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A fondo
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Un vergel de oportunidades por las bajas valoraciones y el frenazo bursátil

Las dudas sobre el crecimiento del sector de las energías renovables y las dificultades de financiación por el alza de tipos definen el nuevo escenario

Aerogeneradores

Las energías renovables viven en un estado permanente de agitación. Se han convertido en un tablero empresarial en el que juegan muchos actores diferentes, cada uno con su visión del mercado y sus apuestas. La ebullición oculta las corrientes de fondo de un negocio en transformación. España se mantiene en la octava posición de la lista de países más atractivos del mundo para invertir en energías renovables, según EY; tiene instalados 70 GW “verdes” de todas las tecnologías y otros 60 GW en tramitación. Pero las cosas han cambiado mucho en los últimos dos años. Más allá de las grandes energéticas, el mango de la sartén está cambiando de manos.

“El mercado”, asegura Juan Carlos Badillo (ATZ Advisors), “ha dejado de ser vendedor; el poder ha pasado al comprador”. Hay razones variadas. Los precios de los desarrollos en venta han caído con fuerza; la Bolsa valora a la baja los activos de las empresas “verdes” y los fondos aprovechan para hacerse con el control de compañías cotizadas a buen precio a las que sacan del mercado. Todo ello aderezado con una subida de tipos de interés que dificulta la financiación de proyectos y con dudas sobre el crecimiento del sector a medio plazo.

Las corrientes dominantes en los últimos años sacaron de Bolsa a la vasca Solarpack, de las familias Galíndez e Ybarra Careaga, adquirida por el fondo sueco EQT y a Opdenergy, adquirida en OPA amistosa por el fondo francés Antin. También a Greenalia, cuyos socios mayoritarios, Manuel García y José María Castellano, decidieron abandonar los planes para saltar del BMEGrowh al mercado continuo dada la deriva del mercado. La historia se puede resumir así: las empresas apostaron por salir a Bolsa para levantar capital a corto plazo, pero como las valoraciones no han sido las previstas y los objetivos no se cumplen, los fondos han encontrado su oportunidad.

Expectativas

Reconstruido el diálogo entre las empresas descontentas por la valoración de los mercados y los fondos, tan tentadores, viene a ser así: la Bolsa te valora en 400 millones cuando hace unos años la valoración hubiera sido de 1.000 millones; te pago un plus de un 40% o un 50% sobre lo que estás cotizando. Así, la empresa pasa de una capitalización de 400 a 600 millones y el fondo se queda a buen precio con una empresa que, probablemente, va a crecer mucho más allá de 2024 o 2025.

A la vista de las operaciones cerradas, hay una gran diferencia entre los números y las expectativas que barajan las Bolsas y las que manejan los grandes inversores privados. Un ejemplo: Grenergy ha vendido el parque de Belinchón (Cuenca, 150 MW) a 1,23 millones de euros el MW. El doble de la inversión realizada. La ganancia ha sido brutal.

En cambio, en la Bolsa, a las empresas renovables como Solaria o la propia Grenergy Renovables, el valor que se da a sus activos es mucho menor, de entre 700.000 y 800.000 euros MW. Y sin valorar el posible crecimiento. Un cambio diferencial respecto a lo que estaba pasando hace dos o tres años.

La radiografía empresarial del sector ya no es la misma. Hay empresas que han salido de Bolsa, algunas se han vendido y otras, –Factor Energia, Capital Energy– no han consolidado expectativas y han renunciado a probar en los mercados bursátiles. Incluso algunas, como la comercializadora Audax, han tenido que tomarse con más calma el intento de subir de división. Para otras, caso de Opdnergy o Solarpack, la entrada de dinero fresco supone un cambio de expectativas. En principio, van a tener más munición para operar.

La cuestión es en qué mercado y con qué armas. En el mercado español va a haber una gran ola de conexiones de proyectos. Pero otros muchos no se van a conectar porque no se van a poder financiar. La clave, aseguran en el sector, va a ser tener contratos de compraventa de energía a largo plazo (PPA, Power Purchase Agreement). Porque en los dos o tres próximos años, el ritmo de conexión de parques se va a frenar. Y no se reactivará, probablemente, hasta que entren en escena los sistemas de almacenamiento de energía –las baterías de ion– litio y haya más bombeo para almacenar energía hidroeléctrica. Todo ello –junto a la introducción del coche eléctrico– va a cambiar el físico del sector. El pico de consumo energético (44 GWh) va a subir y va a permitir que se introduzca más inversión en energía renovable. A largo plazo, los dados están echados: La tecnología, el cambio climático y la mayor sensibilidad de la sociedad y de la política –nacional e internacional– empujan a favor de las renovables en general y de la energía fotovoltaica en particular.


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