La industria vaciada: entre la esperanza y la especulación
Las compañías tradicionales sobreviven a duras penas presionadas por la incertidumbre y la estrategia de los fondos de inversión
Los ecos de la reconversión industrial solo se mantienen en las hemerotecas y en el recuerdo de quienes vivieron las batallas de Sagunto (1983); Euskalduna (1984); Reinosa (1987); Cádiz (1995) o Asturias (2012). La siderurgia, la construcción naval y la minería mudaron de piel a tirones. Tiempos de piedras, pirotecnia, sangre y miedo. Los restos de aquellas batallas flotan apenas pilotados por fondos, oportunistas y merodeadores de la subvención. La industria superviviente, en un país de servicios y turismo, vive momentos inciertos. Los datos del Consejo Europeo indican que la industria supone más del 20% de la economía de la UE. En España, según el Instituto Nacional de Estadística (INE) - último trimestre de 2023-, la industria representa el 15,3% del PIB nacional, la mitad que en los años 70.
“Las reglas que nos han traído hasta aquí ya no funcionan, porque hemos ido perdiendo trenes de innovación, si queremos a Europa como una región competitiva, que abandere en sectores tecnológicos, es el momento de despertar”, sostiene el presidente de Telefónica, José María Álvarez-Pallete, en sus redes. Expertos como Rafael Myro, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad Complutense y autor de El futuro de la industria española, coinciden en el análisis. “El papel de los gobiernos españoles en el esfuerzo tecnológico y la innovación ha sido particularmente pobre”, sostiene Myro, “y como consecuencia de ello, España se ubica en el grupo de innovadores moderados, entre los países de la UE, un grupo en el que convive con las economías del centro y el este de Europa, que poseen niveles de renta per cápita sensiblemente inferiores”.
Por contextualizar. Con datos cruzados del INE y del Consejo General de Economistas (2023), si se analiza cuánto aporta el PIB industrial a cada comunidad, destacan el País Vasco, Navarra y La Rioja. Si lo que se analiza es la aportación del PIB industrial autonómico al PIB industrial nacional, Cataluña es la comunidad que más contribuye al total con un 21,68%, seguida de un grupo encabezado por Madrid, Andalucía y Valencia, con alrededor del 11-12%. En la UE, España ocupa el sexto lugar del ranking por número de empresas (7,85% del total); el cuarto lugar por volumen de negocios (6,46% del total), y el cuarto lugar en valor añadido (5,80% en 2021).
¿Qué queda de los sectores reconvertidos? Poco y agitado. Las grandes corporaciones del pasado o han desaparecido o están en manos de inversores extranjeros. Ensidesa, Hunosa, Inespal, Seat, Pegaso o Astilleros Españoles son sombras de Wikipedia. Sus astillas se enfrentan a dificultades financieras, han solicitado ayudas públicas o han sufrido adquisiciones y reestructuraciones. Esta es una lista -limitada- de supervivientes:
Celsa Group (siderurgia). En crisis desde hace años debido a la caída de la demanda y los costes energéticos. La SEPI aprobó un rescate de 550 millones en 2022 para evitar la quiebra. Los Rubiralta, la familia fundadora (1967), ha perdido el control a favor de un grupo de acreedores liderados por bancos y fondos como Deutsche Bank y Anchorage Capital. El cambio se produjo después de un fallo judicial que avaló un plan de reestructuración bajo la nueva ley concursal española, convirtiendo parte de la deuda en capital. Los nuevos propietarios han soltado lastre. Han vendido las filiales en Reino Unido y Noruega. Animados por el Gobierno español, los fondos buscan un socio industrial que asegure las raíces del negocio en España y, de paso, comparta cargas.
Duro Felguera (servicios energéticos e industriales). Empresa histórica de Asturias, especializada en proyectos industriales y de energía. En preconcurso de acreedores. Nació a finales del XIX con las primeras fábricas de hierro y el aprovechamiento del carbón. En 2021, recibió 120 millones de la SEPI para evitar su desaparición. Pese a la ayuda, sufre problemas de viabilidad por la competencia global y la falta de contratos. En los últimos dos años, la compañía ha impulsado varias líneas de negocio con especial foco en renovables, hidrógeno y sistemas inteligentes. Sus socios de referencia son el grupo mexicano Prodi y la filial en México del grupo portugués Mota-Engil. El grupo luso tiene a su vez como socio de referencia, con un 30% de su capital, al Gobierno chino (CCCC). Duro tiene un pleito abierto en Argelia -reclamación de 413 millones- y Prodi -también la SEPI- tienen que decidir hasta dónde llega su compromiso en la compañía.
Abengoa (energía y tecnología). Con sede en Sevilla y fundada en 1941 es una de las empresas emblemáticas de España, pero ha enfrentado una crisis severa desde 2015. En 2021 entró en concurso de acreedores tras no poder conseguir un rescate definitivo. Cox Energy (Enrique Riquelme) absorbió la compañía en 2023. Su trayectoria es fundamental para entender el tejido productivo de Andalucía. Sus filiales más rentables, como Abengoa Agua, fueron vendidas para pagar deudas. El grupo Cox, asumidos los activos de Abengoa, cotiza en el Mercado Continuo.
Navantia (naval). Con historia de 300 años y heredera de La Naval, Astilleros Españoles, Bazán e Izar, la compañía sigue siendo pública. Depende de contratos militares (como las fragatas F-110 para la Armada Española) y ha sufrido ajustes importantes debido a la falta de pedidos civiles y la competencia de astilleros asiáticos; necesita modernizarse para seguir siendo competitiva, lo que la mantiene bajo presión constante.
Alu Ibérica (aluminio). Río revuelto y pescadores. En 1997, el Gobierno Aznar decidió vender la pública Inespal a la multinacional Alcoa. Había centros productivos del grupo en San Cibrao, A Coruña y Avilés. Desde entonces, las crisis han sido cíclicas. En 2020, el Grupo Riesgo anunció la adquisición de las antiguas plantas de Alcoa al fondo suizo Parter Capital. En el capítulo final, el juzgado mercantil de Oviedo ha inhabilitado a los gestores de Grupo Riesgo. Actualmente, ambas plantas están en liquidación, con cientos de trabajadores afectados.
Tubacex (tuberías de acero inoxidable). Constituida en 1963 en Álava, sufrió por la pérdida de negocio en la pandemia. En 2021 redujo plantilla y ha tenido que buscar mercados alternativos, como el hidrógeno, para intentar adaptarse a los cambios en el sector. La compañía controlada por José María Aristrain ha vendido el 49% de las acciones al fondo soberano de Abu Dabi, Mubadala Investment Company, propietario también de Moeve (antigua Cepsa, 62%).
FerroAtlántica (ferroaleaciones para el acero). Con raíces en los años 50, nació por interés militar. Forma parte de lo que fue el gran emporio empresarial Villar Mir, que llegó a tener seis divisiones y hoy tiene la participación en Ferroglobe (43,7%) -matriz de Ferroatlántica-, la Inmobiliaria Espacio, el 49% de la argelina Fertial y la compañía de energía VM Energía. FerroAtlántica vendió activos al fondo estadounidense TPG hace cinco años. La empresa ha reactivado la producción en plantas españolas clave como Sabón, Boo y Monzón (Cantabria, Galicia y Aragón), ayudada por la reducción de los precios de la electricidad.
Zardoya Otis (ascensores). La empresa nació como Zardoya SA en Herrera (Guipúzcoa) en 1919. Creció con el boom inmobiliario de los años cincuenta y sesenta. En los años 70 se fusionó con la multinacional Schneider Otis. En 2022 Otis se hizo con la compañía mediante una opa (Oferta Pública de Adquisición) que tuvo un costo aproximado de 1.513 millones. Mantiene una posición sólida en España.
Componentes de automóviles. El sector registra una transformación sin precedentes para adaptarse al desarrollo del coche eléctrico y a la prohibición de motores de combustión en la UE a partir de 2035. Superado el parón pandémico, las empresas empiezan a levantar cabeza. Las compañías punteras —Gestamp, Teknia, CIE Automotive o Grupo Antolín— han remontado y vuelven a ganar dinero.
El informe Draghi para la CE explica que Europa enfrenta un declive que mina su competitividad. Falta liderazgo en tecnología e inversión en innovación. La soluciones Draghi son el incremento de la inversión pública y privada en un 5% del PIB anual -750.000-800.000 millones- y por utilizar deuda común de la UE, como en el modelo de recuperación posterior al Covid, para financiar proyectos conjuntos en áreas clave como la digitalización, la transición verde y la defensa. Está en juego el futuro.