El boom del pódcast y la necesidad de hacer dos cosas a la vez
El español dedica 9,30 horas al día a infoentretenimiento. Tanta oferta y poco tiempo deja hueco al audio en streaming como actividad complementaria.
El boom de la producción de pódcast ha alcanzado tal dimensión que muchos se preguntan si estamos ante una nueva burbuja. Para analizar esta explosión, primero es preciso distinguir entre la creación de nuevos contenidos y la radio en diferido y, después, tener en cuenta que la expansión de este nuevo formato de comunicación tiene mucho que ver, además de con las posibilidades que ofrece la tecnología, con los cambios de costumbres sociales y la creciente necesidad de hacer al menos dos cosas a la vez.
Según el último Estudio General de Medios (EGM), de diciembre pasado, en España ya hay 1,9 millones de personas que escuchan diariamente pódcast, lo que supone un 30% más que en junio y casi el doble que un año antes. Pero si la audiencia se duplica en un año, la oferta de contenido se multiplica. Las radios, que parecían las más amenazadas por este nuevo medio, fueron las primeras en reaccionar; unas con estrategias meramente defensivas, que prácticamente se limitan a ofrecer sus programas en diferido, y otras creando contenido específico.
Todos los grandes periódicos y los grupos de comunicación tienen ya una estrategia para el mundo del pódcast. Dos ejemplos claros, pero con planteamientos diferentes son el Grupo Prisa, al que pertenece este periódico, y AtresMedia. Prisa Audio, apalancada en la fuerza de las emisoras de radio del grupo en España (SER, Los 40 o Cadena Dial), Colombia, Chile y México, y la plataforma Podium, se ha colocado como la segunda empresa de audio en streaming del mundo, sólo por detrás de la estadounidense iHeart Media, y la primera en español. Mientras, AtresMedia mantiene, como Prisa Audio, una estrategia en abierto menor, a través de Onda Cero, y de pago con la plataforma Sonora, para lo que se han asociado con grandes directores de cine, con el objetivo de ir a un rango de calidad superior, lo que justificaría el pago de 40 euros al año.
Si hay burbuja o no lo determinará si el consumidor es capaz de digerir tanta producción. La competencia industrial por captar la atención de las personas es brutal, y se va concentrando progresivamente a través del smartphone. Y es ahí donde se llega al punto central: ¿cuánto tiempo tiene una persona para consumir contenido? El último Informe Marco del EGM señala que en 2021 el español dedicó 522,7 minutos al día (casi nueve 9 horas y media) a la información y el entretenimiento (infoentretenimiento). La mayor parte se la lleva internet (215,4 minutos), que justo ese año superó a la tele, que acapara 207,7 minutos, seguida por la radio (92,1 minutos).
Este reparto del tiempo no tiene nada que ver con lo que sucedía a principios de este siglo. En 2000, el tiempo dedicado a los medios de comunicación era de 344,8 minutos, de manera que hoy se dedican casi tres horas más a consumir información. Ese tiempo y más se lo ha llevado internet, que ha pasado de poco más de cinco minutos a superar tres horas y media. En estos veinte años, los periódicos (en papel y su gemelo en pdf) han pasado de captar un cuarto de hora al día a menos de seis minutos; las radios están casi igual, en hora y media al día, aunque casi alcanzan las dos horas en 2003, el momento cumbre de este siglo, y la tele, que ha sido la reina durante muchas décadas, ha iniciado una caída complicada de detener. De 2000 a 2021 pierde un cuarto de hora de atención, y casi media hora desde el punto más alto en 2013.
Lo primera pregunta que surge es cuánto tiempo más se puede dedicar a la información y el entretenimiento. Todo depende de cuántas cosas se puedan hacer a la vez, al margen de la calidad de ese tiempo. Los medios que más caen, los de papel y la televisión, son precisamente los que requieren una atención casi única. Se puede, por ejemplo, conducir y escuchar la radio, pero no leer el periódico o ver la tele.
La alianza de teléfono e internet, el smartphone, cambia todo. En 2012, no llegaban al 32% los españoles que se conectaban a internet con el móvil, cifra que se ha instalado en el entorno del 95% desde 2017. La conexión constante a internet es la que está construyendo una sociedad empeñada en hacer al menos dos cosas a la vez durante la mayor parte del día. Ver la tele a la vez que se come es una práctica muy instalada en muchos hogares.
Es en este nuevo ecosistema en el que encaja el pódcast como anillo al dedo, porque al igual que la radio, permite hacer otra actividad, y el móvil va siempre en el bolsillo. Pero además se da la circunstancia de que están creciendo costumbres donde el audio se convierte en un buen complemento, como son actividades deportivas individuales, como correr y el gimnasio (running & fitness), o el crecimiento del número de perros mascota, que requieren su rutina de paseos.
El crecimiento de licencias oficiales de atletismo, que superó los 100.000 el año pasado (+17%), es un síntoma de la explosión de este tipo de entretenimiento, frecuentemente acompañado de unos cascos y un móvil adosado en algún lado. El aumento de gimnasios es tan evidente que las franquicias de fitness ya son la sexta más grande, solo por detrás de las vinculadas al textil y la hostelería. Al tiempo, España sumaba en 2021 ya 9,3 millones de perros, según datos de la Asociación Nacional de Fabricantes de Alimentos para Animales de Compañía (Anfaac).
El pódcast tiene hueco claro en la rutina diaria de los individuos, por eso Spotify, por ejemplo, pagó hasta 180 millones en 2020 por una plataforma de pódcast especializada en deportes y música, llamada The Ringer. Otra cuestión es cómo convertir esta actividad en negocio, ya que a esta industria le puede pasar como a los periódicos en papel, que tras más de una década reglando contenido en internet, les cuesta captar suscriptores a sus ediciones digitales. Sonora asegura que para ser rentable necesita 120.000 suscriptores anuales, lo que equivale a 4,8 millones de euros. ¿Hay ese mercado?
La otra cuestión es a qué tipo de sociedad se va con la extensión de la multitarea y aislamiento bajo cascos. Hacer varias cosas a la vez lleva aparejado la disminución de la capacidad de atención y de retentiva, como bien explica el filósofo y pedagogo José Antonio Marina, lo que termina en un ocio aparente, pero de baja calidad.
Aurelio Medel es Doctor en Ciencias de la Información y Profesor de la Universidad Complutense
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