Jaime Bergaz (PwC): El hombre que ayudó a la banca a deshacerse del ladrillo tóxico
Vaticina un aumento de la morosidad y de las reestructuraciones en los próximos años
Tanto en los deportes como en los negocios, la anticipación es la mejor arma ofensiva. Esta es la filosofía de Jaime Bergaz (Madrid, 1970), socio responsable de corporate finance y portfolio advisory group para Europa de PwC España. Él y su equipo llevan desde principios de siglo lidiando con los activos tóxicos de la banca y están detrás de operaciones tan grandes como la venta del 80% del negocio inmobiliario de BBVA a Cerberus, en 2017.
A día de hoy, la venta de créditos dudosos es casi una moda, pero cuando Bergaz empezó en este negocio, era algo desconocido en España. “En el año 2008 este era un mercado que no existía; nosotros fuimos market makers (creadores de mercado) y tuvimos que convencer a los bancos de que podía convertirse en una buena práctica y una forma de gestión de riesgo”, recuerda. El camino no fue fácil, se empezó por la venta de activos sin garantía. Luego, con la crisis financiera, poner precio a las carteras se convirtió en una tarea titánica; las cuentas de resultados de los bancos eran muy estrechas y no se podían permitir tener pérdidas, pero el precio ofertado era normalmente inferior al valor neto en libros.
Con el tiempo se convirtió en una práctica habitual y ahora la banca tiene sus propios departamentos para la venta de carteras. Pero esos equipos están liderados, según Bergaz, por gente que se ha formado en PwC. “Somos la verdadera cuna del sector, y el éxito que tenemos en la deuda distressed es porque pegamos primero”, agrega. No obstante, reconoce que, junto a ellos, hay otras dos empresas que lideran este mercado: KPMG y Alantra.
Con más de 20 años de experiencia, Bergaz ha pasado por distintos puestos a nivel nacional. En su primera etapa en España, trabajó para Iberfomento, cuyo equipo posteriormente formó Advent International. De ahí pasó a Coopers & Lybrand, donde se formó en corporate finance, due diligence y M&A. En 1998 esta firma se fusionó con Price Waterhouse para formar PwC, y a partir de ahí, este economista se empezó a enfocar en el mundo de las reestructuraciones. Entre 2000 y 2003 llevó las operaciones de América Latina y, a raíz de una venta que se hizo en Estados Unidos, se mudó a Nueva York para atender los intereses de los clientes norteamericanos en Latinoamérica. Vivió allí hasta 2006, cuando regresó a Madrid. Tras un breve periodo en Bawag (un banco austriaco), volvió a la big four en los años más duros de la crisis financiera.
La experiencia de esa época y el actual entorno macro y financiero, le hace vaticinar un aumento en la morosidad en los próximos años que, a su vez, incrementará el volumen de carteras. Cuando estalló la pandemia, se esperaba una oleada de insolvencias y de reestructuraciones que a día de hoy no han llegado gracias a las ayudas públicas. Sin embargo, Bergaz cree que esto ocurrirá si la inflación no baja rápidamente al 2%, los tipos no se estabilizan y el entorno político se “mantiene incierto”. En cualquier caso, en estos años ha habido acuerdos gigantescos que han llevado a desapalancar hasta 40.000 millones de euros anuales, aunque de media las operaciones que cierran al año suman unos 20.000 millones.
Pese a los riesgos de insolvencia, considera que la situación macroeconómica se estabilizará pasado el verano, y a partir del segundo trimestre de 2024 augura una recuperación, con lo cual espera un buen año para la compañía. De hecho, prevé cerrar el 90% de las operaciones que hicieron el año pasado. “Ahora mismo hay actividad de private equity, lo difícil es cerrar el gap entre las expectativas de valor de los vendedores y precio ofertado por los compradores”, detalla. Las dificultades están ahí, pero confía en la experiencia de su equipo para alcanzar los objetivos de ventas.
Esta pericia y la multidisciplinariedad del personal siguen siendo para él la gran ventaja de PwC frente a un mundo del M&A colonizado por la banca de inversión. Esta tiene a su favor la ventaja de poder poner dinero en las transacciones, pero ellos cuentan con “un cañón de asesoría” que los mantiene en el juego. A la técnica se suma la persistencia, empatía, orden y voluntad de esfuerzo, características que Bergaz considera claves para tener éxito en este negocio.
Admite que puede ser una profesión muy sacrificada. Hay días en los que dormir se vuelve casi un lujo, pues, cuando hay una operación, “se vive para esa transacción”. No obstante, asegura que la compañía que representa prioriza la calidad de vida de su gente. “Al contrario de la banca de inversión, esta firma apuesta por la visión a largo plazo y por brindar una vida lo más balanceada posible. Además, el trabajo intenso no quiere decir que sea extenso”.
Tiene la suerte de contar con una familia que le aguarda en los días de largas jornadas. Para contrarrestar su tiempo en la oficina, aprovecha cada oportunidad para ir al campo o a esquiar. Se recrea con un grupo de amigos con los que cada año recorre el Camino de Santiago a caballo y de vez en cuando los deleita con uno de sus platos estrella: el rodaballo.
En una visión global, se puede decir que las mayores alegrías de Bergaz son producto de la multiculturalidad. Estudió en el Liceo francés y en la Universidad de Bentley (Estados Unidos). Está casado una venezolana; su hija mediana nació en Nueva York y sus otros dos hijos en España.
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