vez más apuestan por negocios de futuro como las energías renovables o las tecnologías de baterías y carga para la transición verde.”
Sobre la ambivalencia, Gourichas explica que aunque Europa quiera reducir su dependencia económica del rival chino, no podemos recuperar la fabricación de muchos bienes porque resultaría muy costoso. En la toma de decisiones de inversión de las empresas se observa cómo los factores políticos se tienen cada vez más en cuenta. Esa actitud es ineludible. Según Gourichas, los flujos comerciales se registran cada vez más dentro de los bloques políticos y cada vez menos entre esos mismos bloques. Pero la disyuntiva permanece. Lo que explica que las duras críticas realizadas por la ministra de Exteriores, Annalena Baerbock, al Gobierno de Pekín en su viaje en abril a China no hayan gustado a todo el mundo en Alemania. No obstante, tanto Baerbock como el canciller Scholz se expresan en el mismo sentido: no conviene desvincularse de China, pero sí aplicar una estrategia inteligente para reducir dependencias estratégicas y otros riesgos. Por supuesto no hay unanimidad, el ala conservadora de los socialdemócratas critica a la verde Baerbock y descarta una política unidimensional respecto a China, porque se temen las consecuencias económicas.
La realidad es que tecnología punta procedente de China está en infraestructuras críticas alemanas. Su ciberseguridad opera con tecnología de Huawei. En Alemania la realidad supera a la ficción en asuntos de seguridad nacional, denuncia Noah Barkin, asesor político. Entre otras dependencias estratégicas Barkin cita: medicamentos (antibióticos e hipotensores); materias primas como litio y tierras raras, necesarias para la transformación verde; y componentes de la industria solar y eólica. A raíz de la guerra en Ucrania Scholz anunció un cambio de época y una apuesta decidida por la diversificación, pero Alemania no invirtió nunca tanto en China como en 2022.
Los intereses de la industria no coinciden siempre con los del país. El ministro de Economía, Robert Habeck, propone limitar las garantías a la inversión y las exportaciones a China porque los riesgos aumentan. En el Gobierno de Scholz, son Los Verdes y los liberales quienes más hablan de riesgos, no solo por el posible ataque chino a Taiwán, sino por el bloqueo que puede provocar Pekín. El embajador chino en la UE, Fu Cong, declaró hace unos días al Financial Times que quien esté en sus cabales no abandonará el enorme y pujante mercado chino. La dependencia de China es superior a la que tenía Alemania respecto a Rusia. Pero también China necesita Europa y teme una reorientación transatlántica europea.
En los últimos meses viajaron a China Scholz, Sánchez y Macron. También para hacer negocios lucrativos. Cuanto más arrinconemos a China, será peor, es la opinión de Moritz Schularick, próximo presidente del Instituto de Economía Mundial, de Kiel. China es diferente, concluye. El bienestar europeo es dependiente de la economía china. Un dilema que Alemania no tiene resuelto. Aun sabiendo que Xi, marxista convencido, sigue con el sueño del ascenso de China al poder global, siendo Rusia su aliado natural contra EE UU y contemplando la economía como una gran arma geoestratégica. Ya lo dijo Xi hace dos años: “Tenemos que incrementar la dependencia de las cadenas de producción internacionales de China”.
¿Tiene razón Macron? Alemania lo duda. El presidente de Francia dijo en Pekín que Europa debe tener una posición propia, independiente de la de EEUU, respecto a China y Taiwán. Ocurre en un momento en que Alemania se posiciona a favor de Von der Leyen, quien dejó claro que la UE debe armarse frente al rival chino. El experto en politica exterior del partido conservador CDU, Norbert Röttgen, opina que el viaje de Macron fue un desastre político europeo. Röttgen interpreta que la neutralidad que pide Macron respecto al conflicto China-Taiwán es un error y que tras la actitud francesa hay intereses económicos. También el jefe de los conservadores europeos Manfred Weber, del partido socialcristiano CSU, criticó a Macron: “No se puede pedir soberanía europea y al mismo tiempo hacer todos los negocios que se pueda con China.” La reacción del senador republicano estadounidense Marco Rubio fue inmediata: “Si Europa se posiciona neutralmente respecto a Taiwán, habrá que repensar la postura de EEUU en el conflicto entre Rusia y Ucrania”.
La división nos debilita. Pekín se ha unido a Rusia frente a EEUU y busca la división de EE UU y Europa. La cuestión es cuál es la mejor estrategia frente a Xi y Putin. El primer paso de Berlín es cuestionarse sus negocios.
Lidia Conde es periodista y analista de economía y política alemana
Sigue toda la información de Cinco Días en Facebook, Twitter y Linkedin, o en nuestra newsletter Agenda de Cinco Días