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En colaboración conLa Ley
Relevo generacional
Tribuna
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La pirámide de población: M&A y ‘private equity’

El envejecimiento de la población abre un abanico de posibilidades para inversores y compañías permitiéndoles acceder a negocios sólidos y con un gran potencial de crecimiento

Uno de los retos del relevo generacional es la pérdida del conocimiento y experiencia de los trabajadores mayores.

El envejecimiento de la población está transformando la estructura económica y empresarial en España. La reducción de la natalidad y el aumento de la esperanza de vida han generado una pirámide demográfica con una base cada vez más estrecha.

Este cambio no solo impacta el sistema de pensiones y el mercado laboral, sino que también afecta la continuidad de las empresas familiares. La falta de relevo generacional está llevando a muchos empresarios a considerar la venta de sus negocios, lo que representa una oportunidad clave para los fondos de inversión y las grandes empresas.

España enfrenta una crisis demográfica marcada por una tasa de natalidad en mínimos históricos. En 2023, el índice de fecundidad se situó en 1,12 hijos por mujer, muy por debajo del nivel de reemplazo generacional, mientras que la edad media de maternidad alcanzó los 32,6 años. Paralelamente, la esperanza de vida supera los 83 años, lo que significa que la población activa se reduce mientras aumenta el número de jubilados. Este escenario ha alterado significativamente los ciclos de sucesión en las empresas familiares.

Simultáneamente, la incorporación de los jóvenes al mercado laboral se ha retrasado. En 2020, solo el 37,9% de los jóvenes de 24 años estaban empleados, situando a España entre los países de la OCDE con la menor tasa de ocupación juvenil antes de los 25 años. Este retraso implica que los jóvenes acumulan experiencia más tarde, afectando su capacidad para asumir responsabilidades empresariales a una edad temprana. Además, la generación que ahora se jubila tuvo hijos a edades más avanzadas que en el pasado, lo que ha generado un desfase entre el momento en que los empresarios desean retirarse y la preparación de sus potenciales sucesores.

En décadas anteriores, la sucesión empresarial se producía de manera natural, con hijos que desde temprana edad participaban en la gestión de los negocios familiares. Hoy, sin embargo, muchos prefieren desarrollar su carrera profesional fuera del ámbito familiar, ya sea por falta de interés o por considerar más atractivas otras opciones laborales. Esto ha creado un vacío generacional en muchas empresas, poniendo en riesgo su continuidad y obligando a explorar alternativas para garantizar su futuro.

Ante la falta de sucesores naturales, muchos empresarios recurren a la venta como una solución viable para asegurar la continuidad de su negocio. En el pasado, la transferencia del liderazgo dentro del núcleo familiar era la opción más común, pero hoy la integración en grupos más grandes o la entrada de fondos de inversión se presentan como alternativas más viables y sostenibles.

Los fondos de inversión ven en estas empresas una oportunidad atractiva. Son compañías con modelos de negocio consolidados, buena reputación en el mercado y estructuras financieras estables, pero que muchas veces requieren capital y modernización en la gestión para seguir siendo competitivas. Aquí es donde el private equity juega un papel clave, aportando inversión, estrategias de profesionalización y facilitando la expansión a mercados más amplios.

La entrada de inversores externos no solo inyecta capital, sino que también introduce herramientas de gestión más eficientes, impulsa la transformación digital y fomenta la competitividad. Este proceso permite que empresas familiares evolucionen y se adapten a un entorno cambiante, garantizando su viabilidad incluso en ausencia de un sucesor familiar.

El envejecimiento de la población y la transformación de la pirámide demográfica suponen un desafío para todos los países con economías maduras, pero también abre un abanico de posibilidades para aquellos inversores y compañías que sepan identificar estas oportunidades permitiéndoles acceder a negocios sólidos y con un gran potencial de crecimiento.

La sociedad en su conjunto y múltiples sectores de la economía se verán cada vez más afectados. La reducción de la población activa y el envejecimiento de la fuerza laboral están acelerando cambios en el modelo productivo, fomentando la automatización, la digitalización y la profesionalización en muchas industrias. A su vez, la creciente integración de empresas familiares en estructuras corporativas más grandes está reduciendo la fragmentación en sectores tradicionalmente atomizados, favoreciendo la eficiencia y la competitividad.

A medida que esta tendencia se intensifique, los fondos de inversión y las grandes empresas desempeñarán un papel crucial en la reconfiguración del tejido empresarial. La clave estará en gestionar este proceso con visión estratégica, asegurando que la transición genere valor tanto para los empresarios que buscan retirarse como para los inversores que desean consolidar su crecimiento. La pirámide de población no solo redefinirá el futuro social y económico, sino que marcará una nueva etapa en la evolución del ecosistema empresarial en los próximos años.

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