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Agentes IA: riesgo y oportunidades de la inteligencia artificial que trabaja sola

Capaz de tomar decisiones y de ejecutar acciones de forma independiente dentro de unos baremos predeterminados, la inteligencia artificial entra en una nueva fase en la que se hará notar más

Gráfico que muestra el impacto potencial de la inteligencia artificial generativa en 427 profesiones, agrupadas por su exposición a la automatización. Clasifica los empleos según si están no afectados, tienen potencial de aumento, son inciertos o automatizables. Los trabajos administrativos y de oficina presentan mayor riesgo, mientras que los profesionales cualificados, como médicos o ingenieros, tienden a estar menos expuestos. Fuente: Organización Internacional del Trabajo (OIT), 2023.
Fernando Belinchón

Entre tanto hecho histórico, no es de extrañar que algunos de ellos pasen de puntillas para el grueso de la población. El pasado 23 de enero, podría ser uno de esos puntos de inflexión en la historia que pasan desapercibidos. Ese día, OpenAI, la reina de la inteligencia artificial, presentaba ante el mundo a Operator. Todavía en fase inicial y experimental, Operator es una inteligencia artificial autónoma, o, como se le conoce en la jerga, un agente IA.

Isabel Fernández, experta en inteligencia artificial con 30 años de experiencia que recientemente asumió el cargo de nueva responsable de IA en la consultora tecnológica Babel, explica qué es exactamente uno de estos agentes. “Un agente es un proceso que es capaz de hacer tareas de manera autónoma. Tareas para las que necesita datos de entrada y que, en base a esos datos, es capaz de hacer alguna acción”, define.

Con otras palabras. Es una IA capaz de tomar decisiones y de ejecutar acciones por sí misma en circunstancias complejas una vez se le han dado las órdenes sobre qué y cómo tiene que hacer algo.

La experta puntualiza que no son un invento nuevo exactamente y que llevan años entre nosotros. En su opinión, Alexa, la famosa IA de Amazon, encaja con la defición de agente: “Alexa está conectada a varios servicios como Spotify y utiliza entrada de datos que es tu voz para ejecutar acciones”. La diferencia está en que ahora escuchamos el nombre de agente porque las tecnológicas lo han empaquetado así y lo venden como una tecnología a integrar en las empresas.

“Microsoft, Amazon, OpenAI, Salesforce… Todos los grandes tienen agentes. Luego prácticamente cualquier empresa también tienen los suyos; aseguradoras, bancos... Estos agentes ya están operando a día de hoy”, relata.

Esto no es baladí. A medida que se extiende su comercialización, la IA está pasando de un escenario más general a otro periodo de fase de aplicación específica; el momento en el que de verdad empieza a dejar sentir su impacto de forma más notable.

La pregunta es: ¿qué puede hacer un agente IA? Además de trabajar de forma incansable 24 horas los siete días de la semana, algo común en todos ellos e inalcanzable para cualquier humano, la respuesta a esta aparentemente sencilla pregunta varía. Y mucho.

Laura Gámiz, Country Director para España de la plataforma de gestión de gasto Payhawk, detalla cómo han desarrollado un nuevo tipo de departamento financiero. “Hemos lanzado un concepto que hemos llamado la oficina IA del CFO. Por qué. Porque no es solo un agente, se compone de cuatro. Tenemos el primero en funcionamiento, el agente de control financiero. Los otros tres se lanzarán próximamente a lo largo de este año. Son el agente de compras, el de viajes y el de pagos”, desvela. Gámiz especifica que, entre otras cosas, sus inteligencias autónomas pueden aprobar o denegar de forma autónoma gastos de los empleados de una empresa haciendo que el proceso dure 3,5 segundos. Recopilan toda la documentación. La analizan. Alertan en caso de irregularidades.

Por su parte, la consultora Globant también tiene los suyos propios y en sus equipos ya conviven humanos con IA. Gonzalo Vázquez, Chief Technology Officer de Globant en Europa, cuenta que hay dos categorías: agentes de programación y agentes de negocio.

En la primera, tienen agentes que recopilan conversaciones y elaboran informes, que escriben código de programación, otro que lo corrige en busca de errores que tiene una eficacia del 90%, otro agente que se encarga de testar aplicaciones y programas. Tienen uno más que es capaz de traducir idiomas de programación y cambiarlos de uno a otro. También otro agente que analiza el código y lo adapta a la regulación europea.

En el apartado de negocio, hacen agentes por encargo que se adaptan a sus clientes. Ahí menciona uno de análisis visual y otro que sirve para el estudio de moléculas y que permite a una farmacéutica española de la que no da el nombre hacer en un mes el trabajo que antes le llevaba un año. Una vez visto lo que pueden hacer, la siguiente pregunta es obvia: ¿qué impacto tendrán en el empleo? La respuesta, tampoco es fácil.

Lo que un ‘call center’ nos dice sobre nuestro futuro

Las tres empresas mencionadas anteriormente son un ejemplo de la parte brillante de la IA. Humanos usándola como aliada para ser mucho más productivos sin efectos negativos en términos netos en el empleo. Babel, Globant y Payhawk han ampliado plantilla. La primera, En 2020 tenía 400 personas contratadas y ahora tiene 3.200 trabajadores. La segunda, Globant, da empleo a 30.000 personas de los cuáles un 85% trabajan en producción. La mayoría son ingenieros que usan los agentes que ellos mismos han desarrollado. No obstante, y en contra de la opinión generalizada de los expertos consultados para este artículo y de las comunicaciones que llegan de forma recurrente de empresas dedicadas a la IA, no es oro todo lo que reluce.

En enero de 2024, Kristalina Georgieva, directora gerente​ del Fondo Monetario Internacional, firmó un artículo en el que decía que el 40% de los empleos del mundo se verían afectados por la IA, en algunos casos, serían sustituidos, en otros, complementados. En agosto de 2023, la Organización Internacional del Trabajo publicó un análisis sobre qué empleos corrían más riesgo de ser automatizados y cuáles menos. Su análisis se realizó antes de la eclosión de los agentes IA y ya identificaban un 5% de oficios automatizables por completo en un momento en el que la IA estaba en una fase incipiente y los agentes eran algo más propio de la ciencia ficción que de la realidad.

Fernández, que descarta impactos negativos de esta tecnología y que afirma que los agentes no han venido a sustituirnos sino a potenciarnos, habla de un call center para el que Babel diseñó un ecosistema de agentes IA. Los agentes no atendían directamente las llamadas, sino que analizaban todas las grabaciones e iban asistiendo al operario humano mediante un árbol de decisiones para reducir el tiempo en resolver el problema del cliente. “Yo no veo reducción de personas en ningún sitio, y esto les está pasando también a nuestros clientes. Lo único que veo es transformación de puestos de trabajo”, resume. Con ella coincide Gámiz. “Nosotros hemos aportado eliminación de tarea de carga manual y ahora podemos centrarnos en tareas estratégicas. Lo que hace es potenciar las habilidades”, sostiene.

Vázquez, que también incide en que no cree que los agentes vengan a reemplazar a la masa laboral, sí que reconoce que se les acercan clientes pidiendo literalmente que les ayuden a reducir su plantilla mediante la implementación de IA. “Nosotros hemos trabajado en el desarrollo de un sistema de agentes especializados en la resolución de casos para un call center. Eso implicó que redujeran un 28% los tiempos de resolución de casos a través de los humanos. Muchos de los trabajadores cambiaron de rol, pero redujeron la plantilla”, advierte.

Ese call center que despidió gente por la IA no es una excepción. Según recopila Forbes, en 2022, la fintech Klarna despidió a 1.000 personas, un 10% de su plantilla, por esta tecnología. Este año, UPS ha prescindido de 22.000 trabajadores alegando que los avances tecnológicos permiten automatizar tareas. La aplicación de aprendizaje de idiomas Duolingo dejó de dar empleo al 10% de su fuerza global de traductores autónomos como parte de su giro hacia la IA. En 2024, Cisco Systems echó a 5.900 personas en medio de un cambio estratégico para centrarse en IA y ciberseguridad.

“¿Tú te imaginas un vendedor de un producto que diga que va a generar desempleo? ¿Cuánta gente se lo compraría?”, dice José Varela Ferrío, responsable de IA y digitalización en UGT. “Cuando se hace una evolución de este tipo… No solo los agentes IA son autónomos y toman decisiones, sino que pueden interactuar con interfaces muy diferentes de lo que es un chatbot tradicional. Un empresario que invierte en una inteligencia artificial para hacer trabajo humano, va a despedir humanos si no tiene más tareas que darles, y si de verdad hubiera tareas de más valor por hacer como dicen los expertos, el empresario ya hubiera maniobrado para hacerlas”, reflexiona.

Respondiendo a la primera pregunta retórica de Varela, de hecho, sí que existe al menos un vendedor de un producto que, para venderse, promete generar tanto desempleo como le sea posible. El pasado 17 de abril, se anunció el lanzamiento de Mechanize, una startup de Estados Unidos que, focalizada en “el desarrollo de entornos virtuales y entrenamiento de datos”, buscará la completa automatización de la economía.

“El potencial del mercado es absurdamente grande: los trabajadores de EE UU cobran unos 18 billones de dólares al año en total. Para todo el mundo, la cifra es más de tres veces mayor, unos 60 billones de dólares anuales”, reza la página web a modo de gancho para atraer inversores. La startup que pretende acabar con el trabajo humano ha sido fundada por el investigador de IA Tamay Besiroglu, a su vez exfundador del instituto de investigación sobre cuestiones éticas y de gobernanza de la inteligencia artificial Epoch AI. De momento, para llevar a cabo su nueva misión, está contratando humanos.

A pesar de ejemplos extremos como el de Mechanize, la IA efectivamente genera empleo. Si bien, Varela cuenta que lo importante no es tanto la cantidad neta de empleo que genere o destruya —que es el elemento que normalmente acapara los focos— si no que, en su opinión, es cuánto tiempo pasará entre la destrucción de un puesto de trabajo y la generación de uno nuevo. Y si esos nuevos puestos irán a parar a las mismas personas que han perdido el empleo por la IA. Si no se atiende esta cuestión mediante formación y apoyos adecuados por parte de las empresas y de las administraciones públicas, Varela cree que corremos el riesgo de que esos trabajadores queden a su suerte.

Entre tanto debate, sí hay una realidad que nadie niega. El efecto de eficiencia de la IA. No todo es suplantación de trabajos humanos y hay mucho de potenciación. Como atestigua el ejemplo del agente de estudio de moléculas, hay empresas que cambian toda su forma de operar para mejor y sin despidos en el proceso.

Como en el caso del call center, siempre habrá empresas preguntándose cómo reducir su plantilla gracias a la IA, pero también habrá otras firmas que vean más allá y se preguntarán cómo cambiar gracias a ella para mejorar sin despidos en mente debido al enorme potencial que tiene esta tecnología.

En un reciente informe, los analistas de Vanguard consideran que esta tecnología elevará la productividad general de la economía un 20% de aquí a 2035, lo que generaría un crecimiento del PIB estadonidense del 3% durante la década de 2030, o, aterrizando los efectos sobre la economía a términos más mundanos empleados por ellos mismos, “si el impacto de la IA es el que sugieren nuestros modelos e impulsa aumentos significativos de la productividad, sería equivalente a que la generación del baby boom no se jubilara en absoluto”. Tomando la palabra a Vanguard, esta tecnología podría colaborar a resolver uno de los grandes retos de nuestra época como es la sostenibilidad de las pensiones.

Los agentes IA tendrán efectos positivos, pero también habrá personas que pierdan el empleo por su culpa. El cómo se atienda y apoye a los trabajadores perjudicados, determinará hacia dónde se inclinará la balanza del impacto de esta tecnología en el empleo: hacia la transformación, o hacia la destrucción.

Sobre la firma

Fernando Belinchón
Madrid. 1994. Máster en periodismo económico por la Universidad Rey Juan Carlos. Redactor de la Mesa Web de CincoDías. En el periódico desde 2016.
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