El fin del verano y el regreso del viento llevan de nuevo el precio de la luz a cero en días de diario
El mercado eléctrico español encadena ya tres días consecutivos, al margen del fin de semana, con roscos en el tramo central del día. El previsible aumento de la eólica a partir de octubre presionará a la baja el mercado mayorista
Nuevo curso, viejas costumbres. El tramo final del verano ha devuelto al mercado eléctrico español a la situación inmediatamente anterior a la llegada del calor, con precios cero en el ecuador de varias jornadas de diario consecutivas. No sucedía desde mediados de junio: en los dos últimos meses, tanto la subida de las temperaturas (y con ellas, el mayor uso de los aires acondicionados, que elevan el consumo de luz) como la menor aportación de la eólica y la hidroeléctrica habían restringido estos valores de derribo a unas horas solares de los fines de semana. Ya no es así.
Tanto el viernes pasado como este lunes y este martes, el mercado español ha vuelto a arrojar roscos en la franja central del día, aquellas en las que la producción fotovoltaica —de largo, la fuente más barata de electricidad— es mayor y la suma de las renovables y la nuclear se basta y se sobra para cubrir toda la demanda. El último día de la semana pasada fueron seis las horas a precio cero. La situación volvió a repetirse el fin de semana, cuando la demanda habitualmente cae y los precios cero y negativos son bastante más habituales. Y tanto este lunes como este martes los valores mínimos han vuelto a las pantallas de Red Eléctrica de España (REE).
La eólica, clave
“Estos días de precios cero son, sobre todo, consecuencia del regreso del viento: al juntarse con el sol a mediodía, hace bajar mucho todo el mercado”, desgrana Francisco Valverde, analista independiente del sector eléctrico. Aunque su diagnóstico apunta a una duración acotada de este episodio de precios cero, de unos pocos días —hasta el miércoles o el jueves, como mucho—, atisba nuevos episodios de este tipo a medio plazo. “El viento tiene una estacionalidad muy definida, y suele ser en octubre cuando empieza a volver. En septiembre puedes tener episodios como este, pero serán mucho más frecuentes el mes que viene”, explica.
El aumento estructural en la potencia instalada de fotovoltaica —que en 2030 alcanzará la friolera de 76 gigavatios (GW), según la hoja de ruta del Gobierno, frente a los 28 actuales y los poco más de 11 de 2020— aumentará la recurrencia de los episodios de precios cero. “Todavía no tiene fuerza para provocar grandes bajadas por sí sola, aunque sí cuando se le suma el viento... Pero eso cambiará pronto”, atisba Valverde al otro lado del teléfono. De cumplirse el pronóstico del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), España debería cerrar el año que viene con algo más de 56 GW de paneles solares en suelo.
Que el precio de la luz sea cero en algunos tramos de la jornada no quiere decir que los consumidores finales de electricidad no vayan a tener que pagar por su consumo en esas franjas. En el caso de quienes optan por el mercado regulado (alrededor de ocho millones de hogares, cuatro de cada diez), porque, aunque su recibo baila en gran medida al son del mayorista, al precio final hay que añadir los peajes y los cargos. Para quienes optan por el mercado libre, porque los precios que abonan quedan fijados de antemano con su comercializadora, al margen de la cotización diaria del kilovatio hora.
Demanda al alza
Pese a que la fase más aguda del calor empieza a quedar atrás, la demanda eléctrica española está consolidando en los últimos días el repunte iniciado en los últimos meses. Tras crecer un 3,4% en agosto —ya corregida por calendario y temperaturas—, el consumo en la España peninsular apunta a un avance del 2,7% en la primera quincena de septiembre.
Todavía es pronto para hablar de un avance estructural del consumo: habrá que esperar al otoño y el invierno. De consolidarse esta tendencia en el tiempo, en cambio, sería una buena noticia en sí misma: significaría un avance en la ansiada electrificación de la economía, con la industria, el coche eléctrico y la aerotermia como principales vectores. Con una matriz de generación cada vez más renovable, pasar de un consumo fósil a uno eléctrico (muy especialmente, en el sector transporte) se traduce en una caída inmediata tanto de las emisiones de gases de efecto invernadero como de las importaciones de combustibles fósiles.
Estas cifras de demanda no tienen en cuenta el autoconsumo industrial y doméstico, un fenómeno que reduce sustancialmente la demanda en las horas centrales del día y que pronto lo hará también por la noche, a medida que las baterías ganan espacio en el mercado español. Aunque REE aún no ha hecho públicas cifras oficiales de impacto del autoconsumo, el sector calcula una merma sobre la demanda agregada de entre el 8% y el 10% en los días más soleados. Pese al frenazo reciente en el volumen de instalaciones, tras el final de los incentivos públicos y la distensión de los precios por el fin de la crisis energética, este fenómeno está llamado a seguir drenando demanda en los próximos tiempos.