Los valores más pequeños de la Bolsa de EE UU dan señal de alerta
Cuando un mercado bursátil sube solo por la evolución de un puñado de valores es un claro síntoma de que las cosas no van bien
Uno de los rasgos del mercado bursátil en este 2023, es la histórica divergencia entre el comportamiento de los valores de gran capitalización en la Bolsa estadounidense, con respecto al resto de valores cotizados, ya sean grandes pero no demasiado grandes, medianos, pequeños o muy pequeños. De hecho, la diferencia es la más acusada desde los años 1998 y 1999, años en los que el mercado de valores se encontraba en una ferviente burbuja especulativa, con solo unas pocas acciones subiendo sin fundamentos sólidos, mientras que el resto del mercado seguía un camino diferente.
Cuando observamos la evolución del conjunto de valores de un mercado y no sólo los principales índices donde los valores de gran capitalización ejercen una gran influencia por cómo están construidos dichos índices, hablamos de la “amplitud de mercado”. El sentido bursátil de esta observación se basa en el significado macroeconómico de esta categoría.
Típicamente, cuando la economía flaquea o se estima que flaqueará, los valores más castigados en primer lugar suelen ser los de menor capitalización. Esto es así porque suelen ser los más endeudados, los que tienen mayor dificultad de acceso al crédito y también porque representan una parte de la economía más cíclica que las grandes empresas tecnológicas y del sector de las comunicaciones, con negocios más descorrelacionados del ciclo económico y, además, con una presencia alrededor de todo el planeta.
Este fenómeno es aún más cierto en este ciclo tan extraño que estamos viviendo, donde en apenas dos años hemos pasado del nivel de tipos de interés de largo plazo más bajo de los últimos 5.000 años, a unos niveles que no se veían desde antes de la Gran Crisis Financiera que comenzó en 2008.
Por un lado, las compañías más grandes del mercado casi no han sentido el recrudecimiento de las condiciones financieras, ya que apenas emiten deuda y, encima, cuentan con grandes colchones de liquidez. Liquidez que en estos momentos está siendo generosamente remunerada, incluso por encima de las tasas de inflación.
Pero, por el otro lado, el resto de empresas están viviendo una realidad muy diferente, donde el 50% de empresas más pequeñas del índice S&P 1500, están pagando unos tipos de interés efectivos no vistos desde hace más de una década. Además de este endurecimiento de las condiciones financieras, el mercado suele descontar que unos elevados tipos de interés enfrían –o enfriarán– la economía en su conjunto y que afectarán con más fuerza a las empresas de menor tamaño porque, como señalaba anteriormente, estas empresas son más sensibles al ciclo económico –caen más en recesión y también repuntan más en las recuperaciones–.
Actualmente existe gran disparidad de opiniones acerca de si la Bolsa estadounidense de verdad está en un mercado alcista con su mínimo cíclico formado en octubre de 2022, o si realmente estos últimos 12 meses sólo han sido un espejismo donde las subidas de los principales índices se han debido en exclusiva al de unos pocos valores globales y de gran capitalización.
Sea cual sea la opinión que se pueda tener a este respecto, lo cierto, el dato, es que la amplitud de mercado está en un gran mercado lateral desde mayo de 2022. Y la resolución de este gran lateral es de máxima importancia para entender qué caminos tomará el mercado de valores de aquí en adelante.
Al fin y al cabo, los grandes valores pueden discurrir por su cuenta durante meses y trimestres, pero no hay tendencia alcista de los índices que sea sostenible en el tiempo si no es acompañada por la amplitud del mercado. De hecho, para muchos, la amplitud de mercado es como el canario en la mina de carbón, que sirve para alertar de posibles escapes de monóxido de carbono.
En la última década y sin contar el caso actual, la amplitud de mercado se ha vuelto negativa en siete ocasiones. Es decir, no es un evento que se dé con frecuencia. En tres de estas siete ocasiones coincidió con correcciones bursátiles que no fueron a más (2014, principios de 2018 y principios de 2023). Otro evento fue el veloz crash de 2020 provocado por los confinamientos a causa de la pandemia. Los otros tres fueron avisos tempranos de mercados bajistas globales: el mercado bajista de 2015-16, el bajista de finales de 2018 y el bajista de 2022 que tenemos tan reciente en la memoria.
La peor noticia es que el caso actual de finales de 2023 se parece a los de 2015, 2018 y 2022, en que la amplitud de mercado se ha deteriorado mientras los índices generales aún se mantenían relativamente fuertes. Es decir, que 2023 se parece a esos peores casos en que la amplitud se vuelve negativa y aparece una divergencia con respecto a lo que marcan los índices. Y aunque yo mismo sigo siendo alcista en este mercado a día de hoy –si me preguntas el próximo mes tal vez haya cambiado de opinión–-, recordemos que los argumentos bajistas siguen siendo muy sólidos y que múltiples indicadores adelantan una gran probabilidad de recesión, lo cual podría tener un desenlace bajista para el mercado de valores desde este punto. De hecho, aunque alcista, he bajado la exposición y el riesgo asumido, porque cuando la amplitud se vuelve negativa, vale la pena ser cauteloso
Hugo Ferrer es gestor de carteras de la sociedad de valores GPM y director de Club Bursátil Confidencial
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