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En colaboración conLa Ley
Jornada laboral
Tribuna
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El trabajo con horario flexible: un arma de doble filo

Es fundamental encontrar el equilibrio justo que permita aprovechar las ventajas sin comprometer la productividad de las personas trabajadoras

Control horario
Agencia Getty

En el ámbito del derecho del trabajo, la adaptabilidad del horario laboral es uno de los temas que despierta más interés. Mi investigación en los últimos años me ha llevado por ese terreno, ocupándome de estudiar, entre otros asuntos, el impacto del horario flexible en la vida profesional y personal.

Este modelo de horario de trabajo, que permite gestionar el tiempo según las necesidades individuales de la persona trabajadora, parece ser la panacea. Trabajar sin estructuras horarias fijas puede ser un caramelo muy apetitoso. Sin embargo, su implementación exitosa requiere una autodisciplina considerable porque la propia persona puede acabar poniéndose palos en la rueda de su bicicleta.

Supuestamente, la persona trabajadora que debe el tiempo a su empresa de esta forma, disfruta de la libertad de comenzar su jornada laboral en un rango de tiempo amplio, ajustando su salida en consecuencia. Esta flexibilidad, aunque atractiva, conlleva el riesgo de extender las horas de trabajo más allá de lo permitido si no se establecen límites claros; la salud mental y física puede verse claramente mermada.

La promesa del horario flexible es atractiva: la posibilidad de realizar trámites personales/familiares o asistir a eventos sin las restricciones de un horario estricto, son algunas de estas ventajas. No obstante, la ausencia de una estructura fija puede resultar en una frontera borrosa entre el trabajo y la vida personal, especialmente en un entorno de teletrabajo y de hiperconectividad. En este punto, el riesgo de no ejercer con garantías el derecho a la desconexión digital es altísimo.

Sin una disciplina personal firme y la fijación de un horario que solo se modifique por circunstancias justificadas y es urgentes, es fácil caer en la trampa de trabajar más de lo pactado en el contrato de trabajo; se puede sufrir los estragos de la conocida fatiga informática por no desconectar de la tecnología con fines empresariales en tiempos de descanso, vacaciones, días libres, etc.

Desde esta perspectiva, la flexibilidad se convierte en una excusa para postergar tareas y extender la jornada laboral, lo que afecta negativamente tanto la productividad como la seguridad de salud de la persona trabajadora.

Para evitar males mayores, estas personas con horarios flexibles, deberían mantener una rutina y un horario fijo personal, permitiendo la flexibilidad solo cuando sea absolutamente necesario. A efectos comparativos (negativos), no es de extrañar que piensen cómo sus compañeros que tienen otros horarios más fijos no solo entran más temprano a trabajar, sino que también pueden maximizar su tiempo de manera efectiva.

En síntesis, el horario flexible no debe ser un vehículo para la procrastinación, sino una herramienta para mejorar la eficiencia y la calidad de vida. El trabajador ha de ser capaz de no permitir que las distracciones menores consuman su jornada laboral, ya que el tiempo perdido no se puede recuperar. Después de todo, se trata de valorar cada minuto y utilizar el horario flexible como un medio para alcanzar un equilibrio sostenible entre el trabajo y la vida personal.

Junto a lo anterior, es fundamental comprender que la flexibilidad en el horario laboral no implica gozar de un permiso para la falta de responsabilidad. Las personas trabajadoras que disfrutan de esta ventaja deben ser conscientes de que su compromiso con las horas de trabajo acordadas sigue siendo básico en aras de demostrar una diligencia en el trabajo.

La gestión adecuada del tiempo es esencial para evitar la tentación de dilatar las tareas o prolongar la jornada laboral sin justificación, con el riesgo que ello conlleva a efectos disciplinarios por la empresa.

Es importante destacar que el horario flexible no es una solución universal para todas las personas y todas las empresas. Algunos sectores o perfiles laborales requieren una mayor rigidez en los horarios debido a la naturaleza de las tareas o a las demandas del cliente. En tales casos, la implementación del horario flexible puede ser más complicada y requerir un enfoque adaptado a las necesidades específicas de la organización.

En términos legales, la regulación del horario flexible también plantea desafíos. Es necesario establecer políticas claras y transparentes que protejan los derechos de las personas trabajadoras y promuevan un ambiente laboral igualitario. Esto incluye garantizar el pago justo por las horas trabajadas, así como proteger el derecho de toda la plantilla de trabajadores a desconectar fuera del horario laboral establecido.

Resumidamente, si bien el horario flexible puede ofrecer beneficios significativos para las dos partes de la relación laboral, su implementación exitosa requiere un enfoque equilibrado y una gestión cuidadosa. Es fundamental encontrar el equilibrio justo que permita aprovechar las ventajas de la flexibilidad sin comprometer la productividad ni la seguridad y salud de las personas trabajadoras.

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