El hidrógeno es básico para el consenso verde EE UU-UE
Europa podría producir piezas para la cadena de suministro, a cambio de importar energía estadounidense
Las acaloradas tensiones comerciales entre Estados Unidos y la Unión Europea podrían enfriarse si ambos hacen concesiones en materia de hidrógeno. La Ley de Reducción de la Inflación (IRA, por sus siglas en inglés) de Washington incluye subvenciones que podrían reducir drásticamente el coste de la versión verde del elemento, de producción sostenible, de cara a 2030. Si la UE puede negociar un mejor acceso a la cadena de producción estadounidense y, al mismo tiempo, gestionar de forma atractiva sus futuras necesidades de importación, podría contribuir a desactivar una disputa transatlántica más amplia.
Los líderes de la UE prometieron el viernes actuar, pero no están mucho más cerca de dar una respuesta contundente a IRA. Se comprometieron a flexibilizar las normas sobre ayudas estatales, ofrecer exenciones fiscales e investigar un fondo de solidaridad para proporcionar ayuda “oportuna y específica” a industrias clave, como parte de su respuesta a IRA. Se esperan nuevas propuestas para su próxima reunión, los días 23 y 24 de marzo.
La financiación es el tema más polémico en los debates de la UE. El canciller alemán, Olaf Scholz, afirmó que Europa debe evitar una carrera de subvenciones. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, declaró que Europa debe responder a las subvenciones concedidas por China, así como a los nuevos programas de EE UU. IRA incluye una amplia gama de exenciones fiscales y subvenciones para fomentar el paso al hidrógeno producido sin combustibles fósiles.
En cualquier caso, tanto Estados Unidos como la UE quieren impulsar la producción local de hidrógeno verde para reducir las emisiones futuras y evitar que China domine un mercado mundial cada vez más importante, como ha hecho con los paneles solares.
El 99% de los casi 100 millones de toneladas anuales de producción comercial de hidrógeno procede de las anticuadas fuentes fósiles de energía. Para 2030, la Agencia Internacional de la Energía prevé una producción mundial de más de 175 millones de toneladas, de las que el 35% procederán del hidrógeno verde. Este utiliza electricidad renovable sin emisiones de carbono para dividir el agua mediante electrólisis, produciendo el mismo elemento pero sin emisiones nocivas.
Tanto Europa como Estados Unidos son conscientes del papel que puede desempeñar el hidrógeno verde en la descarbonización de sectores tan complicados como la industria pesada y la siderurgia. Por eso Europa lo ha convertido en una pieza central de una nueva gama de subvenciones para Proyectos Importantes de Interés Común Europeo. Así, impulsará las infraestructuras de producción, tránsito y almacenamiento.
Sin embargo, Europa necesita importar la misma cantidad que los 10 millones de toneladas que pretende producir internamente de aquí a 2030. Ello abre la puerta a un regateo: si Estados Unidos ayuda a los fabricantes de la UE a aportar una gama más amplia de piezas y maquinaria a la cadena de suministro, Europa podría corresponder proporcionando un mercado listo para el producto final.
Europa necesita una solución para evitar que sus grandes empresas se limiten a trasladar fábricas y capital al otro lado del Atlántico para aprovechar todas las ventajas estadounidenses. El futuro mercado de electrolizadores y otros equipos ecológicos será enorme, dada la demanda prevista.
El incentivo estadounidense para cooperar es más estratégico. Aliviar las tensiones con Bruselas suavizaría las relaciones diplomáticas y prepararía un mercado rico y lleno de clientes. Dado que el hidrógeno es una industria de futuro más que una fuente actual de empleo y crecimiento, ambas partes pueden hacer concesiones y cantar victoria al mismo tiempo.
Con la guerra de Ucrania y el ascenso de China como competidor mundial, Estados Unidos y la UE tienen más incentivos que nunca para mantener relaciones económicas amistosas. Un acuerdo sobre el hidrógeno podría ser el soplo de aire fresco que necesitan las tensas relaciones comerciales.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías