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El Foco
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

La hora de la verdad para la industria tecnológica europea

Las recesiones son un caldo de cultivo para la empresa y no hay duda de que muchas grandes tecnológicas surgirán de esta crisis, pero hay que ayudarlas

CINCO DÍAS

Corren tiempos difíciles para la industria tecnológica europea. La inflación sigue muy arriba, la financiación y el acceso a capital para empresas emergentes se ha ralentizado y la crisis energética sigue sin remitir. Estamos claramente en un clima económico diferente, y muchas partes del mundo parecen abocadas a la recesión. Pase lo que pase el año que viene, todos tenemos que adaptarnos a los tiempos de vacas flacas.

Dicho esto, no todo es pesimismo. Muchas startups europeas se han adaptado rápidamente a la nueva realidad económica y empresas como Celonis, Doctolib, Alan y Huel siguen creciendo con rapidez. La mayoría de los fundadores e inversores con los que me reúno ven el futuro con optimismo y, según los datos que manejamos, más de tres cuartas partes de aquellos que trabajan en el sector tecnológico europeo son igual o más optimistas que el año pasado por las mismas fechas. Esto se debe a que los fundamentos de nuestra industria son más sólidos que nunca.

En primer lugar, Europa rebosa talento. El continente alberga casi un 50% más de desarrolladores de software que Estados Unidos, y son ya muchos los líderes de compañías que gestionan sus empresas a través de la desaceleración. Cuando Patrick y John Collison fundaron nuestra compañía hace una década, no había ningún gigante tecnológico europeo en el que fijarse. Ahora hay cientos de empresas tecnológicas de gran éxito –desde Wise a Spotify– con las que compartir experiencias o pedir consejo.

El ecosistema europeo de capital riesgo es más sólido que nunca, con empresas como Seedcamp, Kima y muchas otras que respaldan a emprendedores europeos. Y empresas globales de capital riesgo como Sequoia o A16z están invirtiendo en compañías europeas sin exigirles que se trasladen a Silicon Valley.

Los responsables políticos europeos también están desempeñando su papel. La PSD2 (regulación europea sobre servicios de pagos electrónicos) y el pasaporte financiero han hecho de Europa el lugar más fácil del mundo para crear una empresa de tecnología financiera. Y gracias a campañas como Not Optional, estamos empezando a gravar las opciones sobre acciones de una forma que facilita a las startups europeas competir por los mejores talentos. Una mención especial merece también la ley española de startups.

Pero no debemos dar nada de esto por sentado. En Europa formamos cada año a decenas de miles de ingenieros informáticos –muchos más que en Estados Unidos–, pero aún no es suficiente para cubrir las necesidades de las empresas tecnológicas de alto crecimiento. De hecho, se espera que el mundo necesite cuatro millones más de desarrolladores para 2025, y China e India están en una posición mucho mejor que la nuestra para satisfacer esa demanda.

No es solo un juego de números, necesitamos a los mejores ingenieros informáticos del mundo. El hecho de que la mayoría de los estudiantes de informática no pisen una empresa tecnológica hasta su tercer año lastra su potencial. Nuevos enfoques, como el curso de la Universidad de Limerick con prácticas remuneradas en empresas tecnológicas punteras, podrían animar a más estudiantes a emprender carreras informáticas, aumentar la oferta de talento local e impulsar la creación de más empresas tecnológicas.

La maraña normativa es también un problema persistente. Dos tercios de las startups con las que hablamos afirman que crecerían mucho más rápido si la regulación fuera coherente y homogénea en todos los países. En particular, destacan el tiempo y los recursos dedicados a interpretar y cumplir la normativa, gran parte de la cual sospechan que está diseñada para empresas más grandes. Las empresas emergentes crecerían mucho más rápido si existiera una regulación armonizada y el pasaporte –que ha sido tan importante en los servicios financieros– se extendiera a otros sectores muy regulados. La introducción de guías de cumplimiento más sencillas de seguir y el establecimiento de un canal de diálogo entre emprendedores y políticos ayudaría desarrollar el ecosistema exponencialmente.

Europa solía lamentar su falta de gigantes tecnológicos mundiales; ahora están por todas partes. A pesar de su considerable ralentización, la UE sigue albergando más de 350 unicornios. Ahora que los hemos creado, debemos darles el apoyo que necesitan para convertirse en líderes mundiales. Por ejemplo, la tecnología financiera, un sector del que los europeos pueden presumir con razón. La PSD2 puso a Europa a la cabeza, pero tenemos que cumplir la promesa. Esto significa dar los siguientes pasos en materia de banca y finanzas abiertas, permitir que las entidades no bancarias accedan a la infraestructura de los bancos centrales y llevar a cabo la idea de un euro digital para modernizar la infraestructura de pagos que sustenta la economía europea.

También tenemos la oportunidad de ser pioneros en uno de los mayores retos tecnológicos de nuestro tiempo: el cambio climático. Europa tiene algunos de los objetivos de reducción de carbono más ambiciosos del mundo, pero su industria de tecnología climática es bastante pequeña. Empresas emergentes como 44.01, Mission Zero y Climeworks han desarrollado técnicas novedosas de eliminación de carbono –aspirando CO2 del aire, espolvoreando polvo reactivo al CO2 en los campos agrícolas y convirtiendo el CO2 en roca–, pero necesitamos que miles más de estas empresas nazcan y crezcan. El año pasado, el 65% de la inversión mundial en tecnología climática fue a parar a empresas estadounidenses de nueva creación.

¿Por qué no seguir el ejemplo de las principales empresas fintech del mundo y dar a las empresas europeas de tecnología climática el impulso que necesitan? Podríamos introducir normas más flexibles –como los sandboxes regulatorios que tan buenos resultados han dado en el sector de financiero– y mejores incentivos para ayudar a las empresas de tecnología climática a llegar más rápidamente al mercado. Los responsables políticos podrían ayudar a forjar vínculos más fuertes entre la nueva generación europea de creadores de startups climáticas y los inversores. Y necesitamos más instituciones, gobiernos y empresas europeas que establezcan normas estrictas para la eliminación permanente del carbono, actúen como clientes y ayuden a estas empresas a crecer.

Tiempos como estos empujan a la prudencia. Los emprendedores no emprenden nuevos negocios. Los fondos de capital riesgo se centran menos en las oportunidades a largo plazo. Y los políticos dejan en un segundo plano las medidas que impulsan el emprendimiento .

Quitar el foco de la tecnología sería un gran error. Desde Ford en los años 30 hasta Google en los 2000, las recesiones son un caldo de cultivo para las empresas. Y no hay duda de que muchas grandes compañías tecnológicas surgirán de esta recesión. Así que en lugar de debatir si estamos ante el final de una era dorada para la tecnología, ¿qué tal si preparamos a la próxima generación de emprendedores europeos para triunfar?

Mattia Gamberoni es Director de Stripe para Iberia

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