Hacia un nuevo mercado laboral: ¿por qué trabajamos menos horas?
Solo la mitad de los trabajadores españoles trabaja ocho horas diarias. Las nuevas generaciones no aprecian ese formato laboral, lo que tendrá consecuencias
Hace unos días se publicaba que solo la mitad de los trabajadores españoles tiene un horario de ocho horas diarias. Como todas las noticias, la interpretación de este dato nos puede llevar a múltiples conclusiones, y es casi la más sencilla, pero no por ello más verdadera, que está habiendo una caída en el empleo.
Mirándolo desde el punto de vista empresarial, el motivo de fondo para contratar personal con una jornada de menos de ocho horas bien podría ser una medida aplicada por las empresas para lograr flexibilizar su masa salarial y fomentar así la contratación de personas por turnos y para momentos de alta demanda.
Desde el punto de vista de los colaboradores, puede tratarse de una elección personal para conciliar mejor vida personal y crecimiento profesional. Esta opción vendría reforzada, además, por el cada vez más tardío abandono de la unidad familiar por parte de los jóvenes en nuestro país, lo que está provocando que una parte cada vez más relevante de la sociedad priorice la calidad de vida a la obtención de más ingresos.
Algunos datos muestran claramente que las últimas generaciones en incorporarse al mercado laboral no se encuentran tan cómodas en el formato de una jornada laboral de ocho horas, asistiendo a una oficina y sin tiempo para conciliar con su vida privada. Por ejemplo, un informe de Job Today deja ver que el 52% de los trabajadores más jóvenes considera un factor indispensable la flexibilidad laboral. Por otro lado, la conciliación es importante para más del 70% de los encuestados por Springtide y 1 de cada 3 participantes en un estudio de Exaqueo sobre la generación Z manifestó que las políticas favorables a la familia son muy importantes a la hora de buscar empleo para ellos.
Estas cifras están también detrás de un fenómeno que se ha observado, sobre todo, en Estados Unidos, pero que también ha llegado a Europa, aunque con menos fuerza: el conocido como el Gran Abandono. Ese gran número de personas, mayoritariamente jóvenes, que ha dejado puestos de trabajo por no estar de acuerdo con las condiciones laborales, tanto de horario como de remuneración.
Si hablamos de otros colectivos más asentados laboralmente, como podría ser el de quienes ya son padres y madres, los niveles salariales medios de las personas, la diferencia de horarios y calendarios entre escuelas y empresas casi obligan a que uno de los dos progenitores decida acortar su jornada laboral. Los datos muestran de manera recurrente que suelen ser las mujeres y que, de hecho, este abandono de su carrera en favor de los cuidados familiares está detrás de buena parte de la brecha salarial que se produce entre hombres y mujeres de edades y carreras semejantes.
También hay que tener en cuenta la influencia de otras tendencias en el mercado laboral, como son los llamados microjobs. La pandemia, entre otros factores, creó empleos que requerían de una cierta inmediatez y de una dedicación relativamente corta. Fue un gigante como Amazon el precursor de este tipo de trabajos con un servicio denominado Mechanical Turk, que permitía a sus empleados realizar ciertos servicios que una máquina es incapaz de resolver. El atractivo para personas que buscan flexibilidad y trabajar en remoto es enorme, ya que los únicos requisitos son disponer de un portátil con conexión a internet.
Como es natural, estos cambios de tendencia van a tener consecuencias en los modelos retributivos y en las cotizaciones, y como consecuencia en el sistema público de pensiones. El tema de las cotizaciones y el futuro preocupa muy poco a la gente joven, entre otras razones, porque este colectivo ya ha escuchado un montón de veces, en pocos años, que el sistema actual de pensiones es insostenible, de modo que parece poco probable que tengan en cuenta esta variable a la hora de optar por una jornada laboral u otra. En cuanto a la cuestión retributiva, es probable que debamos revisar los actuales pesos de las diferentes partes de la propuesta de valor a empleados. ¿Qué pasará en nuestras organizaciones si las personas más talentosas de las nuevas generaciones decide trabajar en microjobs, sin ligarse jamás a ninguna empresa? Si la estabilidad ya no es un valor preponderante para las nuevas generaciones, esto es algo que fácilmente puede suceder en los próximos años.
De hecho, está ocurriendo ya y está afectando a los procesos de selección de personal y obligando a muchas compañías a mejorar sus salarios. Buena parte de la subida salarial en puestos tecnológicos que se ha vivido en los últimos años, y que ahora parece haber explotado –con despidos masivos en muchas grandes tecnológicas− parece provenir de este fenómeno, que ha obligado a las empresas a entrar en una especie de subasta por unos profesionales tecnológicos poco dados a trabajar de manera presencial y a comprometerse con una sola compañía, reticencias que han tenido que ser vencidas con esos altos salarios.
En España nos cuesta ser proactivos. La sensación es que estamos dejando pasar una oportunidad de cambiar nuestro modelo económico actual por otro mucho más tecnológico, bien remunerado y de alto valor añadido. Estamos dejando pasar los grandes movimientos macroeconómicos sin aprovecharlos a nivel estructural. Como siempre, tenemos muchas líneas de alta velocidad, pero aún nos adaptamos a las tendencias a ritmo de locomotoras de carbón.
Josep Capell es CEO de Ceinsa y profesor del máster de RRHH de la UAM
Sigue toda la información de Cinco Días en Facebook, Twitter y Linkedin, o en nuestra newsletter Agenda de Cinco Días