Puig convierte el 20% del capital en acciones B para blindar el poder de la familia tras la salida a Bolsa
La compañía ejecuta una reducción de capital para dar cabida a los títulos B, con un valor nominal cinco veces inferior a los de clase A y menos derechos de voto
Puig Brands, la sociedad cabecera del grupo cosmético catalán que debutará en Bolsa el próximo 3 de mayo, ha puesto en marcha tres reducciones de capital para convertir casi el 20% de las acciones de clase A que forman parte de su capital social, y que confieren cinco derechos de voto por cada una de ellas, en títulos de clase B, que son los que pondrá a disposición del mercado. Estas tienen los mismos derechos económicos, pero solo cuentan con un voto en junta. Este movimiento permitirá a la familia catalana blindar su poder en el grupo de cosméticos, controlando más del 90% de los derechos políticos con en torno al 70% del capital, tras la salida a Bolsa y abre la puerta incluso a hacer más colocaciones de acciones en el futuro.
La operación con la que la compañía pretende captar cerca de 3.000 millones de euros de nuevos inversores se basa en poner en circulación un máximo de 136,36 millones de acciones, todas ellas de clase B. Parte de las mismas serán de nueva emisión. Estas forman parte del primer tramo del estreno en Bolsa, en el que Puig quiere captar 1.250 millones de euros. Al ser de nueva creación, la empresa debe realizar una ampliación de capital para dar cabida a esos nuevos títulos, en lo que se llama una oferta pública de suscripción de acciones (OPS).
El tramo secundario, una oferta pública de venta (OPV) propiamente dicha, se basa en la venta de acciones ya existentes y en manos de la familia Puig, con las que quiere captar 1.360 millones, una cuantía que podrá ampliarse por otros 390 millones según la demanda de los inversores. Hasta abril, las acciones de clase B apenas representaban el 5% de los títulos que formaban el capital social de Puig, lo que exigía una significativa conversión de títulos de clase A. Estos tienen un valor nominal de 0,30 euros, cinco veces mayor que las de clase B. Al convertirse a estas últimas, el capital social reduce su valor, de ahí las tres reducciones de capital que ejecutará la compañía, como muestran los registros del Boletín Oficial del Registro Mercantil (Borme) de este lunes.
Estas fueron aprobadas en junta de accionistas la semana pasada, el 16 de abril. La primera conversión afecta a 61.818.181 acciones; la segunda, a 17.727.272; y la tercera, a 11.363.636. En total, 90,9 millones de acciones de clase A, cerca del 20% del total, que pasan a ser B. Estas se suman a los 25 millones que ya estaban clasificadas como tal, lo que resulta en 116 millones de títulos susceptibles de salir al mercado. La compañía espera emitir entre 122,44 y 136,36 millones de acciones nuevas, cifras que se alcanzarán con la emisión de nuevas acciones vía ampliación de capital.
En el folleto de la transacción, Puig detalla que estas conversiones aprobadas el 16 de abril son “el número necesario para que el accionista vendedor pueda obtener los ingresos brutos secundarios a través de la venta de acciones en la oferta secundaria”, y para “garantizar la opción de ampliación de la oferta”, el llamado green shoe en la jerga financiera.
Este movimiento corporativo tendrá consecuencias en los equilibrios de poder en la empresa una vez cotice en Bolsa. Al retener cinco derechos de voto por uno de las acciones que empiezan a cotizar, la familia retendrá un poder casi unívoco pese a que en torno al 30% del capital cotice libremente en Bolsa. Además, esto permite que los Puig tengan un amplio margen para colocar en Bolsa más acciones y seguir manteniendo el poder en la compañía.
El mercado ha demostrado el apetito generado por la salida a Bolsa de Puig, la mayor que se realizará en Europa este año y la más importante en España desde la de Aena, en 2015. Este viernes, los bancos colocadores, liderados por Goldman Sachs y JP Morgan, lograron la sobresuscripción del libro de órdenes de la operación, en los que se registran los compromisos de compra.
La compañía fijó la horquilla de precios de su salida a Bolsa entre 22 y 24,5 euros por acción. Esto supone una valoración del grupo de entre 12.700 y 13.900 millones de euros. El apetito mostrado por los inversores hace augurar que el precio se pueda situar en la parte alta de la horquilla de precios, si bien habrá que esperar hasta el próximo 30 de abril, cuando se cierren los libros de órdenes, para que la empresa desvele el precio final al que saltará al mercado y el tamaño final de la colocación.
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