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La resistencia de los alimentos a bajar y la energía condenan al IPC a llegar al 4%

El INE confirma que la inflación repunta al 3,5% en septiembre con los carburantes como amenaza alcista para el último tramo de 2023

A.M.R.
Madrid -
Surtidores en una estación de servicio de Madrid, este verano.
Surtidores en una estación de servicio de Madrid, este verano.J.C Hidalgo (EFE)

Aceite, agua mineral, azúcar, carne de cerdo, huevos, hortalizas, legumbres, patatas y algo de comida preparada. Lo que parece una lista de la compra básica es también la lista de alimentos cuyo encarecimiento en el último año supera el 10% a cierre de septiembre, según informó ayer el Instituto Nacional de Estadística (INE) en la revisión definitiva del Índice de Precios al Consumo (IPC) del noveno mes, cuyo aumento global queda fijado en un 3,5% interanual. El verano se despide con un alza de la inflación que casi dobla el 1,9% de junio, después de tres meses encadenados de repuntes y con carburantes y energía a la carga una vez más para empujar al IPC a cerca del 4% durante lo que queda de año y buena parte de 2024.

Alrededor de esta cifra coinciden la mayoría de analistas y organismos nacionales e internacionales. Y en algo más: España no volverá a ver de cerca el canónico 2%, como mínimo, hasta 2025. El posible fin de las ayudas a la energía y a la alimentación a finales de año se indica como primer elemento disruptivo, pero también se teme el repunte de los costes energéticos (más si cabe con el foco bélico en Oriente Medio, que se une al invierno y sus exigencias de más petróleo en Europa con Rusia de fondo). A un nivel nacional se suma la sequía que agosta las cosechas, tal y como apunta el Banco de España.

La suma de factores dibuja un panorama de previsiones muy por encima del 3% durante año y medio y que se mueve entre los cálculos de Bruselas, que en su última revisión llevó la cifra para acabar el año al 3,6% o si se moderará hasta el 3,2% como indica el Banco de España y espera el Gobierno. Funcas y Bankinter se sitúan en el rango alto y calculan terminar el ejercicio en el 3,8% de media anual. Sí hay mayor consenso para el año que viene en cuanto a rondar el 4% de media final, con lo que España perdería la etiqueta de ser el país europeo con menos inflación y podría pasar a ser todo lo contrario. El FMI, con un 3,9%, y el Banco de España, con un 4,3%, ahondan en el pesimismo de, parafraseando a la Reserva Federal y los tipos de interés, una inflación más alta durante más tiempo en España.

“Me preocupa que se entienda que este repunte que vamos a tener de aquí a enero y febrero sea una vuelta hacia arriba y no es más que un rebote como cuando un avión aterriza, que sube para luego volver a bajar”, contrarresta las sombras Manuel Hidalgo, economista y profesor de la Universidad Pablo Olavide (Sevilla). En su opinión, los elementos que tensionan los precios están muy delimitados por el efecto base (la comparación interanual con un momento de pico o desplome) y este despertar de los combustibles. Porque los alimentos, precisamente por el mismo efecto base, dejarán de crecer tanto para enero o febrero, cuando la distancia anual con su momento de mayor auge haya pasado.

Más le preocupa a Hidalgo el fin de las ayudas a finales de año “porque es un mal momento desde el punto de vista psicológico y se puede dar una idea equivocada” y “puede suponer mayor presión sobre los salarios y los márgenes”.

A pie de lineal

Volviendo al presente de las cifras publicadas por el INE, la tasa anual de la inflación subyacente, que mide los precios sin alimentos y energía, disminuye tres décimas, hasta el 5,8%. Ahonda así en la idea de que el problema es temporal, con la brecha respecto a la general, uno de los grandes quebraderos de cabeza en los últimos meses, estrechándose poco a poco. Si se desciende al nivel de rúbricas, las sospechas de estancamiento tienen a culpables claros. Por el retrovisor, se ven venir a carburantes y precios energéticos. En lo que va de año la gasolina ha engordado un 24,9% sus precios y el diésel, un 12,7%. La electricidad, por su parte, es un 38,3% más barata que hace un año, pero en lo que va de este la caída queda en un tercio: 12,9%.

Dentro de la de por sí encarecida cesta de la compra no hay descensos ni respecto a 2022 ni en lo que va de año ante el lineal del supermercado. Todo sube, con productos elementales entre los más encarecidos. Es mala época, por ejemplo, para cocinar en casa una rosquilla: los aceites son un 41,9% más caros que hace un año, y el azúcar, un 40,5%.

El siguiente escalón lo fijan las comidas por encima del 10% y aquí las malas noticias son para el plato combinado más famoso: patatas (un 15,2%), carne de porcino (un 14,4%) y huevos (un 11,5%). Y para bajarse el disgusto o comer sano, poca opción: leche (un 11,9% más que hace un año) y agua mineral, refrescos y zumos (un 12,7%) también superan la barrera psicológica del 10%, con las legumbres y hortalizas, tanto frescas como preparadas, cerca del 12% de aumento. Los preparados alimenticios, con un 12,7% de alza, tampoco ceden.

Fuera de la comida, septiembre fue un mes poco propicio para el ocio o vacaciones fuera de temporada: el alcohol (8,4%), el tabaco (7,1%) y el turismo y la hostelería (7,5%) completan la triada del grupo de segmentos con precios que duplican la tasa general respecto a 2022.

Por encima del 3,5% de la media general, y por tratarse del mes que es, merece mención la educación: la secundaria se encareció un 4,8%, la primaria un 4,1% y sólo la universitaria, con un 0,2% repitió coste de hace un año. Otros gastos de enseñanza suben un 3,8%.

En términos mensuales (septiembre sobre agosto), el IPC general registró un aumento del 0,2%, tres décimas menos de lo que subió el mes anterior pero completando cuatro meses seguidos con la flecha mirando hacia arriba. Este incremento mensual del IPC en septiembre fue consecuencia del encarecimiento específico de los carburantes, de la electricidad y de los alimentos (otra vez), que escalaron un 0,5% por el alza de aceites y grasas y legumbres y hortalizas.

Frente al encarecimiento de la electricidad y de los carburantes, Estadística destaca que los precios de los paquetes turísticos bajaron en septiembre más que en el mismo mes de 2022, al tiempo que los precios del vestido y el calzado subieron menos que un año antes con la entrada de la nueva temporada otoño-invierno.

El Ministerio de Asuntos Económicos ha subrayado en un comunicado que el incremento de la inflación general en septiembre se debe al efecto base de los precios de la electricidad y los carburantes. “España lleva más de un año entre los países con menor inflación y mayor crecimiento de toda la zona euro”, ha resaltado.

“En un contexto inflacionario en toda Europa, España se consolida como uno de los países de la zona euro con una menor inflación tras bajarla casi 5,5 puntos en el último año”, ha remarcado el Departamento que dirige, en funciones, Nadia Calviño.

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A.M.R.
Jefe de sección de Empresas y Sectores. En prensa económica desde el cambio de siglo, ha trabajado en periódicos locales y provinciales así como en nacionales salmón y páginas web. También tiene experiencia en diferentes gabinetes de comunicación públicos y privados.

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