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Rystad urge a España a apuntalar la demanda interna de hidrógeno ante la lejanía de sus metas

La consultora, una de las mayores del mundo en energía, rebaja el optimismo del Gobierno sobre la capacidad de producción en 2030 y pide intensificar las ayudas

Ignacio Fariza
Un sistema de producción de hidrógeno, en febrero, una exposición sectorial celebrada en París.
Un sistema de producción de hidrógeno, en febrero, una exposición sectorial celebrada en París.Benoit Tessier (REUTERS)

España tiene los mejores mimbres para destacar en la carrera europea del hidrógeno verde. Tiene sol y viento, materias primas imprescindibles. Y cuenta, al menos sobre el papel, con un plan para llevar este gas a los mayores mercados del continente, con Alemania a la cabeza. Le falta, sin embargo, una pieza clave para completar uno de los puzles clave para el éxito (o no) de la transición de lo fósil a las renovables: una demanda interna sólida para no fiar todo a las exportaciones.

“La siguiente fase de la estrategia de descarbonización de España es el aprovechamiento de su potencial renovable para el hidrógeno”, subraya la consultora energética noruega Rystad, una de las más relevantes del mundo en este ámbito, en un informe publicado este martes. Su diagnóstico general es claro: sin un apoyo público adicional en forma de más subsidios y sin un mercado interno robusto, será prácticamente imposible alcanzar los 11 gigavatios (GW) de electrolizadores —las máquinas que, mezclando agua y electricidad verde, hacen posible la producción de hidrógeno— que se fija como objetivo el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC, la hoja de ruta del Gobierno). De no darse un acelerón en ambos frentes, sus técnicos rebajan esa ambición a la mitad. Algo similar a lo que ocurre en Alemania: la meta de Berlín para 2030, de 10 GW de electrolización —lo que le convertiría en el segundo país europeo por capacidad, tras España— corre riesgo de quedarse en solo 4,5.

“España se está posicionando como un actor clave en el mercado europeo del hidrógeno, pero, a diferencia de Alemania, que sí se ha fijado objetivos ambiciosos, aún no ha esbozado planes para generar demanda interna”, constata el jefe de análisis de Rystad Energy para temas de hidrógeno, Minh Khoi Le. Las exportaciones, viene a decir, serán muy importantes para España. Pero hace falta un impulso adicional en forma de demanda propia y más ayudas, al margen de los 1.200 millones de euros recientemente comprometidos por el Gobierno con cargo a los fondos europeos.

Más caro que el fósil

El gran problema del hidrógeno verde es que, a día de hoy, sigue siendo notablemente más caro que el generado con gas fósil. Una brecha de precios que está lastrando las “entusiastas” previsiones iniciales del sector, en palabras de los técnicos de Rystad, pero que debería dar un giro en los próximos tiempos, “más prometedores”.

“Las condiciones óptimas de España para las energías renovables [con más de la mitad del mix eléctrico descansando ya sobre la solar, la eólica y la hidroeléctrica] la posicionan como uno de los lugares más coste-efectivos para la producción de hidrógeno verde”, apunta la consultora escandinava. En otras palabras: que aunque el hidrógeno verde generado libre de emisiones seguirá siendo más costoso durante muchos años, el producido en la península Ibérica será más competitivo que en otras latitudes europeas y mundiales.

Plantas aún pequeñas

La brecha entre el presente y el futuro es particularmente visible en los principales proyectos españoles. De entre los ya activos, el más relevante es el de Iberdrola en Puertollano (Ciudad Real), de 20 megavatios (MW). Una cifra que le convierte, también, en el mayor electrolizador para uso industrial en todo el continente europeo pero que sigue siendo pequeña —muy pequeña— para lo que será necesario en el futuro.

En 2026 tomará el testigo una planta de 25 MW en Castellón, fruto de un reciente acuerdo de colaboración firmado entre la eléctrica española y la petrolera británica BP. Ambas partes valorarán su ampliación futura, en función de cómo evolucione un mercado clave —el hidrógeno tiene mil y un usos industriales, que irán a más con el bum de los combustibles sostenibles para aviones y barcos— pero que aún marcha al ralentí.

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Sobre la firma

Ignacio Fariza
Es redactor de la sección de Economía de EL PAÍS. Ha trabajado en las delegaciones del diario en Bruselas y Ciudad de México. Estudió Económicas y Periodismo en la Universidad Carlos III, y el Máster de Periodismo de EL PAÍS y la Universidad Autónoma de Madrid.
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