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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

España debe aprovechar un 2023 más despejado de lo previsto

Aunque la inflación ha moderado su ritmo de aceleración en Europa, el discurso de Bruselas no es complaciente, sino que contiene un llamamiento a la prudencia.

CINCO DÍAS

Los tambores de recesión técnica que durante el año pasado retumbaron como tono de fondo de las previsiones económicas para 2023 parecen despejarse poco a poco. Las previsiones de invierno presentadas ayer por la Comisión Europea descartan ese escenario al dibujar una radiografía económica de la zona euro capaz de resistir mejor de lo previsto los retos del año en curso. La UE y la eurozona crecerán más de lo que se esperaba, lo que en el caso de España significa liderar la zona euro en ritmo de actividad, que se situará en el 1,4% del PIB frente al 1% calculado por Bruselas el pasado otoño. Desde el Ejecutivo comunitario se recuerda que la economía española cerró 2022 con un punto más de crecimiento de lo previsto y que el gran motor de ese repunte fue el turismo, que puede ser convertirse también en un factor clave para la economía este año y el siguiente.

Aunque la inflación ha moderado su ritmo de aceleración en Europa, el discurso de Bruselas no es en absoluto complaciente, sino que contiene un llamamiento a la prudencia. Un vistazo al conjunto de riesgos que han atenazado las economías europeas en los últimos meses es suficiente para llegar a la conclusión de que, aunque el horizonte se haya aclarado y las peores profecías no se hayan materializado, todavía no puede decirse que el panorama económico esté despejado. La crisis energética ha suavizado su virulencia, en parte por una moderación en la demanda y en parte por una mayor diversificación de las fuentes de suministro, pero aún no está resuelta ni ha dejado de ser un lastre para los bolsillos de los hogares y las cuentas de las empresas, especialmente de las más pequeñas. Otro tanto ocurre con el rally de los precios, cuyas previsiones mejoran para toda Europa, pero que contiene la bomba silenciosa de la inflación subyacente, todavía inusualmente alta. Algunos de los puntos críticos en el comercio internacional surgidos tras la pandemia, como el desabastecimiento de semiconductores, han dejado de ser una cuestión acuciante, pero han asomado otras, como el creciente proteccionismo de la legislación comercial de EEUU, que está generando tensiones entre Washington y Bruselas, o su enfrentamiento con China, que constituyen nuevas fuentes de incertidumbre para la economía mundial.

En ese escenario, España, como el resto de los Estados miembros, debe aprovechar al máximo el periodo de gracia que supone la suspensión de las reglas fiscales en la zona euro, las cuales se recuperarán en 2024, para tratar de fortalecer la actividad de las empresas y el crecimiento de la economía sin desbocar el gasto y en un entorno que a priori se presenta más estable y despejado.

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