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Tim Besley: “La gente no es tan estúpida como para dejarse sobornar con sus propios impuestos antes de unas elecciones”

“Quizás los políticos se gastan el dinero en pintar los pasos de cebra porque es lo que los votantes quieren. No está tan claro que los derrochen para ganar votos”, sostiene el catedrático de la London School of Economics

Tim Besley
Fundación BBVA
Pepe García

Timothy Besley (Kesteven, Reino Unido, 1960) es uno de esos economistas que ha mirado de cerca al poder. Tanto sobre el papel, a través de sus estudios sobre economía política como catedrático en la prestigiosa London School of Economics (LSE); como en la práctica, cuando formó parte del Comité de Política Monetaria del Banco de Inglaterra. De este zigzagueo, entre lo efectivo y lo teórico, surge una trayectoria de casi 40 años en la que Besley ha estudiado cómo afectan los procesos políticos a las finanzas y viceversa. A principios de marzo, ganó el Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en la categoría de Economía por su contribución a conectar las esferas de estos dos mundos.

Pregunta. ¿Qué le sorprendió más al llegar desde la academia a entornos de gestión?

Respuesta. Me llevé la impresión de lo importante que es la investigación. Los académicos tenemos una cosa de la que no disponen los que tienen que gestionar los problemas: tiempo para pensar. El mundo está lleno de asuntos complejos y difíciles de resolver y los que tienen que gestionarlos tienen un tiempo muy comprimido.

P. Nos acercamos a un periodo electoral largo en España y está presente ese mito de que los políticos se lanzan a pintar pasos de cebra y arreglar los parques en las ciudades para ganar votos. ¿Afectan las elecciones a las cuentas públicas?

R. En cierto sentido, quizás hacen esas cosas porque es lo que la gente quiere que se haga. A lo mejor, el resto del tiempo los políticos no hacen lo que los votantes realmente quieren, así que lo que no está tan claro es que los servidores públicos están siempre gastando el dinero en las cosas que quieren los votantes. ¿Es la gente tan estúpida que no puede darse cuenta de que están siendo sobornados con su propio dinero? El verdadero foco es hacer que la democracia funcione, lo que incluye a otras instituciones. Hay que construir los marcos para que el proceso sea el correcto, y eso, creo, es algo que hemos conseguido en los países exitosos.

P. Hay consenso sobre lo positivo de pagar impuestos, pero no por ello deja de haber defraudadores; ¿cada vez se cumplen menos las normas establecidas?

R. Hay evidencias de que en muchos países es así. Si confiamos, es porque pensamos que los que gobiernan van a hacer cosas en nuestro interés, aunque no te guste. A nadie le gusta pagar impuestos, pero si confiamos en que, sin ellos, no tendremos servicios, entonces los pagamos. Es muy importante para que los Estados modernos funcionen que exista un cierto grado de sumisión voluntaria y, si perdemos confianza, también podemos perder esa obediencia necesaria.

P. Empresas como Ferrovial no deben confiar mucho en las instituciones...

R. No conozco el caso concreto de Ferrovial, pero es similar al de otras empresas que se mudan a Ohio o Irlanda. Es una distorsión del sistema. Se tiende a gravar menos las cosas móviles, como las empresas, y, para hacer funcionar al gobierno, tienes que subir los impuestos sobre las cosas inmóviles, como las personas, que tienden a no desplazarse tanto. El caso es quién paga, no sobre si se paga o no.

P. ¿La UE podría hacer algo al respecto?

R. Está dejando que pase. Las instituciones internacionales no tienen poder para cambiarlo, tan solo pueden organizar a los Estados. La UE podría buscar aplicar un mismo marco fiscal y tributaciones similares. Es difícil a nivel global, pero elige no hacerlo y lo permiten.

P. Sin embargo, desde la Unión se pide confiar en las instituciones. ¿Conseguirán alguna vez la suficiente obediencia?

R. Tengo que tener cuidado, ya que vengo del país del Brexit [ríe]. Un paso muy importante en el desarrollo de las instituciones es el de tener la capacidad de generar impuestos. El motivo por el que la UE, en cierto sentido, sigue siendo débil es porque el poder de generar dinero todavía reside en los Estados. Algunos países de la UE consiguen entre el 30% y el 45% de su PIB en impuestos, ahí es donde reside el poder real. La UE nunca ha sido un Estado tributario, por lo que la rendición de cuentas pierde importancia.

P. Así es difícil generar confianza...

R. Creo que este es el asunto. Las personas sienten que la UE es un ente muy remoto en sus vidas y, aun así, les influye en su día a día. Eso lubrica el sentimiento populista. La gente solo está conectada con la Unión Europea a través de sus Estados.

Algunos países de la UE consiguen entre el 30% y el 45% de su PIB en tributos, ahí es donde reside el poder real

P. En sus investigaciones, ha hablado de populismo, pero ¿es solo un concepto económico?

R. La gente dirá, mayoritariamente, que los cambios en la tecnología o la destrucción de algunos tipos de puestos de trabajo son factores económicos [que han provocado el surgimiento del populismo]. Pero es importante que los economistas abracen la idea de que hay más cosas en juego. El papel de la educación, por ejemplo, es fundamental. Si nos fijamos en temas como la inmigración, la defensa del medio ambiente, los derechos de los homosexuales... Son visiones en las que haber ido a la universidad parece ser un elemento que determina la posición con la que se aborden esos asuntos. Eso se convierte en una gran división. Sobre todo, teniendo en cuenta que en muchos países industrializados la proporción de universitarios ha subido muchísimo y llega hasta la mitad de la población. Y no hay peor polarización que un 50/50.

P. ¿La educación está dividiendo a la sociedad?

R. Creo que estamos viendo un pico de polarización educacional que revierte en el populismo. En la generación de mis padres, de alguna manera se pensaba: “La gente con educación sabrá lo que hace, vamos a dejarles actuar como consideren”. No creo que la sociedad esté dispuesta a asumir eso, a dejar gobernar a las élites bien educadas. Simplemente, porque ven a más gente con estudios a su alrededor y ven que son exactamente como ellos.

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Sobre la firma

Pepe García
Redactor de la sección de Economía de Cinco Días. Estudió Ciencias Políticas y Sociología en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla y cursó el Máster de periodismo UAM - EL PAÍS.

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