El capital de Grifols vuelve a agitarse con la caída en Bolsa y las negociaciones con Brookfield
JP Morgan, Melqart, Brandes y los minoritarios comunican cambios en sus participaciones, mientras el mercado vuelve a esperar una posible opa


El capital de Grifols vuelve a entrar en estado de agitación. La posible nueva opa de Brookfield y la caída en Bolsa por la crisis de los mercados tienen la culpa. Es la enésima sacudida desde el principio de 2024, cuando estalló la crisis bursátil y de confianza derivada de las acusaciones de maquillaje de cuentas por parte de la gestora bajista Gotham City Research, con la que la farmacéutica tiene abiertos distintos litigios en EE UU y España. De hecho, durante el pasado año vivió un cambio casi sin precedentes, con la irrupción de nuevas gestoras, fondos como Mason Capital, Flat Footed y Sachem Head, que se han hecho con representación en el consejo de administración de la compañía, así como diferentes hedge funds.
En los últimos días, entre otros cambios, JP Morgan comunicó a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) un aumento de su participación del 2,680% al 3,065%, especialmente a través de instrumentos financieros. En la misma línea, la gestora Melqart desveló una participación superior al 1% del capital de Grifols (un 1,068%). En la anterior comunicación, con fecha del 5 de marzo, la firma dijo tener un 0,813% del capital.
También Brandes Investment comunicó a la SEC que ha situado su posición en las acciones tipo B de la farmacéutica en el 16,4%, por encima del 13,47% comunicado en noviembre del pasado año. En esta oleada, la Asociación de Accionistas Minoritarios de Grifols (AMG) anunció que había incrementado su participación en la farmacéutica, aprovechando la caída en Bolsa de la acción de la compañía. AMG representa a inversores con una participación conjunta valorada en más de 42 millones de euros.
Los movimientos llegan en la que parece ser una nueva etapa en Grifols. La empresa había logrado restablecer parte de la confianza de los inversores tras la celebración, a final de febrero, del Capital Markets Day, en el que se presentó el nuevo plan estratégico 2025-2029. La farmacéutica, entre otras previsiones, anunció su objetivo de superar los 10.000 millones de euros en ingresos, así como su intención de retomar el dividendo, en un escenario de clara recuperación de la generación de caja, magnitud clave para reducir deuda, talón de Aquiles del grupo.
Sin embargo, los acontecimientos se desataron el pasado 2 de abril. Primero, Brookfield comunicó a la CNMV que no estaba manteniendo conversaciones con el consejo de administración de la compañía en relación con una potencial opa, si bien, sí admitió que “mantiene un diálogo de carácter general con los accionistas de referencia”. Estos os accionistas de referencia son la familia Grifols que, a través de distintas sociedades, controla en torno a un 30% del capital. Horas después, la familia fundadora reconoció haber mantenido conversaciones con un grupo inversor interesado, en alusión a Brookfield, para explorar un potencial acuerdo corporativo.
Ambas partes negociaron a lo largo del segundo semestre del pasado año una posible opa sobre Grifols. Sin embargo, no hubo acuerdo. Brookfield decidió retirar su posible opa junto a miembros de la familia Grifols, en la que se empresa se valoraba en 6.450 millones de euros, con 10,50 euros por cada clase A. El consejo de administración de la farmacéutica, sin la participación de los Grifols, rechazó la oferta que se infravaloraba a la empresa. El citado órgano de gestión afirmó que no recomendaría a los accionistas aceptar una posible oferta de Brookfield, al considerar una infravaloración significativa de los fundamentales previstos y el potencial a largo plazo de la compañía.
Ahora el mercado espera posibles nuevos movimientos. Mientras, el escenario se ha aderezado con una fuerte caída en Bolsa de las acciones de la farmacéutica, en medio de la tormenta que ha sacudido a los mercados financieros tras el agravamiento de la guerra arancelaria iniciada por el presidente de EE UU, Donald Trump. Y todo pese a que Grifols es una empresa con fuerte presencia en el mercado estadounidense que, según Barclays, puede salir ganadora de este escenario global.
El caso es que las acciones de la firma se dejan un 16% en el último mes, en el que han llegado a marcar un precio mínimo, en esta última semana, de 7,32 euros (a principios de marzo llegaron a tocar los 11 euros). Es la cota más baja desde marzo de 2024, en los peores momentos de la crisis Gotham.
Los inversores, no obstante, ya se han apresurado a reclamar a Brookfield que, si presenta una oferta, debe ser superior a los 10,50 euros planteados en noviembre de 2024. Distintos analistas han coincidido en que el precio debería ser de, al menos, 14 euros por título, dados los “sólidos” activos y el potencial de Grifols en el ámbito del plasma. De hecho, fuentes del mercado no descartan la irrupción de otro grupo inversor con una oferta a esos niveles, para tratar de quedarse con la compañía. Eso sí, los Grifols afirmaron que siguen comprometidos con la compañía y no venderían las acciones de una empresa familiar centenaria.
Mientras, la farmacéutica continúa con sus operaciones. Dentro de su reorganización interna, anunció hace pocos días el lanzamiento de una opa de exclusión sobre su filial alemana Biotest AG, para sacarla de cotización. La transacción, de acudir todos los inversores minoristas, se acercaría a los 350 millones de euros. La empresa deberá convencer a inversores como Axxion, Oppenheimer, UBS, Ersel, Generali y Reade Griffith para que acepten la oferta.
Sobre la firma
