Aena se planta ante Ryanair, el negociador más voraz entre las aerolíneas
El choque de la semana pasada por las tarifas en los aeropuertos regionales engrosa una larga lista de enfrentamientos de la ‘low cost’ con el Gobierno, el gestor aeroportuario y los sindicatos
Palacio de La Moncloa, 12 de enero de 2024. El primer ejecutivo del grupo de aerolíneas Ryanair, Michael O’Leary, desgrana ante el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el ministro de Transportes, Óscar Puente, su plan para asignar 33 nuevos aviones a bases españolas. La firma irlandesa, que tiene este país como su segundo mercado, tras Italia, con 50 millones de los 162 millones de pasajeros atendidos en el ejercicio fiscal 2022-2023, pide tarifas aeroportuarias más bajas y asegura que, con ello, podría superar los 77 millones de viajeros en este país.
Solo un año después de ese momento dulce, la compañía asegura que su desarrollo en España está en el aire, precisamente por las tarifas, y mantiene un enfrentamiento sin precedentes con el operador público Aena, que no ha dudado en ir al choque con su mayor cliente por tráfico de viajeros. El silencio del ministro Puente avala la posición de Aena, y el titular de Turismo, Jordi Hereu, ha recomendado a Ryanair que desista en su ataque y siga apostando por el crecimiento en España. Todo ello después de que la mayor aerolínea europea de bajo coste anunciara el día 16 que volará menos hacia y desde aeropuertos regionales españoles.
Ryanair, conocida por sus agresivas técnicas comerciales, también luce el título de aerolínea más beligerante del continente. Los veteranos Michael O’Leary y Eddie Wilson, cabezas visibles de la compañía, no son dóciles negociadores, más bien al contrario. Tienen en su mano la fuerza de una incomparable oferta, con 600 aviones, y el favor de una demanda que prima los precios bajos. La aerolínea espera la entrada de 350 nuevos aviones y no duda en presionar con ello a los Gobiernos para obtener rebajas de tarifas. El pasado verano dio pruebas de su tono muscular al abrir 200 nuevas rutas y cinco bases, todo un reclamo para cualquier país.
“Lo que ha pasado la semana pasada ha sido grave. Una empresa como Ryanair no puede aspirar a que el sistema aeroportuario español, que funciona muy bien, registra récords de tráfico y es un eslabón fundamental para el turismo y la economía, se diseñe a su medida e intereses particulares. Creo que quiere utilizar gratis los aeropuertos, muy legítimo por su parte, pero eso no haría posible el desarrollo del sistema aeroportuario, pensado para favorecer la cohesión territorial”. Así de contundente se manifestó el presidente de Aena, Maurici Lucena, ante las críticas de la referida Ryanair a los incentivos comerciales que buscan alimentar el tráfico en los aeropuertos con menos de tres millones de usuarios.
El CEO Eddie Wilson habla de “aeropuertos vacíos, con más de un 50% de su capacidad excedentaria”, y ha retirado de su oferta de verano 800.000 asientos en siete plazas regionales, desapareciendo de Jerez de la Frontera (Cádiz) o de Valladolid. La low cost ha llegado a instar al Gobierno a romper el monopolio en la gestión aeroportuaria, cediéndose las infraestructuras regionales a las Comunidades Autónomas. Croacia, Italia y Marruecos están entre los mercados en que Ryanair ha abierto bases en los últimos años, mientras que en España no estrena emplazamientos de flota desde 2016, pese a que sí incrementa su tráfico hacia y desde este país cada temporada.
Con una temperatura en la discusión en niveles nunca vistos, y tras el cruce de comunicados acusatorios, Lucena quiso parar los pies al líder por tráfico en España y sentenció ante los medios que Ryanair “ha traspasado el rubicón de la falta de respeto y los argumentos mendaces”. También habló de chantaje a las instituciones españolas por parte de un gigante al que sí concede “una calidad, desde el punto de vista operativo, de las mejores”.
En el sector del transporte aéreo muchos esperaban un enfrentamiento de este calado en cualquier momento. Y es que el rifirrafe entre Aena y su principal cliente viene de lejos. En el entorno de Ryanair se asegura que no se trata de una fijación con España, sino de defender el modelo de negocio de tarifas ultrabajas en cualquier rincón de Europa: “Favorecemos la conectividad de los territorios y la movilidad de millones de ciudadanos, pero necesitamos que las Administraciones también se involucren con el sector, no solo con nosotros, en favor del turismo y la propia economía”, se afirma desde la cúpula de la low cost.
El sonoro choque con Aena vino precedido, el 28 de diciembre, del anuncio de la asignación de nuevos aviones a España después de que la CNMC tumbara la subida de tarifas en medio punto a la que aspiraba el operador. Ryanair señaló que países como Suecia, Italia y Polonia, también España, se repartirían la nueva flota entrante de 29 Boeing 737, en detrimento de otros mercados como los de Reino Unido, Francia y Alemania. Ya en verano había intentado torcer el brazo de los gestores aeroportuarios de Portugal, Alemania o Grecia. Una empresa ávida en sus pretensiones.
El objetivo de Ryanair es pasar de los 200 millones de viajeros en 2024 a 210 millones en 2025. Más a largo plazo, en 2034, busca ser la mayor aerolínea del mundo, con 300 millones de viajeros anuales y unos 800 aviones, para lo que tendrá que contratar a 10.000 trabajadores.
En su política de no encariñarse con ningún destino, el tándem Wilson-O’Leary no dudó la semana pasada en ordenar la próxima retirada de un avión en Santiago de Compostela y su asignación a la región italiana de Abruzzo. Tampoco se casan con el canal comercial y mantienen una larga batalla con agencias de viaje online (OTAs) como eDreams, a la que acusan de agencia pirata por inflar el precio de sus billetes a través de “comisiones ocultas”. En este caso, exige al Gobierno español que investigue.
Desencuentros
El foro Hotusa Explora, antesala de la feria internacional de turismo Fitur, ha servido este año de cuadrilátero para que Maurici Lucena y Eddie Wilson intercambien críticas por el asunto de los incentivos al tráfico y el ajuste de capacidad. Sucedió igual el año pasado, cuando la polémica se centraba en la subida tarifaria de 2024, del 4,09% o 40 céntimos por viajero. “Las tasas inciden en que la gente no tenga tanto acceso a los vuelos. Los aeropuertos españoles están ahora mismo compitiendo con otros países para la ampliación de la flota”, advirtió Wilson entonces. El incremento de precios fue denunciado por la compañía aérea, que aún espera la reversión de esa decisión avalada por la CNMC y el propio Gobierno.
Ryanair lidera año tras año el frente de aerolíneas contra cualquier modificación al alza de las tarifas, queriendo hacer valer el compromiso del Ejecutivo de no encarecer la actividad aérea. Aena sufraga la inversión en los aeropuertos precisamente con las tarifas. Otro capítulo actual en la serie de desencuentros entre aerolínea y Administración es el de la histórica sanción impuesta el pasado noviembre por el ministerio de Consumo por el cobro de la maleta si esta se sube a la cabina de viajeros. La multa es de 179 millones a Ryanair, Vueling, Easyjet, Norwegian y Volotea, y la irlandesa cargó con la mayor parte: casi 108 millones. Además de llevar la batalla a la Audiencia Nacional, el consejero delegado Eddie Wilson habla de “un paso estúpido, populista y regresivo para un país que depende del turismo”.
También fueron sonados los pulsos entre la irlandesa y el Ejecutivo, en múltiples ocasiones también con los sindicatos, por decisiones como el cierre de bases, la carencia de convenios colectivos o la antigua práctica laboral de contratar bajo legislación irlandesa y utilizando agencias propias de colocación. Las huelgas del personal de Ryanair en España se repitieron en 2018, 2019, 2022 y 2023.
O’Leary ha forcejeado con distintos ministros. En el verano de 2018, el entonces titular de Transportes, José Luis Ábalos, advirtió a Ryanair de posibles sanciones por no rebajar el 75% en los billetes que vendía en la web para volar entre Canarias y la Península, tal y como es preceptivo por la bonificación pública a los residentes en las islas.
Más agrio fue el choque del verano de 2012 con la popular Ana Pastor, que llegó a cargar contra “la chulería” de Michael O’Leary y a asegurar que seguiría con lupa cada vuelo de la low cost. Por entonces se decía que sus aviones iban justos de combustible y conseguían, con lo que parecía una rutina, ventaja para aterrizar casi de emergencia. En prensa se acusó a la compañía de tener 1.200 incidencias en seis meses y su presidente lo desmintió culpando al Gobierno de difundir bulos en su contra.
Un año antes, el ministro en la diana de O’Leary era el socialista José Blanco, al que se acusó de perjudicar a la compañía con un sinfín de iniciativas que coartaban la libertad de actuación de la low cost. Ryanair acumula un largo historial de desavenencias en España, pero también se ha convertido en el actor principal e indispensable. Su cuota de mercado al cierre de 2024 es del 22%, casi como las dos siguientes juntas.