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Reglamento IA
Tribuna
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La AI Act como mapa del tesoro

El nuevo reglamento de inteligencia artificial crea un marco legal uniforme que ayuda a la existencia de un mercado europeo

IA y justicia
Sansert Sangsakawrat (Getty Images)

Hace tiempo que hablamos del nuevo reglamento de inteligencia artificial (IA) y después de un largo periplo parece que será publicado en breve en el Diario Oficial de la Unión Europea.

Son muchos los comentarios, artículos y reflexiones sobre la nueva norma europea, sus requisitos y exigencias, dirigidos a abogados, desarrolladores y al público en general. Son tantos que no voy a abundar en ello. Pero hay un aspecto del que me parece que se habla poco y sobre el que quisiera llamar la atención: ¿es el reglamento una oportunidad de negocio para los desarrolladores de IA europeos?

Es importante que exista un reglamento que establezca un marco legal único para toda la Unión Europea (UE). La aparición y proliferación de la IA había llevado a muchos países a crear políticas, libros blancos y toda suerte de declaraciones. La norma crea un marco legal uniforme que ayuda a la existencia de un mercado europeo. Solo por ese motivo debemos dar la bienvenida al reglamento.

El reglamento está pensado para permitir un desarrollo de la IA centrada en el ser humano y fiable, que garantice la salud, la seguridad y los derechos fundamentales de los ciudadanos. Nadie se atreverá a decir (aunque piense o haga otra cosa) que no está conforme con estos principios. Y ese modo de hacer las cosas tiene también su efecto económico.

Un fabricante/distribuidor global de productos de limpieza me dijo que, dentro de su catálogo de productos, los que llevaban sello UE se podían vender a un precio superior porque se asociaban con seguridad personal y medioambiental, con una calidad superior.

Bien puede ser que los productos de IA con sello UE también alcancen un éxito notable por responder a los indicados principios, a los que cada vez se da más importancia en todo el mundo.

El reglamento tiene una aproximación basada en riesgos, que regula con un detalle distinto según las categorías y se verá complementado por otras normas, recomendaciones y directrices.

Afecta a proveedores, importadores, distribuidores o responsable del despliegue. Pero no solo a las empresas sino también a las instituciones y órganos de la UE y de los gobiernos nacionales, que deberán tener un especial cuidado en su aplicación.

Pero la norma no va a arrastrarnos como un tsunami; establece unos tiempos de implementación entre los 6 y los 36 meses, que permitirán la adaptación al nuevo entorno. Hay tiempo para prepararse y en esta adaptación jugarán un papel importante las instituciones de la Unión.

Por otro lado, el Gobierno español ha establecido ya algunas normas de sandbox para la IA, y la Agencia Española de Supervisión de la Inteligencia Artificial (AESIA) no sólo va a jugar un rol de supervisión y coordinación con la UE sino también de fomento del desarrollo de inteligencia artificial. En este sentido, el nombramiento de Ignasi Belda como nuevo director de la agencia es una buena noticia.

Pero se habla poco de la Oficina Europea de Inteligencia Artificial y sus cinco unidades. Es cierto que la unidad de regulación y cumplimiento y la unidad de seguridad de la IA desempeñarán funciones de supervisión y control. Pero la unidad de excelencia de la IA y la robótica tienen como fin el apoyo y financiación de I+D, la coordinación de GEN AI 4 EU y el desarrollo de modelos e integración en aplicaciones innovadoras.

La unidad de innovación y coordinación de políticas de IA se hará cargo de la estrategia de IA de la UE, tendencias e inversión, estimulación a través de red de centro europeos de innovación y fábricas de IA y fomento de espacios controlados y reales de pruebas. Y la unidad de IA para el bien social aborda las aplicaciones médicas y de propósito general para el bien común.

El marco regulatorio pretende prevenir los riesgos inherentes a la IA, pero también promover el desarrollo de una IA europea. Para ello la Unión Europea va a invertir dinero y a crear programas que encaucen las iniciativas que se lleven a cabo por las empresas e instituciones.

En conclusión, las empresas que desarrollan y que utilizan sistemas de IA deben encontrar en el reglamento una hoja de ruta y también un mapa del tesoro. Siguiendo la norma se puede acceder a una serie de ventajas que redundarán en sistemas de alta calidad, que podrán ser utilizados ampliamente, no solamente en la UE sino también en otras áreas del mundo, favoreciendo con ello un ecosistema productivo europeo.

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